Incertidumbre a inversiones arriesgan tratado México–Unión Europea

La incertidumbre entre inversionistas y la aparente falta de interés del gobierno podrían arriesgar la ratificación del tratado comercial de México y la Unión Europea.
5 Marzo, 2022 Actualizado el 11 de Marzo, a las 14:18
La modernización del tratado con la Unión Europea ha estado pendiente desde el sexenio pasado (Foto: SRE)
La modernización del tratado con la Unión Europea ha estado pendiente desde el sexenio pasado (Foto: SRE)
Arena Pública

ACTUALIZACIÓN (11 Marzo; 9:45 hrs-Hora del Centro de Mex): Se añaden segundo y tercer párrafos al texto original. Se modifica el primer párrafo.

La ratificación del estratégico Tratado de Libre Comercio de México con Europa corre el riesgo de retrasarse aún más, hacia finales del sexenio o inicios del siguiente, por la incertidumbre entre los inversionistas; pero también por el encontronazo entre el presidente López Obrador y los legisladores europeos.

Las relaciones entre el gobierno mexicano y los políticos europeos parecen entrar en una ruta de confrontación. Los duros señalamientos del Parlamento Europeo al gobierno mexicano por los ataques a periodistas y a defensores de derechos humanos dados a conocer este jueves, tuvo como respuesta un colérico e inédito comunicado redactado por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, según reveló en su conferencia matutina de este viernes.

En el comunicado, atribuido formalmente al Gobierno de la República, el Presidente escribe que "no somos colonia de nadie" y califica a los legisladores europeos de "borregos" por sumarse "a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación"; sin embargo, no ofrece respuestas concretas a la preocupación de los legisladores europeos. El texto del TLC de México con la Unión Europea señala expresamente el respeto a los derechos humanos.

Si bien varios analistas han coincidido en que el comunicado publicado la noche del jueves es una más de las estrategias de distracción de López Obrador, para desviar la atención sobre asuntos cruciales como la repuesta de su gobierno al estancamiento económico y la alta inflación, o las acusaciones al Fiscal General de la República; el hecho es que la indefinición en la que entró la ratificación del TLC con Europa desde el inicio de su gobierno, ahora parece encontrar nuevas razones para su congelamiento definitivo durante el actual gobierno.

Desde finales del sexenio pasado el gobierno mexicano está en pláticas para renegociar el viejo Tratado de Libre Comercio de la Unión Europea con México (TLCUEM), vigente desde inicios del siglo. Si bien las pláticas terminaron oficialmente en abril del 2020, la nueva versión todavía no entra en vigor. Y aunque funcionarios  y diplomáticos europeos han mostrado gran interés en terminar el proceso, no se espera que la ratificación termine sino hasta finales del 2023.

Esta ratificación se ha pospuesto en varias ocasiones. Desde la administración pasada se tenía la esperanza de firmar la nueva versión del tratado antes de terminar el sexenio, y a mediados del año pasado se esperaba que entrara a vigor en el último trecho del 2021. Y a eso se debe sumar que “en el segundo semestre de 2020 revivió la pandemia, luego en el primer semestre del año pasado renació con fuerza. Esto probablemente desalentó el trabajo de los equipos. El gobierno se ha paralizado por dos años”, dice Eliseo Díaz, investigador del departamento de Estudios Económicos en el Colegio de la Frontera Norte (Colef).

Los retrasos abren la puerta para que la actual retórica del gobierno ponga en jaque la relación que tiene México con el bloque europeo. “[Iniciativas como la reforma energética] si son un problema real porque, para firmar un tratado comercial con un país, debes dar garantías que vas a cumplir con los elementos que acordaste […]. Esta campaña de golpeteo contra compañías españolas, que es el principal inversionista europeo, causa mucho ruido político y […] podría tener un impacto en las negociaciones para la ratificación” asegura Kenneth Smith, socio del despacho de consultoría Agon y exjefe negociador técnico del T-MEC para el Gobierno de México.

Ya hay señales de cómo estas amenazas a la inversión están reduciendo la disposición de los miembros de la Unión Europea a ratificar el tratado rápidamente. Cuando el presidente sugirió poner una pausa a las relaciones entre España y México, el país europeo pidió a la administración federal recordar que todavía estaba pendiente de entrar en vigor la nueva versión del TLCUEM.

A eso se debe sumar que el gobierno de México probablemente no tiene particular interés en acelerar el proceso de ratificación. “Todavía no existe la voluntad política para [ratificar el tratado]. Me atrevería a especular que nadie le ha explicado al presidente, o el presidente no tiene claro el contexto, de la importancia que tiene este tratado […]. No le pone mucha atención a la política exterior, ya sea la diplomática o la comercial”, comenta Jorge Molina Larrondo, consultor en políticas públicas y comercio internacional y catedrático del Tecnológico de Monterrey (ITESM).

Si existiera el interés, México podría negociar con la Unión Europea que los beneficios económicos más importantes del acuerdo entraran en vigor lo antes posible. “El acuerdo tiene tres partes: Una parte comercial, una parte política y una de inversión”, explica Fernando Ruiz Huarte, director general del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología (Comce).

