Luz cinematográfica sobre la miseria nacional

Netflix estrenó dos joyas fílmicas en un año de innumerables miserias: Una película de Policías, de Alonso Ruizpalacios, y Noche de Fuego, de Tatiana Huezo.
16 Diciembre, 2021
Escena de "Noche de fuego", la primera ficción de largometraje de la realizadora Tatiana Huezo (Foto: Netflix)
Escena de "Noche de fuego", la primera ficción de largometraje de la realizadora Tatiana Huezo (Foto: Netflix)
Cinetlán

1. Año de luz sobre la miseria

No  cabe duda que ha sido un año espectacular para el cine mexicano, es el año de Cosas imposibles de Ernesto Contreras y su gran equipo de trabajo. En este espacio reseñamos esta maravilla de Contrerasi, que tuvo el gran mérito de estrenar en verano, cuando tradicionalmente el cine mexicano desaparece de las pantallas.

En un año de innumerables miserias, de pandemia mundial, grave crisis de las cadenas de exhibición que a duras penas soportaron semanas de salas vacías, a la que se suma la recesión económica y la austeridad republicana, un año bajo la extinción de los Fideicomisos que bien o mal, permitieron que el cine mexicano resistiera el periodo neoliberal: decisión que más bien parece dejar desamparado al cine nacionalii. Esta decisión que en realidad vuelve más discrecionales los apoyos fílmicos, por más que haya dicho el presidente que estos apoyos se iban a entregar directamente a los beneficiarios sin intermediarios, esto no opera con los cineastas (¿qué no es el IMCINE un intermediario?).

Un año más con alza en la tasa de feminicidiosiii, y con la seguridad pública militarizadaiv en prácticamente todo el territorio nacional, y una grave crisis humanitaria en sus fronterasv. Hasta parece de mal gusto jactarse de la valía de este cine. ¿Será que la miseria aviva las llamas del arte?vi

Pues bien en este contexto la plataforma Netflix estrenó dos joyas fílmicas del nuevo siglo Una película de Policías, el opus 3 de Alonso Ruizpalacios; y Noche de Fuego, la primera ficción de largometraje de la realizadora Tatiana Huezo. Y estas dos magníficas películas extienden una lupa agudísima sobre la miseria mexicana de todos los días.

Los siguientes ensayos contienen SPOILERS.

2. Una película de policías

No pocos analistas cinematográficos y comentaristas han dicho que se trata de una obra maestra. Fernanda Solorzano, publicó un tuit el 4 de noviembre, donde no sólo le dedica un comentario en su vlog #CineApartevii  sino que afirma: “En mi opinión, su mejor película.” Pienso que hay poco que agregar.

Lo fascinante de la película es su juego metaficcional. Es un tríptico, con tres secciones bien definidas: inicia como un mockumentary, que tiene la delicia de poner a dos actores a interpretar a no-actores, es decir el reverso de la moneda, diríamos en el contexto del cine mexicano contemporáneo. Hay un gran cuidado, una meticulosidad excepcional, en el trazo escénico de esta sección, para establecer el falso/positivo, una estilización límite, un realismo fake. El falso positivo queda revelado al tercio de la película cuando el equipo técnico debe suspender el rodaje para corregir un problema técnico de rutina. Inicia la segunda sección, que se transforma en una especie de detrás de cámaras donde nos enteramos que los actores asistieron a la academia de policía para entender a sus personajes. Mientras participan de esta experiencia inmersiva, parte de sus deberes es grabar un diario con sus celulares.

Parte de la delicia de esta sección, es este diario grabado en formato 9:16 -el rectángulo vertical de la pantalla del celular- que induce a tener un acercamiento de gran intimidad con el pensamiento de los actores, que reflexionan sobre la labor policíaca, desde el extrañamiento, la otredad. La genialidad viene en la última sección donde la película se vuelve un documental, al aparecer los policías verdaderos a los que los actores están imitando, con sus propios testimonios. El mockumentary se vuelve documental, y la transición entre un espacio y otro, se lleva a cabo con reflexiones de los propios actores sobre su proceso de inmersión en el mundo policial. Es posible que este impulso artístico haya surgido al filmar su segunda película Museo (2018), una ficcionalización de sucesos reales sobre personas reales, que debe haberlo llevado a pensar que podía combinar los dos mundos en uno. Una película de policías es una genialidad formal, estilística.

