Hay focos amarillos hacia 2019

Las finanzas públicas son extremadamente estrictas y severas… hay miles observando el desempeño económico y de finanzas públicas del país.
19 Agosto, 2018 Actualizado el 17 de Septiembre, a las 11:55
González Anaya concluye su encargo el 30 de noviembre al frente de la SHCP
González Anaya concluye su encargo el 30 de noviembre al frente de la SHCP
Arena Pública

Cuida cada palabra durante la entrevista, corroborando lo exigente que es con sus colaboradores, como lo han testimoniado en varias ocasiones.

La entrevista con José Antonio González Anaya, el secretario de Hacienda de México, se desarrolla en su oficina de Palacio Nacional que parece más un impecable museo que una oficina de trabajo.

Argumenta con vehemencia sobre los buenos resultados recientes en las finanzas públicas y comparativamente con otros países en el crecimiento de la economía. Pero es contundente respecto del estado de la deuda pública uno de los asuntos más polémicos en el gobierno de Enrique Peña Nieto que está por concluir. “Concluyo categórico: No hay un problema de deuda en este país, tenemos otros retos, ése no es uno de ellos”, dice cerrando sus respuestas.

El doctor en economía por la prestigiada Universidad de Harvard se niega a hablar sobre el paquete económico para 2019 –“yo no opino sobre lo que viene”- pero sí cede a la propuesta de hacer recomendaciones generales en finanzas públicas.

“Las finanzas públicas son extremadamente estrictas y severas, eso sí puedo decir. México es un país tremendamente expuesto a los mercados internacionales… hay miles de personas observando el desempeño económico y de finanzas públicas del país”

González Anaya no pierde oportunidad para lanzar un aviso hacia los próximos meses y hacia quién ocupará aquella esplendorosa oficina de Palacio Nacional. “Siempre hay incertidumbres, ahora se complica. Yo le añadiría a tus preocupaciones, la normalización de la política monetaria en el mundo. Cada vez que suben las tasas de interés, las cosas se aprietan, entonces sí hay que estar pendientes”.

Así, hay focos amarillos en la economía hacia 2019.

Ve la entrevista completa con González Anaya.

 

Usted ha dicho que entregará al gobierno de López Obrador una economía con crecimiento, con finanzas públicas sanas y sin crisis de deuda; y esas son buenas noticias. Sin embargo, la gente no lo percibe así. Votaron abrumadoramente en contra del gobierno al que usted pertenece. ¿Cómo se explica?

¡Uff! Esa pregunta creo que no tiene una respuesta económica y tiene una respuesta más política, que va más allá de mis atribuciones.

Pero déjame elaborar sobre la primera parte. Mi función es entregar una economía bien anclada, una economía bien cimentada que está creciendo. Quisiéramos crecer más, no hay duda. Una economía con inflación que viene a la baja, con tasas de interés razonables. Un sistema bancario líquido, solvente. Una deuda con una trayectoria descendente. Entonces, los fundamentos macroeconómicos están sólidos, están bien anclados, no están con alfileres, están con tornillos y con cimientos.

La explicación de las votaciones, yo creo que va más allá de lo mío. Hay una famosísima frase de la elección americana de Clinton que dice: “Era la economía, estúpido”. Aquí lo que yo diría es que no es la economía, es algo más. Y eso ya son especulaciones más allá de mis atribuciones.

 

Es decir, la gente no voto el primero de julio por razones de su bolsillo, como tradicionalmente ocurre en muchas elecciones.

Si uno ve objetivamente los parámetros de la economía mexicana, van bien. Siempre quisiéramos más, pero en los últimos años hemos crecido más que Chile, que siempre crece más que nosotros, más que Colombia, más que Argentina, más que Brasil; incluso más que Estados Unidos.

El empleo generado (tiene) cifras récord. En este sexenio, en los últimos años, se han generado más empleos que en los doce años anteriores. Hemos tenido la tasa de inflación más baja en un sexenio de la historia reciente del país, sino es que de la historia. Así que, cuando uno ve las variables económicas objetivamente, uno no entendería esto. Pero esa es otra discusión, la gente vota por muchas razones.

