El cortometraje, formato clave para el cine mexicano, pero olvidado por consumidores y distribuidores
México es uno de los países donde más cine se consume; sin embargo, la distribución, consumo y exhibición de cortometrajes dentro del país ha sido relegada en varias ocasiones a un segundo plano frente a otros formatos como el largometraje o las series.
De acuerdo con Luis Fernando Gallardo, productor y guionista de televisión cultural, el cortometraje en México ha establecido un punto de partida para estudiantes universitarios que buscan dar sus primeros pasos por la industria.
“A partir de los años 50 el cortometraje empezó a hacer algo que hacían sobre todos los estudiantes, especialmente cuándo inicia el auge de las escuelas de cine. Entonces tenemos más de 50 años de esta tradición, donde el cortometraje es como una especie de aprendizaje”, señaló Gallardo en entrevista.
En México, el cortometraje tiene una clara vocación de formación, ya que la mayoría de los realizadores comenzaron su carrera realizándolos. Además, el cortometraje se ha caracterizado como una producción que permite a cineastas explorar temas y aspectos que generalmente no se abordan en largometrajes.
Hasta el momento, la producción de cortometrajes sigue siendo una forma de expresión cinematográfica muy activa. De acuerdo con datos del IMCINE, la realización de cortometrajes en el país ha crecido en los últimos años. Tan solo en 2020 se realizaron alrededor de 709 cortometrajes, mientras que en 2018 se registraron 553 producciones.
Ante este crecimiento de producción de cortometrajes, Gallardo lo atribuye a la creciente oferta de escuelas de cine que se han generado dentro del país, así como la facilidad tecnológica, con la cual cuentan los jóvenes actualmente.
La llegada de los smartphones y el acceso a internet logró que la edición y grabación de un contenido audiovisual creciera, así como la llegada de plataformas gratuitas como YouTube o Vimeo, donde cualquier usuario puede publicar un contenido. De acuerdo con el estudio “Ecosistema Competitivo de Smartphones’ elaborado por la firma The CIU, en México se cuenta en promedio con 112 millones de teléfonos inteligentes, un crecimiento que se ha acelerado en los últimos años y permitió que más ciudadanos accedan a internet y consuman contenidos audiovisuales.
No obstante, el consumo de cortometrajes continúa enfrentando retos ante el desarrollo que se presenta a la hora de rodar un cortometraje. Andrés Barradas Gurruchaga, guionista, director y coproductor del cortometraje de ficción: Diáspora exhibido en Cannes 2014, explicó que la realización de un corto se asemeja a levantar un proyecto de una microempresa.
“El cortometraje se asemeja mucho a levantar un proyecto de una microempresa, tan solo la contratación de actores conlleva elementos de administración, conlleva elementos de logística y artísticos de dirección. Pero también conlleva elementos legales y la gente no se pone a pensar en eso. Todo en una producción de cortometrajes son retos”, señaló Barradas, quien también ha fungido como profesor e investigador en el ITESM.
Por otro lado, Pablo Martínez Zárate, artista, documentalista e investigador mexicano, explicó en entrevista que el cortometraje mexicano "ha sido una de las herramientas fundamentales para el posicionamiento de la industria cinematográfica a nivel mundial”.
Tan sólo en 2021, un cortometraje con coproducción mexicana resultó galardonado durante la ceremonia del 74° Festival de Cannes: Memoria, de Apichatpong Weerasethakul. En Sundance 2021 el talento mexicano tampoco pasó desapercibido, con la participación de El sueño más largo que recuerdo del director Carlos Lenin. Asimismo, el corto Doing Is Love, de la estudiante Cristina Aguilera Ochoa, logró el galardón del Concurso de Escuelas de cine en Cannes.
De igual manera, el festival Shorts México, presentó una lista de 56 cortometrajes como “los mejores cortometrajes mexicanos del 2021” donde se tomó en cuenta su presencia en festivales nacionales e internacionales, premios, comentarios de críticos y periodistas cinematográficos, además de gente inmersa en la industria.
Poca difusión en las nuevas plataformas digitales
Martínez Zárate también señaló que el cortometraje tiene una “identidad propia”, sin embargo, uno de los principales retos que enfrenta este sector cinematográfico recae en el mercado y la manera en que las audiencias consumen contenido, por lo que las iniciativas de festivales que privilegian al cortometraje sobre otras producciones más largas como los largometrajes “están permitiendo que más gente se vincule”.