Pero lo realmente importante de Una película de policías radica en su contenido, el que revela el mundo  policíaco de la ciudad de México pero in extenso a todo el territorio nacional. Sueldos miserables, una formación ineficaz e insuficiente, en un trabajo de gran riesgo que no ofrece ningún aliciente para un mejor desempeño, salvo el chambismo de llevar un pellizco de supervivencia a casa, todo ello en una atmósfera de corrupción social y política. Esto explica en mucho la grave crisis de seguridad pública que vive todo el país. Y enlaza con la película de Tatiana Huezo.

3. Noche de fuego

Hay escenas devastadoras en Noche de fuego que describen perfectamente la ausencia del Estado, aunque dicho así es suavizarlo. Sería más bien el menosprecio del Estado por sectores del “pueblo” que no le merecen ninguna importancia. Sujetos sin ciudadanía, esclavos de facto. Lugares sin policía, sin seguridad pública de ningún tipo.   

En una escena terrible, en off, en un espacio fuera campo, el maestro de la escuela, de la alejada comunidad serrana, es atacado por el crimen organizado. Una niña, una de sus alumnas, que además es su vecina, le suplica a su mamá que llamen a la policía: pero la mamá no hace nada. Solo guarda silencio. Ante la mirada indignada de su hija, la madre permanece inmutable porque no hay nada que hacer. Llamar a la policía podría significar en ese contexto una sentencia de muerte. Si atendemos al contexto que nos ofrece la película de Ruizpalacios, no hay policía en México que considere que la placa vale lo suficiente para sacrificar la vida, mucho menos contra feroces fuerzas de la delincuencia organizadaviii.

El resultado es una ciudadanía o comunidades enteras, a merced de cualquier agrupación armada: sea el propio ejército mexicano, sea la delincuencia organizada. Tatiana Huezo presenta de forma brutal esta situación de terror que cotidianamente siguen padeciendo miles de mexicanos en todo el territorio nacional: de ahí las autodefensas.

Pero la condición de género agrava el riesgo y la indefensión: ser mujer, y ser mínimamente atractiva, es como caminar por la cuerda floja sobre diferentes abismos. De la violación simple a la tumultaria, hasta el secuestro para el mercado de la trata. Cuidarse de la milicia, tanto como de los criminales, agrupaciones que a veces no se distinguen.

Abundan en México estas comunidades habitadas por mujeres solas y personas de la tercera edad, pues los hombres han emigrado con el espejismo de darle a sus familias una vida mejor, pero que finalmente están tan ausentes como cualquier hombre que sigue creyendo que su principal papel como padre de familia es ser proveedor. La indefensión se agrava en estas comunidades sin señal móvil, sin comunicaciones. En la que las ondas satelitales deben captarse en la cima de un cerrito.   

La genialidad de Noche de Fuego radica tanto en el estilo como en su contenido desgarrador.

En términos de estilo cuenta con un manejo sublime del punto de vista cinematográfico, que nos hace recordar aquel relato inmortal de Cortázar, Casa Tomada, donde la amenaza no está presente pero si está. La cámara permanece todo el tiempo con madre e hija, pero sobre todo con la hija que nunca parece entender el contexto: el horror sucede una y otra vez alrededor de estas dos mujeres, en el espacio off, fuera de campo. Esto puede impacientar a aquellos que solo gustan del cine de fórmula, o del cine comercial.

Esta impresión de que no pasa nada aunque todo esté pasando, y sea visible y perceptible, como un cochambre que se va pegando a la realidad. El punto climático es cuando la amenaza que pende sobre ellas finalmente irrumpe en su casa, y los peores temores se vuelven realidad. Y la adolescente entiende que su madre siempre tuvo razón. Es una poderosa metáfora de nuestra sociedad indiferente. Una sociedad que se cuida excesivamente, en un clima de paranoia justificada, pero que no mueve un dedo para transformar su condición hasta que la realidad toca a su puerta.

