Presidenta Sheinbaum: Entre desafíos globales y un mandato histórico
1. En el ombligo de la luna
Muchos recordamos en México el año 1994. La entrada en vigor del TLCAN, que redefiniría la estructura y geografía económica del país, el levantamiento zapatista en los Altos de Chiapas y los magnicidios que sacudirían a la política nacional, desembocaron en un fatídico 'error de diciembre' que acabaría con un muy breve milagro mexicano.
Lo que pocos recuerdan es que, en febrero de 1994, el entonces todopoderoso Alan Greenspan, presidente de la Fed, sorprendió a los mercados elevando las tasas de interés del 10% hasta un máximo de 14% a fines de ese año. Esta acción tuvo consecuencias fatídicas para México. Al ser las tasas más altas en Estados Unidos, los capitales que habían llegado a México con la expectativa de la firma del TLCAN abandonarían el país. Al tener menos dólares, el Gobierno de México estaba forzado a devaluar el peso, el cual en ese entonces estaba fijo al dólar dentro de los límites de una banda de flotación.
El presidente Salinas decidió no devaluar: un presidente que devalúa es un presidente devaluado. La apuesta era que una vez pasada la elección presidencial de 1994 se podría llevar a cabo una devaluación controlada. Para quienes tengan edad para recordarlos, uno de los temas recurrentes en el discurso del "Jefe" Diego, el candidato del opositor PAN, era que el peso mexicano tenía que devaluarse. No hubo devaluación ese verano, las reservas del país se vaciaron y en diciembre de 1994 un muy torpe manejo de expectativas nos llevó a la historia que todos conocemos.
Claramente, la situación política que vivimos en 1994 fue terrible. Sin embargo, si el Sr. Greenspan no hubiera subido las tasas de interés, la presión sobre el peso mexicano habría sido mucho menor, aun con la situación en Chiapas y los magnicidios. Las reservas tal vez habrían sido suficientes y el colapso financiero y económico de ese año no habría pasado de una recesión moderada.
México significa en náhuatl, la lengua de los mexicas “el ombligo de la luna”. A pesar de los siglos, a la fecha, los modernos mexicanos, seguimos pensando que somos el ombligo del mundo, ajenos a una realidad interconectada e interdependiente. Ignoramos cuán vinculados estamos al entorno internacional y cómo este nos afecta económicamente y socialmente. Menospreciamos a diario a nuestro gobierno, pero paradójicamente le atribuimos un poder sobrenatural, muy alejado de sus verdaderas capacidades.
En la esfera económica, a pesar del rechazo automático al estatismo que existe en muchos actores, en realidad nos gusta pensar que todo tiene su origen en nuestro gobierno. Sin embargo, como lo ilustra la conexión internacional de la crisis económica de 1994, nuestra historia nos muestra que la génesis de gran parte de nuestros problemas económicos ha estado en el exterior, con poco o nada que haya podido hacer el gobierno en turno. Veamos otro par de ejemplos.
2. Echeverría y López Portillo, ¿peones de un ajedrez geopolítico?
El 16 de octubre de 1973, como parte de la estrategia política derivada de la Guerra del Yom Kippur en Medio Oriente, la OPEP detuvo la producción de crudo y estableció un embargo para los envíos petrolíferos hacia Occidente. La economía estadounidense venía sufriendo ajustes por una inflación persistente. El embargo fue la gota que derramó el vaso y ese mismo año el presidente Nixon abandonaría el sistema de tipos de cambio fijo que había dado estabilidad a la economía de la posguerra, abriendo una era de inestabilidad económica global.
¿Escuchó hablar a sus padres y abuelos cuando ‘el dólar estaba a 12.50’ como muestra de la fortaleza económica del país? Bueno, la primera gran crisis que viviría nuestro país y la devaluación que evaporaría los ahorros de esa generación tuvo su origen en este difícil entorno. En nada ayudó la respuesta del presidente Echeverría a la crisis, empezando por una agresiva expansión de la inversión pública que buscaba recuperar el dinamismo perdido de la década anterior. Sin embargo, la crisis global potenció un mal manejo financiero sexenal, convirtiéndolo en una herencia de instabilidad que perduraría años.
¿Quiere otro ejemplo? En 1979, Rudesindo Cantarell, un pescador en Campeche, descubrió uno de los yacimientos petroleros más grandes del mundo en el Golfo de México. La riqueza petrolera convirtió a México en sujeto de crédito, dando pie a una expansión acelerada del gasto público alimentada por deuda pública respaldada por ese petróleo. Fue cuando López Portillo dijo que nuestro problema sería administrar la abundancia.
El sueño se convirtió en pesadilla cuando el precio del petróleo colapsó de 35 dólares en 1980 a menos de 10 dólares en 1986. Esta caída, hoy se sabe, fue resultado de un acuerdo entre los Estados Unidos y Arabia Saudita para impedir que la Unión Soviética continuara enriqueciéndose vendiendo petróleo. La medida fue una jugada maestra que terminaría empujado a una severa crisis económica a los soviéticos que eventualmente detonaría a la apertura económica y política de Gorbachov y la eventual caída del bloque comunista.
Uno de los mayores damnificados de este ajedrez geopolítico fue México, que al ver desplomados sus ingresos petroleros entró en una crisis de deuda. Por supuesto que la irresponsabilidad financiera de López Portillo fue fundamental en esta crisis, pero, en ausencia de un colapso en el precio del petróleo, probablemente su sexenio habría pasado sin pena ni gloria y hoy recordaríamos sus extravagancias al mismo nivel que las de los gobernadores que disfrutaron del segundo boom petrolero durante en el sexenio de Fox.