En este sentido, el también investigador de la Universidad Iberoamericana señaló que diversificar los modelos de financiamiento y encontrar formas más eficientes de exhibir y difundir cortometrajes es “una de las grandes tareas que las instituciones y los cineastas tendrán por delante".
“Creo que todavía hay mucho por definir en cuanto a los espacios posibles de distribución de paquetes audiovisuales dependiendo de las nuevas plataformas”, explicó.
Por su parte, el cineasta mexicano Andrés Borda, abordó la situación de los cortometrajes en México, señalando que la distribución y exhibición en los cortos sigue siendo el principal problema de este sector de la industria.
"Creo que el corto está empezando a ser bien recibido, aunque todavía tiene un problema en la cuestión comercial de distribución porque las cadenas de exhibición y distribución todavía no ven qué hacer con este producto, cómo insertarlo dentro del sistema comercial o del sistema cultural para que la gente lo aprecie más", expresó Borda.
La situación tampoco pasa desapercibida para el productor de cine mexicano Rodrigo Plá, quien dijo que el problema de la producción de cortometrajes en el país es la desigualdad en la distribución de recursos.
"Los festivales de cortometrajes en México están en todas partes, pero no hay una concentración. También falta una plataforma en la que se puedan ver todos los cortometrajes mexicanos", señaló.
Andrés Barradas se suma a esta idea y comenta que la industria necesita una plataforma de exhibición para cortometrajes universitarios, donde logren ser visibilizados tanto fuera como dentro del país de la mano de directores, guionistas y productores que estén dentro de la industria. El investigador del Tec de Monterrey también afirma que otras soluciones para los retos de distribución y exhibición, sería el establecimiento de un convenio con una plataforma como Netflix, en donde se pueda también tener calidad en estas producciones universitarias.
En cuanto a los apoyos gubernamentales, Barradas mencionó que las convocatorias y fondos son una oportunidad accesible para los directores y estudiantes, sin embargo, las personas pocas veces “se animan a entrar”, principalmente cuando no se trata de las grandes ciudades del país.
“Claro que se pueden aprovechar (los apoyos gubernamentales). Lastimosamente a veces hay pocas personas que se animan a entrar a la convocatoria, yo estuve presente con algunos resultados y veíamos que algunos estados de la república tenían apenas dos o tres propuestas”, contó Barradas.
Por su parte, Pablo Martínez expresó que la diversificación de las convocatorias, como las temáticas o regionales, han dado la oportunidad a “voces creativas" que antes estaban invisibilizadas para poder producir.
La educación, un pilar para la cultura del cortometraje
El sector educativo se ha convertido en un punto de partida clave para la realización y distribución de cortos, sin embargo, la producción cinematográfica ha sido el punto central de la educación, dejando de lado la investigación y reflexión.
Luis F. Gallardo explicó que la educación en México se ha centrado en la producción y estética de realizar cine, mientras que la reflexión y la investigación en cine son aspectos que al menos en México, son tomados en cuenta por muy pocas instituciones educativas.
“La investigación en México está muy centrada en la historia del cine y son pocas las universidades que hacen esto. En realidad, no se toma muy en serio, no podemos decir que haya un área de investigación cinematográfica en algún lado, hay seminarios de investigación, pero son pocos”, comentó Gallardo.
De igual manera, Pablo Martínez expresó que la técnica y narrativa dentro de la educación son aspectos de gran fortaleza, sin embargo, en cuanto a la distribución de un producto cinematográfico las instituciones deben poner mayor esfuerzo.
“Valdría la pena a nivel de la gestión, poner más esfuerzo en una escuela de producción que reconozca estas etapas de la vida de una película como fundamentales para la construcción de público”, comentó Martínez.
Andrés Barradas, considera que otro de los problemas de la educación cinematográfica en el país, es la cultura con la cual los estudiantes realizan un cortometraje, al pensar que su producción logrará llevarlos a la industria y tener un reconocimiento dentro de la misma, cuando al momento en que se roda un cortometraje y se presenta en festivales o casas de cultura los estudiantes “ya están dentro de la industria”.