 

Cuesta trabajo entender esta animadversión de la gente al momento de votar, cuando la situación económica está mejor, o cuando la situación personal o familiar está mejor. Es complicado razonar esto de que la gente abrumadoramente vote en contra de un gobierno que está llevando bien las cosas en la parte económica.

Sí, pero ahora sí que soy economista, no soy politólogo. Y hay que preguntarle a la gente.

Hago otra analogía. A mi no se me olvida porque yo estaba estudiando la carrera, cuando en 1987 Robert Solow ganó el premio Nobel de Economía un día después del crash de 1987 y le preguntaron: “¿Cómo explica usted la caída del mercado de valores?” Y su respuesta fue, en mi opinión, fantástica. Dijo: “Hoy en la mañana me habló mi hijo para felicitarme y me dijo que no dijera nada tonto sobre el mercado de valores, no lo voy a defraudar, así que no voy a opinar, para eso hay que entender otras cosas”. Entonces, yo creo que esto es un proceso complejo.

 

Estamos a poco más de tres meses de terminar este gobierno. Con una mirada retrospectiva ¿cómo evalúa la reforma fiscal que emprendió el gobierno en este sexenio? ¿Fue suficiente para dar estabilidad a las finanzas públicas, en el mediano y largo plazos?

Una de las grandes cosas de esta administración, sin duda, es su agenda de reformas estructurales. Eso le ha permitido y le ha dado al país muchas fuentes adicionales de crecimiento que antes no tenía. Menciono una que también me tocó a mí, que es la parte energética, y de ahí entro a la parte fiscal.

La reforma energética, al día de hoy, se ha traducido en 200 mil millones de dólares de compromisos de inversión. Eso era impensable al inicio o incluso a la mitad del sexenio.

Cuando llegué a Pemex, yo decía que un buen escenario iban a ser 50, 200 mil es una locura. Es el doble de la deuda externa del gobierno federal. Entonces, como estas hay muchas. Pero una es la reforma fiscal.

¿Qué beneficios veo yo? Si comparamos los choques que sufrió la economía mexicana recientemente comparados con el pasado, vemos que en el 82 se cayó el precio del petróleo a menos de la mitad, en el 2000 tuvimos una recesión y se volvió a caer el precio del petróleo, y esta vez se cayó el precio del petróleo 70 por ciento.

Cuando vemos los comparativos del choque petrolero y del choque de la actividad económica estadounidense comparados con los de hoy, lo que cualquiera hubiese predicho para la economía mexicana, hubiese sido no sólo una recesión, sino una contracción seria. Sin embargo eso no ocurrió. Y no ocurrió por las reformas estructurales, pero también porque en 2012 el petróleo significaba el 40 por ciento de los ingresos del sector público; hoy significa el 18 por cierto.

Lo que pasó es que se cayeron los ingresos petroleros, pero con la reforma fiscal se pudo compensarlos y no tener una crisis de finanzas públicas. Hoy tenemos una economía que desde hace tiempo no es petrolizada, y tenemos finanzas públicas que están mucho menos petrolizadas que antes.

Doy otro indicador: el número de contribuyentes aumentó 50 por ciento, de 40 a 60 millones.

La reforma fiscal cumplió una función fundamental, nos salvó potencialmente de un problema bien grave, y nadie se dio cuenta. La caída del precio del petróleo afectó a Pemex, que yo dirigía en ese momento y fue una crisis tremenda, pero no hubo una crisis de finanzas públicas. Siempre había.

Yo creo que nos da una plataforma sólida para seguir creciendo. ¿Falta por hacer? Sin duda. ¿Tenemos que aumentar el número de contribuyentes? Sin duda. ¿Tenemos que reducir la evasión? Sin duda.

