Edad de retiro, 75 años: Carlos Slim

Si uno se detiene a observar bien, el ingeniero propone que la gente se retire para ¡morirse!
22 Octubre, 2020

Hace un par de días el Ingeniero Carlos Slim declaró que para solucionar la crisis económica proveniente del COVID-19, y que a la vez representaría un alivio a las finanzas públicas de los países, debería aumentarse la edad de retiro a 75 años.

El ingeniero Slim es adepto a sugerencias de política económica, algunas razonables intuitivamente, otras para pensarse y otras simplemente vienen de su visión del mundo, muy particular. Esta me parece que pertenece a este último grupo.

Si bien es necesario reconocer que en México existe un problema estructural en las finanzas públicas, y que en buena parte éste viene de un crecimiento en el gasto en pensiones de jubilados más los que lo hagan bajo la ley de 1973 en un futuro cercano, considero que a estas alturas la propuesta del ingeniero Slim, no alcanza a cubrir el hoyo que ya está de por sí generado con esta población.

Supongo que se refiere a las personas que están cotizando bajo la ley de 1997 con cuentas individualizadas. Y si bien, es deseable elevar la edad de retiro para que se puedan capitalizar mejor dichas cuentas, así como contribuir a la generación de valor en la actividad económica, me parece que elevarla a 75 años es una desproporción.

Adivino que basa su propuesta en el hecho de que la esperanza de vida del mexicano es ahora de 77 años para hombres y 78 para mujeres. Sin embargo, si uno se detiene a observar bien, el ingeniero propone que la gente se retire para ¡morirse!. Seguramente, argumentará que él sobrepasa los 80 años y que es muy productivo.

Varios elementos caben aquí. Primero, ahora con la pandemia el Banco Mundial dio a conocer una estadística internacional de la proporción de trabajo que se puede hacer desde casa. Esto significa que el resto, el que no puede hacerse en casa, implica cierto desgaste físico. Acá se encuentran los trabajadores de la construcción, los trabajadores agrícolas, cargadores, costureras, empleados manufactureros, etc. cuya actividad implica un desgaste físico muy fuerte.

Pues bien, dicha estadística nos sugiere que en México solamente el 20% del universo laboral se puede hacer desde casa, mientras que el 80% requiere hacerse en el lugar de trabajo. Este ha sido uno de los problemas por lo que en México no se ha controlado la pandemia.

Este último grupo es donde se encuentra la población que hace trabajo físico intenso y que para cuando cumplen 50 y piquito de años, ya su espalda o su vista, o sus piernas, se deterioran. Esta población incluso sufre para llegar con algún trabajo a los 65 porque los corren para sustituirlos por jóvenes.

Si se eleva en 10 años más la edad de retiro, una proporción cercana al 35% seguirá sufriendo por no encontrar una ocupación debido a que en el caso, por ejemplo, de la construcción, los echarán por no poder cargar un saco de cemento. O un trabajador agrícola que pasó su vida “agachándose” (ver la magnífica obra de Patricia Henríquez, de abajo, que lo ejemplifica perfectamente), pues bajo la propuesta del ingeniero Slim, no sabrá qué hacer por 20 o 25 años, porque dichos trabajadores sufren frecuentemente de hernias discales de columna alrededor de los 50 años de edad.

En este sentido me parece que la propuesta está hecha sin detenerse a pensar en las ocupaciones y preocupaciones de la gente. Es pues una propuesta poco humana; muy económica, pensando en solo un sector muy reducido de la población.

Más aún, es necesario realmente elaborar un estudio. Conozco varias propuestas (CIEP, Grupo ASPEN, BID, y otras) que tomaron meses e incluso años y que involucraron grupos de trabajo muy calificados para llegar a propuestas viables y coherentes financieramente y, con cierta humanidad. Y ésta del ingeniero, me parece, con todo el respeto y admiración que le tengo, se la sacó de la manga.

Me queda una sensación de que su solución es cacofónica: si hay problema de pensiones, pues que no haya pensión, que trabajen hasta la muerte.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".

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