Vemos pasar los horrores de la vida a nuestro alrededor, preguntándonos todos los días cuando llegarán a casa. Aunque quizá ya llegaron o ya están instalados ahí sin darnos cuenta.

Su contenido es desgarrador porque es una realidad presente, es una realidad que viven seres humanos en México cotidianamente. Ví esta película junto a mi pareja y ella quedó realmente perturbada: me preguntaba qué podíamos hacer para ayudar a estas personas. Siempre he pensado que uno debe ayudar desde su propia trinchera, sirva este texto para promover esta gran película de Tatiana Huezo, y sobre todo dar luz sobre esta miseria nacional que sigue profundizándose cotidianamente. Muchas obras periodísticas han testimoniado estas realidad latenteix, pero la ficción casi documental de Tatiana Huezo te adentra en la intimidad de esta realidad, en sus implicaciones emocionales y así te desgarra.

Con su cinematografía Tatiana devuelve la humanidad a estas personas que el Estado ha dejado en la indefensión por indiferencia, omisión o complicidad. Esta luz es una de las grandezas espirituales del buen cine.     

ADENDA

Netflix se está transformando en una de las plataformas del mejor cine mexicano, tanto en materia de ficción como documental. Este mismo año estrenaron en su catálogo mexicano o latinoamericano La Diosa del Asfalto (2020) de Julián Hernández, un estupendo drama suburbano, sobre la condición de la mujer en los barrios mexicanos de los años ochenta, cuando hicieron eclosión las pandillas juveniles. Con la imponente fotografía de Alejandro Cantú, y una apreciable banda sonora, y un buen reparto, Julián Hernández enlaza lo mejor del cine mexicano popular con la problemática feminista. Me causan risa las críticas que hacen al lenguaje de los personajes, basta darse la vuelta a los barrios de la ciudad de México para entender que sí se habla así, aunque no en la Condesa, y por supuesto se asientan también en la propia tradición del cine popular nacional. Esta película sigue en catálogo.

La diversidad del catálogo de Netflix es muy estimable, qué difícil es defender las salas de cine cuando al amanecer del 15 de diciembre de 2021 varios complejos cinematográficos anuncian una sola película en todas sus salas: Spider-man: sin camino a casa (2021). Por más que a este servidor le guste las películas de superhéroes, y sea fan de Spider-man, no deja de ser miserable que la cartelera cinematográfica carezca de oferta cinematográfica para diversos públicos, y que los cines mexicanos no tengan ni una sola opción mexicana en pantalla. ¡Caray! Ahí está ganando el streaming definitivamente.         


[ii] Ernesto Contreras, que también fue Presidente de la AMACC, Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, nos dio también una entrevista donde le concedía el beneficio de la duda a esta decisión presidencial, Ver: https://www.arenapublica.com/blogs/luis-gallardo/cosas-imposibles-una-pelicula-brillante-entrevista-ernesto-contreras

[vi] Quizá el gran referente de esta miseria social que se sublima en el cine sea el neorrealismo italiano, y la forma en que denuncio/expuso las miserias de la posguerra.

[viii] Y realmente los podemos culpar, cuando viven con sueldos apenas por encima del salario mínimo. https://www.tvazteca.com/aztecanoticias/renuncian-policias-zacatecas-mau

[ix] Recomiendo dos libros periodísticos de primer nivel sobre este tema “Guerrero: los hombres de verde y la dama de rojo” de Humberto Padgett que siguió la ruta de la amapola, y tiene conclusiones muy interesantes, y sobre todo “Échale la culpa a la heroína: de Iguala a Chicago” de José Reveles, quién además de revelar el complejo entramado de la ruta de la amapola, expone como se hila con la tragedia de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Luis F. Gallardo Luis F. Gallardo Nació en la Ciudad de México, en medio de los cohetones que echaban los suavos y zacapoaxtlas para conmemorar la batalla de Puebla, un 5 de mayo de 1975. Pertenece a la generación 1996 del CUEC, donde estudió Cinematografía, también estudio Letras Hispánica en la UNAM. Se especializa en guiones de programas de televisión cultural y educativa, de esos que pasan de madrugada. 18 años de experiencia en docencia, capacitación e investigación cinematográfica. Ha visto un par de películas. Baila salsa.

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