Hay que seguir trabajando en esto y hay que seguirle ajustando a las nuevas realidades. Doy una que es fundamental y que se va a tener que hacer en los siguientes años: Las nuevas economías digitales requieren de nuevas técnicas para cobrar impuestos. Si vemos la portada de The Economist, dice que hay que modernizar el régimen fiscal del mundo.

 

Algunos analistas han señalado que los beneficios que dio la reforma fiscal sirvieron básicamente para pagar el costo de una deuda que creció de manera acelerada a partir de 2012 hasta los últimos años. ¿Qué opina sobre esto?

Hay que poner la situación de la deuda en su justa dimensión. No la minimizo, pero hay que ponerla en su justa dimensión.

Primero, el nivel de deuda como porcentaje del PIB de México es relativamente bajo. Está muy por debajo de la OCDE, es menos de la mitad del monto comparativo de economía con Estados Unidos, donde es del 100 por ciento, en Japón es el 200 por ciento del PIB, y nosotros estamos en el 45 por ciento.

 

Estamos en el 45, pero veníamos del 18 por ciento en 2007 y del 33 por ciento en 2012.

Y del 100 por ciento en 1990.

 

 

Bueno, si nos vamos mucho más atrás; pero traíamos un nivel de deuda distinto.

Correcto. Pero déjame hacerte un matiz, tienes razón. Arrancó el sexenio con 37, llegó a 49, y ahora estamos en 45.

Lo importante de la deuda es la trayectoria como porcentaje del PIB y lo que vemos es que, en efecto, la deuda creció los primeros años de la administración, no se niega. Pero tampoco se puede negar que la deuda disminuyó y va a seguir disminuyendo los últimos años de la administración y eso es lo que importa. Y una última reflexión: se arrancó en 37, vamos a terminar en 45 por ciento.

Ahora, ¿cómo se explica este incremento? Hubo un ajuste macroeconómico a la mitad de la administración del presidente Peña que costó e implicó un sacrificio justamente para revertir esta tendencia, que la gente no lo ve porque no fue una crisis.

Pero vamos a la parte final: 37 a 45. De esos, más o menos, redondeando los números, la mitad, 4 puntos, son porque se movió el tipo de cambio. Como tenemos deuda externa, eso nos sube la deuda como porcentaje de nuestro PIB que está en pesos, no fue déficit adicional.

De los otros cuatro que quedan, uno y medio son porque se transparentó la deuda de pensiones de CFE y de Pemex. Insisto y subrayo: transparentó. Esa deuda ya existía, nada más que la transparentamos y lo hicimos en términos favorables para el gobierno porque es menos de lo que existía antes. Y de ahí lo que queda, que es un poco más de dos, sí es deuda que es inversión.

Y concluyo categórico: No hay un problema de deuda en este país, tenemos otros retos, ese no es uno de ellos.

 

El servicio de la deuda ha venido creciendo de una manera importante. Alrededor de 650 mil millones de pesos cada año se dedican al costo de la deuda en su conjunto, y es preocupante porque las tasas de interés vienen a la alza en el mundo, particularmente en Estados Unidos. El servicio de la deuda está creciendo a una tasa del 7 por ciento anual, que es el triple de los que crece la economía, y que es varias veces lo que crecen los ingresos tributarios. Es decir, si proyectamos estas curvas, pareciera ser que el servicio de la deuda es insostenible a este ritmo.

Creo que estamos viendo un pedacito de la curva. En efecto, han subido. Aquí hay dos efectos, tú mencionaste uno y yo mencioné el otro. Uno es el tipo de cambio, sube el servicio de la deuda porque tienes que pagar los intereses de la deuda externa en dólares. Y dos, están subiendo las tasas de interés.

Pero la regla de la sustentabilidad de deuda no es altas matemáticas, es la deuda como porcentaje del PIB, punto. La deuda como porcentaje del PIB en efecto subió, de 37 a 49, pero bajó. Y vamos a entregarla en 45 con trayectoria hacia abajo, entonces es absolutamente sostenible.

