Del hambre a los alimentos azucarados, el nuevo reto para erradicar la desnutrición
Si de comer se trata para los latinoamericanos mejor lleno que sano.
El reto para erradicar la desnutrición dio un giro de 180° en las últimas tres décadas, pasó de combatir el hambre a una dieta poco nutritiva basada en alimentos con alto contenido de grasas y azúcares.
La población subalimentada en América Latina y el Caribe -aquella cuyos recursos no alcanzan para comer los requerimientos energéticos mínimos para tener una vida saludable- pasó de 14.7% en 1990 a sólo 5.5% en 2015, una disminución de 9.2 puntos de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidos para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En contraste casi el 60% de la población regional cuenta con sobrepeso, dicho panorama establece un nuevo reto en la lucha contra la desnutrición, poner al alcance de toda la población una dieta nutricionalmente adecuada y suficiente, asegura la organización en su informe “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2016.”
Las dietas con alto contenido de azúcar, grasas y sal van en aumento en la región, una de las causas señaladas por la FAO son los costos más accesibles frente a los alimentos saludables.
Para obtener una concentración de energía de 100 kilocalorías sólo se necesitan 0.05 dólares con alimentos compuestos por mantequilla, azúcares y aceites, y 0.80 dólares si es con verduras, es decir, se necesitan 16 veces más recursos si la energía se obtiene a partir del consumo de alimentos saludables.
El dato cobra relevancia con la depreciación de las monedas regionales frente al dólar y la concentración de la pobreza, pues la pérdida de valor impacta al alza los precios de los alimentos y otros bienes básicos.
En el caso de México el tipo de cambio pasó de 14.75 pesos por dólar al inicio de 2015 hasta 21.47 pesos en lo que va de enero en el mercado de mayoreo, lo que significa una depreciación de 45%.
La depreciación ha tenido un impacto en la inflación reconocido por la Junta de Gobierno del Banco de México que afecta principalmente la seguridad alimentaria y nutricional de las familias más pobres, esto es, el 9.5% de la población o 55.3 millones de personas de las cuales 11.4 millones se encuentran por debajo de la línea de pobreza extrema, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
Al contar con menos recursos para alimentarse con una dieta saludable es común que exista un consumo orientado hacia alimentos de alta densidad calórica, por lo que la erradicación de la pobreza es una condición fundamental para garantizar el acceso a los alimentos saludables y el combate al hambre, sentenció la Organización de las Naciones Unidos para la Alimentación y la Agricultura.
A FONDO: Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2016, FAO, 2017.
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