Spider-Man: Un nuevo camino para el cine

Con “Spider-Man: sin camino a casa” (2021) estamos frente a una película y a una cultura cinematográfica totalmente nueva.
Algo que lamenta la crítica o la reseña cinematográfica tradicional, que añora tiempos mejores, donde “buen cine” –aunque fuera comercial- era motivo de la atención masiva. Esta crítica que podríamos considerar “reaccionaria” tiene algunos años en campaña contra “el cine de monitos” que “no es cine” sino “parques de diversiones” –dixit Scorsese- o que en el mejor de los casos es un “cine de usar y tirar”. “Anti cine” dirían.
Ahora están muy fastidiados porque fue Spider-Man quien llenó las salas de cine. Mientras la industria –productores, distribuidores, exhibidores- están de plácemes, porque hacía dos años que una película no llenaba las salas, cierto sector de la crítica mexicana más tradicional echa espuma por la boca.
Ernesto Diezmartínez, veterano y reputado crítico cinematográfico de la era dorada del periódico Reforma, de gran agudeza crítica, ha sido, es, y seguirá siendo, un franco y público antagonista de este género cinematográfico. En un tuit en respuesta a la cuenta @realHenryB del 15 de diciembre de 2021, denomino “Spider-man: sin camino a casa” una “masterpiss” –orina maestra o meada maestra. No es para tomarlo muy en serio, es una güasa muy de redes sociales, pero refleja sin duda una postura sobre estas películas.
Dedicó su último artículo de Letras Libres al estreno del notable musical Amor sin Barreras (2021) de Steven Spielberg. Su artículo es un largo lamento sobre esos “otros tiempos, otro siglo y otra cultura cinematográfica global”, aquellos tiempos –Todo tiempo pasado fue mejor- en que “Amor Sin Barreras” la cinta original de Robert Wise de 1961, fue un taquillazo “ya pasaron y no volverán. Esto sí es una tragedia…”. Quitando el cansino reproche, en lo que Ernesto acierta es en reconocer que vivimos una nueva cultura cinematográfica global.
En ese mismo tenor, otra reseña crítica interesante la aporta Mauricio González. Mauricio publicó un tuit el 22 de diciembre de 2021 que dice: “Lejos de la ingenuidad de creer que representa el rescate de las salas de cine, el éxito de «Spider-Man: No Way Home» es la consolidación del modelo que las ha llevado a su crisis.” Este modelo según Mauricio es el “streaming”. No la pandemia, ni los cierres de espectáculos masivos en todo el mundo.
Es cierto que el “streaming” ha significado una parte de la crisis global de la industria. Pero Mauricio ve en ello un horizonte apocalíptico: “el cine orientado a un público adulto está condenado a desaparecer de la mayoría de las salas. El negocio de la exhibición como lo conocemos es un muerto viviente. Un zombi…” Aquí me interesa hacer un énfasis en su consideración de “público adulto”. ¿Estas películas no tienen público adulto? En fin para Mauricio el éxito de Spider-man “solo ratificará el cambio cultural consolidado por la pandemia”. Y según él “la capacidad del cine para detonar conversaciones globales ha disminuido de manera casi exponencial.”
Puesto que las películas de Marvel, DC Comics, y de otras “franquicias” concitan estas conversaciones globales que se supone han disminuido, ergo no consideran “cine” este conjunto de películas “seriales”. Yo por el contrario creo que la conversación cinematográfica se ha incrementado de manera exponencial gracias a las facilidades que aportan las nuevas comunicaciones globales.
Pero Ernesto y Mauricio aciertan en su sentir de que ha habido un cambio en el “gusto” cinematográfico, y al mismo tiempo en la “cultura cinematográfica global”, pero este cambio es multicausal –no se debe a las películas de superhéroes, ni al streaming- sino solo como parte de un crisol más amplio en las prácticas de consumo. Estos cambios culturales han ocurrido con gran dinamismo en los últimos dos siglos. Esta inestabilidad cultural ha sido calificada por un filósofo polaco, Zygmunt Bauman como “modernidad liquida”.
El glorioso teatro del siglo XIX enfrentó la aparición del cine, y de la radio, lo que le significó una crisis que vaticinaba “la desaparición del teatro”. Pero el teatro no desapareció, solo se adaptó a nuevos tiempos. Tras la segunda guerra mundial, cambió la cultura cinematográfica global, con la aparición de la televisión, las viejas salas de cine, que solo exhibían una película con aforos de 1,000, 1,500 y hasta 2,000 espectadores y pantallas cinematográficas realmente monumentales y fastuosas (que yo todavía gocé, y que sí, la verdad extraño mucho) vivieron dos décadas de crisis, con salas a medio llenar.