 

¿No hay preocupación de que este costo del servicio de la deuda -más las pensiones, que es otra presión que tenemos en las finanzas públicas- se están incrementando, en el caso de las pensiones a tasas de dos dígitos cada año?

Las finanzas públicas es una tarea difícil. Y por eso siempre tenemos una situación de finanzas públicas que hay que estar cuidando. Por eso se hace la reforma fiscal, por eso tratas de mejorar la eficiencia del gasto, etcétera.

Si tu pregunta es si hay preocupación, por supuesto que hay preocupación, pero hay ocupación y eso es lo que hemos venido haciendo: Ocupándonos de atender estos problemas. Por eso se han tomado decisiones difíciles, no siempre populares, pero difíciles.

 

¿Se tendría que hacer una nueva reforma fiscal para atender estos asuntos?

Habrá que verlos cada año. Cómo van creciendo y qué cosas tienes que ir cambiando. No es una decisión que yo me atrevería a predecir ahorita.

 

Pero desde el punto de vista del economista, del hombre experimentado en economía, ¿qué se requiere?

Lo que hay que ir viendo es cómo mantener un sistema tributario boyante y que vaya creciendo con la economía y vaya creciendo bien. Te doy un ejemplo de algo que yo hice: Se aumentaron los ingresos en el IMSS al doble, del ritmo de la economía, sin hacer ninguna reforma.

 

Ahora, los ingresos tributarios en este primer semestre han crecido muy poquito, 1 por ciento, más o menos.

Mira, nosotros creemos que vamos a cumplir con la meta de los ingresos tributarios, y de los ingresos del gobierno, y del déficit del gobierno para terminar el sexenio.

 

Hay un asunto que ha pasado desapercibido que tiene que ver con los vencimientos de la deuda externa. Entiendo que para este año ya están cubiertos estos vencimientos, pero para el 2019 y en adelante, por lo menos hasta el 2023, son montos muy altos. Alrededor de 66 mil millones de dólares son las amortizaciones que se tienen calculadas para los próximos 5 años a partir del próximo año, un promedio de 13 mil millones de dólares al año. Esto es mucho más que las amortizaciones que hemos tenido durante este sexenio.

México ha tenido un manejo ejemplar de su deuda. No la manejé yo, entonces puedo decir con toda confianza que ha tenido un manejo ejemplar.

Hago un recordatorio: Cuando llegué a Hacienda la curva de deuda en pesos en tasas nominales era de menos de un año en el 2003, hoy es de 30 años. Hice una investigación casual, y ningún país en ningún momento de la historia ha alargado su curva de deuda a la velocidad a la cual México ha logrado extender su deuda tan rápido.

Todo el tiempo estamos haciendo manejos de deuda. Prefondeamos el 2018 antes del 2017, ahora trataremos de hacer algunas operaciones para que todo esto se vaya manteniendo. Pero si uno le pregunta a cualquier calificadora, no hay ninguna preocupación de las amortizaciones de la deuda del país hacia adelante, por eso nos cambiaron la perspectiva a “estable”.

 

Es decir, estos vencimientos que se tienen de deuda no son motivo de preocupación para el Secretario de Hacienda. ¿No será un problema para el nuevo gobierno?

No debe ser. Esto se lleva manejando de esta manera desde hace mucho tiempo, entonces no debe serlo.

 

Lo que llama la atención es el monto. Es decir, sí son notablemente mayores los vencimientos de deuda externa para los próximos años que los que han transcurrido.

Y no los tengo, pero muchas veces hemos hecho lo que nosotros llamamos “manejo activo de deuda”, en la cual tienes un vencimiento para este año, lo pagas y lo pones en cinco años, y renuevas antes y lo vas alargando.

Es decir, tienes que estar manejando la deuda, no la puedes dejar como está. Tenemos una curva bastante uniforme, no tengo ahorita los números en la cabeza, pero es bastante larga. Cuando platicamos con los analistas no ha sido un tema que haya salido.