3. T-MEC, Seguridad y Cambio Climático
¿A dónde voy con estas historias? De ninguna manera se trata de hacer apología de impresentables como Echeverría, López Portillo o Salinas, sin embargo, es muy importante entender que cuando este país ha enfrentado un problema económico realmente grave siempre ha habido un componente externo, sobre el cual poco o ningún control tenemos como país. Esto nos lleva a la pregunta sobre, entonces, ¿qué amenazas externas se ciernen sobre la presidencia de Claudia Sheinbaum?, y ¿realmente tendrá capacidad para marcar una diferencia?
Empecemos por una valoración de dónde estamos. En 2020, la pandemia detonó una crisis global sin precedentes que le costó al mundo casi 14.9 billones de dólares. La recuperación para México no ha sido particularmente espectacular, sin embargo, tras la crisis encontramos el fenómeno de la relocalización de las cadenas globales de valor, el famosísimo nearshoring. Con este fenómeno, México se ha convertido en el principal socio comercial de los Estados Unidos.
México no hizo nada especial para ser beneficiario de este fenómeno, simplemente, y a diferencia de los funestos episodios del siglo pasado, hemos tenido suerte de estar en el lugar y momento adecuados para aprovechar estos cambios en el entorno global. Sin duda, el fenómeno de nearshoring, con todos los desafíos y matices que representa, puede representar viento de cola para el siguiente gobierno y pintar un escenario económico positivo. Sin embargo, no es el único factor que puede afectar el futuro del país.
Vivimos una crisis de seguridad alimentada por el combustible de un tráfico de estupefacientes global que ha mutado en un mortal mercado de drogas sintéticas. Somos parte de un triángulo donde China provee materias primas, Estados Unidos, un mercado de consumo, y México, laboratorios y distribución. México ya ha puesto la mayor parte de los muertos en este triángulo, pero Estados Unidos, con miles de decesos por sobredosis, empieza a pagar la factura.
El tráfico de estupefacientes sintéticos es una fuerza que puede cambiar la dinámica de la relación entre ambos países, al convertirse en un verdadero problema de seguridad nacional para nuestro vecino. A esto hay que agregar una crisis de migración desde los países centroamericanos y del Caribe que ha vuelto a poner a México en el centro del debate público en el vecino país del norte. La posibilidad de una intervención militar directa ya se ha mencionado en algunos pasillos de Washington, D.C.
Comercio y seguridad eran temas que tradicionalmente seguían sus propios canales, una práctica sana que terminó el presidente Trump cuando exigió que nos convirtiéramos en un tercer país seguro de facto bajo amenaza de imponer aranceles generalizados a todo nuestro comercio bilateral. En noviembre de 2024, nuestros vecinos decidirán si Trump regresa a la presidencia. Esto nos puede llevar a un escenario sumamente complejo en el que tengamos que negociar a la vez la revisión del T-MEC en 2026 y una agenda de seguridad bilateral norteamericana.
La verdadera amenaza no solo al nearshoring, sino a todo nuestro sector exportador, no es la falta de infraestructura o talento, sino que en una segunda presidencia de Trump nuestros vecinos estén dispuestos a sacrificar la mutuamente beneficiosa relación comercial por objetivos de seguridad nacional. Las consecuencias para México no podemos ni siquiera empezar a enumerarlas.
La estabilidad en la relación económica y de seguridad en Norteamérica son probablemente los principales riesgos que enfrentará la presidenta Sheinbaum. Sin embargo, hay un tercer elemento que apenas se ha asomado en la agenda pública, pero puede ser mucho más difícil de encarar: el cambio climático. La sequía histórica que vivimos, las olas de calor y su amenaza sobre nuestra infraestructura hídrica y de energía, deberían verse como el mayor riesgo que enfrentará nuestro país en los siguientes seis años, en términos humanos, sociales y económicos. En 2020 ya vimos lo que una crisis sanitaria puede provocar, durante este sexenio la crisis climática podría sorprendernos de igual manera.
4. ¿Qué esperar de la presidencia de Sheinbaum?
¿Qué definirá al gobierno de la presidenta Sheinbaum? Temo que no será la agenda doméstica, la problemática social o el deterioro institucional al que tanto teme la oposición. Más bien, creo que será la forma en que afronte los tres riesgos enumerados anteriormente y las posibles crisis que puedan detonar.
La mala noticia es que nuestra historia nos muestra que los sucesos externos, desde las crisis de los años setenta y ochenta o el error de diciembre, han sido determinantes para nuestro país, y que nuestros gobiernos en realidad han tenido muy poco margen de maniobra para poder enfrentarlas. Incluso, no podemos dejar de pensar si la resiliencia que ha mostrado la economía mexicana durante este siglo es realmente el resultado de un esfuerzo de fortalecimiento institucional, o solo buena suerte, y nuestro país en realidad está a merced de la próxima gran crisis tal como sucedió en el pasado.
El día 2 de junio de 2024, el pueblo de México le dio a quien será nuestra primera mujer presidenta un mandato histórico. México enfrenta muchos retos, empezando por una enorme deuda social con los más desfavorecidos. Sin embargo, es una realidad que vivimos en un mundo cambiante y complejo, y por grandes que sean nuestras deudas históricas, mayores son los desafíos futuros.
Hago votos porque el nuevo gobierno tenga la inteligencia para usar ese mandato, para encontrar un camino que nos permita navegar por las difíciles aguas que nos deparan los próximos años, y siente las bases para lo que será el México de la segunda mitad de este siglo.