Este cambio cultural dió paso a los cinemas gemelos primero y a los Multiplex después o a los complejos, con más de 10, 15 o 20 salas atomizadas con aforos de 50, 100, 200 espectadores, y pantallas pequeñas, o sea, se abrió paso el modelo actual de exhibición. Como el teatro del XIX, el Cine no tuvo otra, más que replegarse, y competir.
Con la llegada de la World Wide Web y sobre todo con el establecimiento de la nueva cultura digital, y la capacidad de transformar en código binario cualquier “película”, la cultura DVD y los mil y un formatos de video digital (.avi, .mp4, .mov, .mkv, .h264 y un muy largo etcétera) y sobre todo con la ebullición de la telefonía móvil y las redes sociales, la cinematografía comenzó a vertirse y diluirse en un montón de formatos digitales para ser consumida en televisores, pc, laptops, tabletas, y teléfonos móviles, las redes sociales de video crearon una nueva cultura del video, y se transitó con facilidad a los servicios de streaming. Servicios que muy pronto transitaron de ser alojadores de películas de catálogo, a constituirse también en productores, y con ello a contar con los deseados “estrenos”i. Evidentemente todo este cambio cultural es más relevante en la crisis de la exhibición, que solo el streaming. No es una plataforma, son muchas, y lo que ha estimulado es una nueva contracción en el mercado de la exhibición cinematográfica.
En cuanto al streaming antes de la pandemia, exhibidores y servicios de streaming ya libraban un dura batalla mercantil, política y cultural por la exclusividad del estreno. Que los festivales y premios de cine obliguen al estreno en salas, es una llave para evitar que el streaming tenga esta exclusividad.
Pero los tiempos no favorecieron a los exhibidores: la pandemia global significó el cierre de los espectáculos, primero total y luego parcialmente, y aún tras la apertura, se limitó el aforo a salas por meses. Este fue un duro golpe para los exhibidores, que han vivido tiempos de pesadilla, las bíblicas vacas flacas. Y fortaleció el negocio del streaming, que hoy día ha incrementado su oferta con empresas cada vez más competitivas.
¿Son realmente las salas de cine los zombies, los muertos vivientes de los que habla Mauricio? No lo parece, probablemente aún tome un tiempo su recuperación total, pero las salas de cine siguen recaudando millones de dólares de taquilla globalmente. Ya lo hizo Spider-man, y en unos meses lo hará nuevamente Batman. Pienso que la taquilla volverá a sus niveles ordinarios en un año aproximadamente o menos. El esperado “Batman” de Robert Pattinson que estrena en marzo, estará 46 días en salas, antes de su estreno por la plataforma de HBOMax.

Poster de la película (Imagen: SonyPicturesMX)
Los críticos “tradicionales” se encuentran en un contexto cinematográfico totalmente nuevo, y no parecen encontrar herramientas para renovarse. Lamentan que este cine: no sea un cine “adulto”. Parece el prejuicio clásico contra la cultura juvenil, la literatura juvenil, la historieta o el cine juvenil. Esto es, dirigido a jóvenes. Porque gran parte de estas obras “juveniles” están llenas de fantasía.
En su momento, cuando se publicó El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien las críticas eran similares: “Esta no es una obra que muchos adultos vayan a leer de principio a fin más de una vez”, decía el reseñista de un Suplemento de Literatura londinense publicado en noviembre de 1955. El crítico del diario The Nation, en su edición del 14 de abril de 1956, Edmund Wilson, se preguntaba por qué eran tan populares esas «tonterías» y concluía “que era porque «cierta gente, especialmente, quizás, en Inglaterra, siente un insaciable apetito por las simplezas juveniles». Y el escritor Anthony Burges ponderaba «el gusto sobrio y correcto» de aquellas obras de la literatura con «aspiraciones literarias más elevadas» que las de aquellas obras escritas con «alegorías con animales o hadas».ii
Si extrapolamos estas críticas, parece que lo mismo opinan del cine de Super Héroes –que provienen de la historieta industrial americana orientada al público infantil y juvenil- los críticos que piensa en el “verdadero cine”, o sea “cine de autor” o al menos “cine clásico” en su acepción más ortodoxa.
Y ahí hay un segundo problema: el cine clásico, es un cine esencialmente unitario. Aunque en una etapa histórica del cine, y no corta, entre 1900 y 1930 quizá, cobraron importancia los seriales cinematográficos. Esa etapa de los seriales ha regresado. Y no regresó con el cine de Super-Héroes.