Usted es un economista muy experimentado y diría que un político muy experimentado. Ha coordinado la relación del presupuesto con los estados de la federación, dirigió Pemex, dirigió el Seguro Social, ha sido subsecretario de Hacienda y ahora Secretario de Hacienda, por cierto en un momento especial, enfrentando este termino de sexenio, así que conoce los detalles de las cifras y los recovecos de la economía.  ¿Acaso es posible bajar impuestos, bajar el precio de las gasolinas y crecer el gasto social a la vez?

 

Dado como lo preguntaste, te voy a responder. Yo no opino sobre lo que viene.

Llevo, como tú acabas de decir de una manera muy agradable y elogiosa, 15 años opinando y defendiendo políticas económicas en este país, ya no me toca decir de lo que viene. Eso le tocará a mi sucesor resolver los retos que tengan, todos tenemos retos en este tiempo.

 

Para fines informativos, su predecesor me dijo en su oficina que eso no es posible.

El tiene otras políticas. Hay que ser respetuosos. Como secretario de Hacienda no quiero opinar sobre lo que viene. El dos de diciembre seré ciudadano y opinaré sobre otras cosas.

 

Lo que pasa es que estamos hablando de finanzas públicas, y hoy estamos enfrentando en el mundo problemas serios en los mercados por las finanzas públicas. Ahorita, el foco es Turquía, pero antes el foco fue Rusia y antes fue México.

Déjame hacerte un comentario general: Las finanzas públicas son extremadamente estrictas y severas, eso sí puedo decir. México es un país tremendamente expuesto a los mercados internacionales. El peso mexicano es una de las monedas de mercados emergentes más líquidas del mundo, si no es que la más líquida del mundo. Entonces, no hay decenas ni centenas, hay miles de personas observando el desempeño económico y de finanzas públicas del país.

 

¿Habría que manejar las finanzas públicas bajo esa óptica?

Los mercados siempre van a estar así y pendientes.

 

Una preocupación que existe es el entorno externo, con tasas en EU a la alza, con vientos proteccionistas al comercio, con tensiones geopolíticas y un menor crecimiento esperado incluso en Estados Unidos para el próximo año, ustedes mismos esperan un menor crecimiento para el próximo año.  Y además en lo interno, tenemos la incertidumbre de una transición política y un nuevo gobierno del cual sabemos muy poco, ¿habrá que ser mucho más precavidos con las previsiones económicas? Y estoy pensando en el paquete económico para 2019, en el cual usted participa y su equipo de trabajo.

A México le ha servido bien tener políticas fiscales y monetarias conservadoras y prudentes. Eso nos ha permitido sortear esto. Insisto, no nos hemos dado cuenta, pero los choques que enfrentamos en los últimos años no fueron menores, históricamente hablando. Típicamente nos hubiésemos metido en un problema y eso no ocurrió. Eso se debió a las reformas estructurales, pero también a que la parte fiscal y monetaria está sólida. Así que hay que ser conservadores.

Siempre hay incertidumbres, ahora se complica. Yo le añadiría a tus preocupaciones, la normalización de la política monetaria en el mundo. Cada vez que suben las tasas de interés, las cosas se aprietan, entonces sí hay que estar pendientes.

 

¿Eso significa por lo menos un foco amarillo?

Sí, sin duda, hay que estar pendientes.

 

Y ese foco amarillo se traducirá en el paquete económico que se presentará en diciembre próximo.

Antes del 15 de diciembre, sí.

 

El 30 de noviembre concluye su trabajo en la Secretaría de Hacienda, ¿qué sigue para José Antonio González Anaya?E

El desempleo. Vamos a buscar activamente un trabajo. Así que va estar interesante ese nuevo reto.

 

Para terminar, ¿cuál sería su conclusión para esta etapa que termina como servidor público en México?

Que es fascinante y es absolutamente enriquecedor en lo personal. Todo lo que uno aprende y el sentimiento de que estás haciendo tu “chamba” por tu país. Entonces sí es una experiencia fantástica.