Familias gastan 373 pesos mensuales más por alzas de precios en alimentos

Los incrementos más importantes se han concentrado en la carne y cereales, a los que los mexicanos destinan el 39.7% de su gasto alimenticio.
22 Febrero, 2022 Actualizado el 22 de Febrero, a las 10:25
Comerciante en Tulancingo, Hgo. (Foto: Gobierno de Tulancingo)
Comerciante en Tulancingo, Hgo. (Foto: Gobierno de Tulancingo)
Arena Pública

El alza de precios en los alimentos ha provocado que las familias mexicanas gasten 11.4% más que hace un año; unos 373 pesos más.

Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gasto en los Hogares (ENIGH) 2020, el 38% del gasto de las familias se destina a alimentos, siendo la carne y los cereales, los dos alimentos a los que los mexicanos destinan la mayor parte de su gasto alimentario participando con 22.9% y 16.8% del total.

La inflación ha motivado de que decisiones como comer una albóndiga menos o comer menos tortillas, hayan pasado de ser una mera cuestión de gusto, a convertirse en una necesidad de cara al alza de precios registrada en el último año. Con los mismos datos de la ENIGH, en 2021 el gasto alimenticio promedio trimestral aumentó 12%, de 9 mil 802 pesos hasta 10 mil 922.50 pesos, un incremento de mil 120.50, es decir 373.50 pesos mensuales más.

En el caso de las carnes, excluyendo pescados y mariscos, el encarecimiento ha sido de 16.5%; mientras que los cereales, incluyendo pan y tortilla, ha alcanzado 13.25%, muy por encima de la inflación general de 8.5% acumulada desde que se levantó la encuesta en noviembre de 2020. Pero no son los únicos.

Este inicio de año, los compradores se han llevado varias sorpresas pues los vegetales han subido fuertemente de precio. El caso de los chiles serranos (33.5%), cebolla (72%), tomate verde (47.8%) y jitomate (50.2%), los vegetales más básicos de la cocina mexicana destacó entre todos.

Sin embargo, los mismos datos del Inegi señalan que pese a los importantes incrementos para los compradores mexicanos, varios de ellos no estuvieron fuera de su tendencia de los últimos años, provocada por los efectos climatológicos anuales sobre las cosechas. 

Pero a diferencia de las verduras, en el caso de las frutas sí existe un alza fuera de tendencia. Su encarecimiento estacional solía ser de alrededor del 10% entre diciembre y mayo, su temporada alta. Sin embargo, en esta ocasión solo en enero los precios ya habían alcanzado un nivel 9.7% mayor que en diciembre.

Anteriores episodios de fuertes alzas en el precio de la fruta se habían dado sólo en la temporada 2016-2017, cuando subieron en 15.4%, presionadas por el incremento en el precio de los combustibles, y antecedido por otro fuerte incremento de 23.6% la temporada del año anterior. 

Para “fortuna” de las familias, las frutas apenas representan el 4.7% del gasto alimenticio, muy por debajo de las verduras con 11.9% e incluso de los lácteos con 9.1%. 

Sin embargo el dato sigue siendo alarmante, en especial considerando que en el país el 22.5% de la población, unas 28.6 millones de personas carecen de acceso a una alimentación nutritiva y de calidad, según el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social. 

Alta disparidad entre mercados tradicionales y supermercados

Buena parte en el incremento de algunos productos recae en los precios de intermediación de los mismos, ya sea por transporte, otros costes operativos o incluso por mero lucro.

Según un Análisis de márgenes de comercialización elaborado por el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), la intermediación de algunos productos agrícolas que van del campo a la mesa de los consumidores puede conllevar un incremento de más del 80% en el precio de los mismos.

Según su presidente, Juan Carlos Anaya, los precios se han disparado también como producto de afectaciones en las cadenas de suministro por mal clima, mayores costos de recolección y empaque,e incluso como producto de los aumentos en los precios de fertilizantes e insecticidas.

El GCMA pone como ejemplo al limón, cuyo precio subió hasta las nubes en las últimas semanas, y cuyo precio al productor es de 27 pesos; para repartidores, 35 pesos; para vendedores al mayoreo; 43 pesos, mientras para el consumidor final es de 80 pesos, más del triple de su precio original. 

Según el análisis mensual de precios que realiza la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDECO) de la Ciudad de México, la disparidad de precios para un mismo producto llega a ser de 30 pesos, siendo los supermercados en los que se ven mayores disparidades, por encima de los mercados sobre ruedas o tianguis.

Pero es la Central de Abastos de la Ciudad de México, así como las centrales de otros estados, las que ofrecen la canasta básica más barata incluso a nivel nacional ha señalado la Procuraduría Federal del Consumidor.  No obstante, las Centrales de Abasto, pese a tener algunos puestos de venta al menudeo, no suelen ser un punto de compra para consumo final sino uno de distribución al mayoreo para restaurantes u otro vendedores, a comparación de los tianguis, mercados públicos y supermercados.