“Si acordamos dividir el acuerdo en la parte comercial y las partes política y de inversión, podríamos solicitar a la Unión Europea y el gobierno mexicano ratificar primero solo la parte comercial, que sí puede recibir el visto bueno solo del Parlamento Europeo sin pasar por los parlamentos [de los países miembro].  En mi opinión personal, deberíamos acelerar el envío de la parte comercial al Parlamento Europeo y luego trabajar las otras dos con cada país”, asegura.

La complejidad del proceso normal de ratificación significa que la puerta podría estar abierta mucho tiempo más para que la falta de interés del actual gobierno y su retórica de incertidumbre a las inversiones arriesguen e TLCUEM. “Para pasar, tienen que revisarlo y aprobarlo todos los parlamentos [de la Unión Europea]”, señala el especialista del Comce. Esto exige  votar el tratado en 27 países distintos, una barrera burocrática que en el peor de los casos, según Fernando Ruiz Huarte, podría tomar varios años en resolverse.

El peso comercial de la Unión Europea

Todos los especialistas están de acuerdo que la modernización del TLCUEM sería benéfica para México. En datos del Banco de México (Banxico), la versión original del tratado permitió que el valor de la relación comercial entre la Unión Europea y el país (expresado por la suma entre el valor de las exportaciones y el valor de las importaciones) casi se cuadruplicara en las dos décadas entre que entró el vigor el acuerdo, en el año 2000, y finales de 2021, y que casi se duplicara la participación de la Unión Europea en el total de las compras y ventas al extranjero en el país.

Sin embargo, la relación entre el valor de las importaciones y las exportaciones revela una oportunidad comercial importante. A pesar que Europa es una región con un mercado de consumo importante, tanto en bienes agrícolas como de productos manufacturados (las dos actividades económicas que lideraron el crecimiento interanual y trimestral al cierre de 2021), el saldo negativo de México con la Unión Europea ha crecido bastante a lo largo del tiempo.

La actualización del TLCUEM podría cambiar esas circunstancias. “Europa sigue representando una diversidad de oportunidades que la gran mayoría de los exportadores mexicanos no conoce […]. El productor mexicano considera que es mejor exportar a Estados Unidos […] porque lidiar con Europa es otro mundo […]. Es un mercado con un ingreso personal alto. Esto te permite tener la posibilidad de exportar productos con alto valor agregado y que te los puedan pagar por su valor real”, asegura Jorge Molina Larrondo.

También permitiría mayor diversificación. De acuerdo con Eliseo Díaz, “Alemania y Francia tienen una importante inversión en artefactos médicos. [Por eso], sus maquiladoras en la frontera de México continuaron trabajando [durante la pandemia]. Y el comercio con esos países se mantuvo y hasta creció mucho en 2021 frente a 2020 […]. A nivel regional eso tiene diferentes manifestaciones. En 2020, la economía de Baja California se ajusta un 4%, la mitad que el país. Pero en Coahuila, que está más vinculada con Estados Unidos, la afectación a las importaciones y exportaciones fue más fuerte […] y afectó en 10% su Producto Interno Bruto (PIB)”.

Ratificar la renegociación del TLCUEM sería un requisito indispensable para  esta evolución comercial, debido a todos los cambios que contempla respecto al acuerdo de 2000. “Con la Unión Europea había muchos productos sin políticas de cero aranceles, con cantidades limitadas de cuánto se podía vender al año o requisitos de exportación. Pero [con la renegociación, en especial] con agro y agroindustrial, se abre mucho más el tratado. Calculo que más o menos el 60% del comercio bajo el primer TLCUEM estaba bajo políticas de mercado abierto, con este nuevo rebasa el 90%, abriendo nuevas oportunidades en cítricos, cárnicos o frutas”, asegura Kenneth Smith.

No solo es importante ratificar la nueva versión del TLCUEM para mejorar las condiciones comerciales de México con la Unión Europea, apunta Fernando Ruiz Huarte. Sin firmar el acuerdo, es muy probable que el país ni siquiera pueda seguir compitiendo con otras regiones del mundo: “Hay países que tienen un trato preferencial frente a México […]. Un ejemplo es el plátano. Mientras que el plátano mexicano paga impuestos, el de Ecuador no los paga. […] Puede haber un incremento significativo en el sector agroindustrial, y México puede tener una mayor presencia en este sector, que ayudará mucho a su crecimiento y a la generación de empleos”, afirma

Justo por ese potencial es tan importante abordar los elementos que podrían afectar la ratificación del nuevo TLCUEM, así como trabajar para acelerar su entrada en vigor. Y es que, incluso si se cambia de rumbo ahora mismo, “ya hay un costo, independientemente que no se haya aprobado la reforma eléctrica, en términos de incrementar el riesgo país de México y generar una imagen negativa entre los países y las empresas de la Unión Europea ante la viabilidad de sus inversiones a largo plazo […]. Las medidas unilaterales no ayudan en este proceso”, concluye Kenneth Smith.