Es en parte la influencia de la televisión contemporánea y de la época dorada de las series; y en parte el éxito de sagas literarias adaptadas, iniciando por el propio “El Señor de los anillos” que se estrenó en tres películas, en los años 2001, 2002 y 2003. A esta siguió la adaptación de El Hobbit estrenada también en tres partes fílmicas en 2012, 2013 y 2014. Simultáneamente la adaptación del libro infantil superventas Harry Potter, un serial de 8 películas, sin contar sus spinoffs, que inició también en 2001 y culminó en 2011, un serial que estuvo 10 años en desarrollo. Otros seriales exitosos adaptados de sagas literarias fueron Crepúsculo, un serial de 5 películas que inició en 2008 y culminó en 2012; Los Juegos del Hambre, 4 películas (2012-2015); Divergente, 3 películas (2011-2012); Maze Runner, 3 películas (2014-2018); El planeta de los simios (2011-2017), y en fin. Esa sintonía entre consumo y producción ha mostrado que lo de hoy son los seriales. Y las historietas que son de por si materiales seriados por naturaleza propia, han provisto a sus super héroes para dar pie a enormes seriales cinematográficos. Y en este origen popular y juvenil de la historieta ahí hay otro prejuicio y otra discriminación.
Cuando inició la fiebre o “moda” de las películas de superhéroes, muchos aficionados a la historieta en redes sociales, exigieron que estos críticos consideraran las obras del “noveno arte” en que se inspiraban las películas. Porque evidentemente eso enriquecía la visión de la película. La respuesta a esta exigencia –por muchos, muchos críticos tradicionales- fue que una película, era eso “una película”, una “obra unitaria”, y que debía juzgarse como tal, es decir, en su autonomía.
Esos mismos críticos más de una vez se refirieron a las obras literarias en las que se basaban otras películas que han comentado, pero eso no lo veían mal. Después de todo la novela es “literatura”, una bella arte, y el comic es “pulp fiction”, cultura popular, industrial. Es válido hablar de El corazón de las tinieblas (1899) de Joseph Conrad, o de El padrino (1969) de Mario Puzzo, para comentar Apocalipsis ahora (1979) o El Padrino (1972) de Coppola. Pero considerar Batman: Año Uno (1988) de Frank Miller (Guión) y David Mazuchelli (Dibujo), para hablar de Batman Inicia (2005) de Christopher Nolan, o La Muerte de Gwen Stacy (1973) de Gerry Conway (Guión), Gil Kane (Dibujo), John Romita y T Mortellaro (Tintas) para hablar de Amazing Spiderman 2. Eso no. ¿Desidia, despreció o ambas?
Pero ahí los críticos topan con pared, pues estas películas y entre ellas Spider-Man: sin camino a casa son constructos flagrantemente intertextuales: es casi imposible leer estas películas sin sus referentes artísticos, tanto de la historieta como de las películas que le anteceden y que se correlacionan, pues forma parte de un enorme serial.
La película puede gustar o no a cualquiera, crítico o público. Una cosa es eso, el gusto. Y otra muy distinta es la calificación o descalificación cimentada en prejuicios, añoranzas y métodos anticuados frente a discursos que implican la construcción de nuevos marcos críticos. Esto último hace mucha falta en la crítica contemporánea.
Finalmente diré sobre Spider-Man: Sin camino a casa lo que a todas luces está a la vista, que la película, tuvo un importante impacto emocional en millones de espectadores de todo el mundo, que la vieron EN UN SALA DE CINE. Como hicieron otras películas “cinematográficas” en otros tiempos, en otras décadas, con sus propios públicos. Otras masterpieces. Una película que conmueve, no es menos que eso.
AGRADECIMIENTO FINAL
A ustedes, mis amables lectores de Arena Pública, les deseo que 2022 sea un año lleno de bendiciones, amor y muchas alegrías, y sobre todo alegrías cinematográficas. ¡Felices fiestas!
[i] En algo que ha ocurrido en la cinematografía muchas veces a lo largo del tiempo: el intento de tener el control total del medio, desde la producción hasta el consumo (y con ello todo el dinero del circuito). Por ese intento de control monopólico del cine, fue llevado Edison a un histórico juicio, y de esa titánica lucha mercantil, en los albores del cine, surgió Hollywood. ¡Qué paradoja! Que la meca del cine haya nacido justamente como un conjunto de actos de resistencia contra los poderes mafiosos de los grandes emporios.
[ii] Todas las citas pertenecen al libro “El camino a la Tierra Media” de T. A. Shippey, Ediciones Minotauro, Barcelona, 1999. pp. 17-21.
