México, el cambio demográfico

El pasado 11 de julio, con motivo del “Día Internacional de la Población”, Naciones Unidas publicó sus proyecciones actualizadas para el Mundo, regiones y la gran mayoría de los países.
El asunto había causado expectativa por dos razones. Primero, estás proyecciones suelen actualizarse cada dos años, no ocurrió en 2021, hubo que esperar otro año. Segundo, medir efectos de la pandemia. Los números, se debe insistir, son proyecciones, no pronósticos, y pueden cambiar por una amplia gama de factores. Dicho lo anterior, tienden a ser muy certeros, al menos en corto y mediano plazo. Otra razón para agradecer a Naciones Unidas es que desarrolló una interfase muy amigable que permite consultas a los microdatos y a gráficas ya hechas con variaciones de tiempo.
Ya entrando al caso mexicano, las proyecciones han generado alguna polémica. El Dr. Rafael Lozano cuestiona en un muy buen editorial los cálculos de esperanza de vida y que Naciones Unidas asuma un regreso muy rápido a tendencia en cuanto a mortalidad.
También el Dr. Lozano llama la atención sobre la caída fuerte en fecundidad, que tendría efectos considerables en una generación. Tendremos que esperar a la “conciliación demográfica” de CONAPO y a las próximas encuestas de INEGI. Dicho lo anterior, los números de Naciones Unidas (Tasa General de Fecundidad (TGF) de 1.8 en 2022 bajando a 1.7 en 2040) son en mi opinión consistentes con lo observado y en la misma dirección a lo ocurrido en países similares1.
Partiendo de las proyecciones de Naciones Unidas se presentan tres gráficas, los títulos no pueden ser traducidos actualmente en la interfase y vienen en inglés. La Figura #1 es una proyección de la población mexicana hasta 2100. La Figura #2 es la pirámide de población mexicana actualmente, mientras que la Figura #3 es como se proyecta la pirámide hacia 2042. La interfase permite cambiar el año, se escogió 2042 para evaluar cambio en una generación, asumiéndola de 20 años.
Figura #1, proyecciones de la población mexicana hasta el año 2100, la zona sombreada representa un intervalo de confianza de 95%.
Figura #2, la pirámide de población mexicana en 2022.
Se pueden desprender muchos comentarios y análisis de las tres gráficas. Se hará énfasis en dos elementos. Primero, se proyecta que la población mexicana toque su máximo cerca de 2050 con alrededor de 145 millones de personas. El segundo es que México presenciará en una generación dos fenómenos importantes: una base de la pirámide más angosta en comparación a las dos generaciones anteriores y un envejecimiento considerable de su población. Se espera que el grupo de 65+ llegue al 20% de la población en 2050 y siga aumentando en la segunda mitad del siglo.
Es importante aclarar que México no está solo en las dinámicas poblacionales descritas. Con algunas diferencias, los patrones están presentes en casi todos los países de América Latina. Se puede argumentar que no hay porque alarmarse: la transición demográfica ya ocurrió en casi todos los países desarrollados.
Si bien lo anterior es cierto, también existe una réplica con dos consideraciones. Dicha transición en América Latina está ocurriendo muy rápido, aproximadamente en un tercio del tiempo con respecto a los países de Europa Occidental. También se debe recordar, que la renta promedio en la región es reducida con respecto a los países desarrollados, limitando posibilidades.
Figura #3, proyección de la pirámide de población mexicana para 2042, la zona en verde representa un intervalo de confianza de 80% y la en amarillo un intervalo de confianza a 95%.
¿Se puede hacer algo? Por supuesto que sí. Es importante tomar conciencia de la situación y entender que los cambios serán profundos. También, desmarañar una economía política que privilegia el corto plazo. Las decisiones en una transición económica y demográfica implican horizontes de planeación, implementación y evaluación con horizontes largos. A continuación se presentan cinco elementos, no exhaustivos, donde políticas públicas, sector privado y desarrollo institucional pueden contribuir a una transición ordenada.
Sistema de pensiones viable: Urge una ley marco que rija a un sistema tan fragmentado como el mexicano, al menos lo que a recursos públicos corresponde. Una esperanza de vida creciente, requiere que las personas trabajen un mayor número de años, hay que fomentarlo. Cuidar las cargas fiscales entre generaciones, el cambio de sistemas de beneficio definido a contribución definida (afores), junto a base de la pirámide de población estrecha, puede generar que una o dos generaciones sean exprimidas fiscalmente.
Financiamiento sistema de salud: Una transición demográfica trae de la mano una transición epidemiológica. Cuando la población es relativamente joven se tienen más enfermedades contagiosas, con una población mayor las crónico degenerativas irán ganando terreno (hipertensión, problemas renales, cánceres, etcétera). Las enfermedades crónico degenerativas son muy costosas por el tipo de tratamientos y su duración. Se tienen que hacer previsiones financieras. El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) tiene varios trabajos al respecto.
Economía de los cuidados: Quizá la gran revolución en la política social del Siglo XXI. El cambio en las estructuras familiares, junto a mayor esperanza de vida y la creciente población con enfermedades cognitivas y mentales, puede generar que muchos viejos queden desamparados. Habría que agregar la atención de infantes y personas discapacitadas. La atención de un familiar, en algunas circunstancias, puede ser una tragedia personal. Suele haber un problema de género relacionado, con una carga desproporcionada para mujeres. Lo positivo, es que con el diseño correcto, un sistema de cuidados genera externalidades positivas sobre el mercado laboral, el fisco y toda la economía.
La migración, de los temas menos atendidos: Es probable que los cambios demográficos en México y toda la región generen dinámicas migratorias complejas, adentro de los países e internacionales. Conviene que esto ocurra en procesos ordenados, en la medida de lo posible. Notar que la migración tiene efectos conjuntos a los tres elementos mencionados arriba: pensiones, salud y cuidados.
Inversión pública en infraestructura: Con poco espacio fiscal, y las presiones derivadas en gasto social por envejecimiento, es muy fácil que la inversión pública en infraestructura se desplome. Esto daña el crecimiento potencial y se puede generar un círculo vicioso. Con poblaciones de adultos mayores votando por incrementos en servicios y transferencias la economía política juega en contra. Será importante desarrollar esquemas adecuados de financiamiento y cuidar la incidencia intergeneracional.
La Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey, junto a la ChaireTDTE y el CIEP, han lanzado la Iniciativa para La Transición Económica y Demográfica (ITED). Su misión es ayudar a los sector público, privado y social a que la transición económica / demográfica ocurra en armonía. Se debe pensar en largos plazos, con decisiones que son muy urgentes. Las alianzas y colaboraciones son bienvenidas.
1. Para una discusión no técnica al respecto, “Empty Planet: The Shock of Global Population Decline”, Darrell Bricker, John Ibbitson, (2019), es una lectura recomendada.
