Lo que indican los indicadores

Actualmente, se menosprecia el análisis económico cuidadoso de lo que realmente significan los nuevos indicadores económicos.
1 Marzo, 2023

No pasa un solo día en que la prensa y medios digitales, al igual que muchos analistas económicos y financieros, reporten o comenten algún dato económico relevante. En repetidas ocasiones percibo una carrera entre todos ellos por ser el primero en reportar “el dato del día”.

En principio, esto no tiene nada de malo. Mi preocupación es que al actuar con tal premura se menosprecia el análisis económico cuidadoso de lo que realmente significan los nuevos indicadores económicos. En el mejor de los casos, se encuentran ejemplos como “la inflación alcanzó su nivel más alto desde…”, “el tipo de cambio (sic) alcanzó su nivel más bajo en los últimos X años”, “de mantenerse esta tendencia, al cierre del año el producto interno bruto será de …”, etc. Esta forma de reportar los indicadores se traduce en un análisis coyuntural que genera confusión e incluso genera una visión dispersa e incorrecta de lo que realmente sucede en la economía. 

Es raro encontrar que la nueva información de un indicador se acompañe de una discusión de otros indicadores relevantes que contribuyan a proveer una interpretación sensata de la información económica. Como se dice coloquialmente, “mucho ruido y pocas nueces”.

Para ilustrar, el 24 de febrero el INEGI dio a conocer que en el cuarto trimestre de 2022 y con cifras desestacionalizadas, el Producto Interno Bruto (PIB) avanzó 0.5 % a tasa trimestral, en términos reales, lo que implicó un crecimiento a tasa anual de 3.7 %, en términos reales en ese mismo periodo. Para el año en su conjunto reportó un crecimiento anual de 3.1%, tanto en cifras originales como con datos desestacionalizados. Al respecto, muchos medios y analistas se apresuraron a expresar que el PIB trimestral del último trimestre de 2022 “es el más alto desde el primer trimestre de 2019”, cosa que es totalmente falsa.

Para colmo, un subgobernador de Banco de México publicó en su cuenta de Twitter que “el punto máximo del nivel de actividad económica medido por el PIB fue el tercer trimestre de 2018. Con el dato que el INEGI dio a conocer ahora del PIB del cuarto trimestre de 2022, llegamos a un nuevo máximo, 0.04% por encima del PIB del máximo anterior”, como si esto fuera un gran logro. En realidad, es el PIB más alto de la historia. Lo que probablemente quisieron decir es que, por fin, el PIB superó su nivel registrado en el primer trimestre de 2019 (y no en el tercer trimestre de 2018 como escribió el subgobernador).

Otros se apresuraron a decir que “el PIB hiló cinco trimestres con variaciones positivas”, cuando en realidad el producto ha mostrado una lenta recuperación (rebote) después de la fuerte contracción que registró en 2020 como resultado de la pandemia COVID-19, así como de las pésimas políticas económicas y de otros factores que han inhibido el crecimiento durante la presente administración. De hecho, si se consideran las variaciones trimestrales del PIB durante la presente administración, este indicador ha mostrado un crecimiento acumulado de 0.083%, equivalente a un magro promedio anual de 0.02%, muy por debajo de la tasa de crecimiento promedio de la población.

La economía mexicana registró una contracción de 19.1% entre el primer trimestre de 2019 y el segundo trimestre de 2020 (cinco trimestres de contracción) por las razones antes aludidas. Su recuperación fue lenta y no fue sino hasta el segundo trimestre del año pasado (ocho trimestres) que alcanzó un nivel escasamente superior a su nivel prepandemia. Si acaso, el punto realmente destacable del PIB del cuarto trimestre de 2022 es que significó un incremento de 3.7%, de tal forma que se trata de un crecimiento relativamente vigoroso en relación con el mismo trimestre del año anterior. Sin embargo, es importante señalar que los incrementos trimestrales del PIB a lo largo de 2022 sugieren una desaceleración gradual, al pasar de 1.17% en el primer trimestre a 0.46% en el cuarto trimestre.

Un análisis económico serio pretendería explicar las causas de esta desaceleración. Para mi sorpresa, cuando se dio a conocer el dato del PIB correspondiente al último trimestre del año pasado, el grueso de los analistas se apresuró a revisar al alza sus pronósticos para 2023. Si a este debilitamiento se agrega la expectativa de una posible desaceleración, o incluso una recesión, en la economía estadounidense, debe ser claro que el panorama en términos de crecimiento se caracteriza por importantes riesgos a la baja.

Un segundo ejemplo al que quisiera referirme es el nivel actual de la tasa de interés de referencia del Banco de México.

Muchos comentaristas y analistas coinciden en que el Banco de México ha realizado un excelente trabajo por el simple hecho de elevar su tasa de interés en respuesta al alza de la inflación. También han señalado que el nivel actual de la tasa Banxico de 11% a partir del 10 de febrero de 2022 es históricamente alto. De hecho, cinco meses atrás cuando Banxico aumentó su tasa de política en 75 puntos base para situarla en un nivel de 8.25% a partir del 12 de agosto del mismo año, el mencionado subgobernador ha venido afirmando reiteradamente que la tasa de interés de Banxico es históricamente alta.

De nueva cuenta, este es el tipo de dimes y diretes de naturaleza coyuntural que poco aportan a que la sociedad esté mejor informada. Suponiendo, sin conceder, que dicha afirmación es correcta, es claro que los incrementos de la tasa de interés objetivo que han tenido lugar desde junio de 2021, mes en que la inflación anual ya se ubicaba en niveles cercanos a 6% (3 puntos porcentuales por encima del objetivo de inflación de largo plazo), no han sido suficientes para contener una inflación que hoy por hoy se encuentra en 7.91% (4.91 puntos porcentuales por encima del objetivo).

Por lo que hace al nivel de la tasa de interés objetivo de Banxico, es pertinente señalar que el objetivo corresponde a la tasa de fondeo bancario a un día. La última vez que dicha tasa de fondeo se ubicó en 11% fue el 14 de junio de 2001, y con anterioridad a esa fecha fue siempre mayor a ese porcentaje, y mostraba una clara tendencia descendente desde que se inició su cálculo el 3 de noviembre de 1998.

En ese entonces, Banxico instrumentaba su política monetaria a través de “el corto”. Siendo así, es incorrecto afirmar que la tasa actual de Banxico es históricamente alta desde el punto de vista de la política monetaria. Más aún, en junio de 2001 la tasa de inflación anual era de 6.57% (1.34 puntos porcentuales por debajo de la inflación actual) y también mostraba una tendencia clara descendente. En aquel entonces, a nadie le pareció que la tasa de interés de fondeo sobre la que incidía Banxico a través de sus acciones de política monetaria fuera excesivamente alta, a pesar de que la inflación era menor que la actual.

Durante mi larga carrera en Banxico tuve la oportunidad de colaborar de cerca con muchos integrantes de la Junta de Gobierno de Banxico. En todo momento tanto la Secretaría de Hacienda como los integrantes de la Junta de Gobierno siempre procuraron, con una pulcritud diligente que su discurso y afirmaciones fueran incuestionables tanto desde el punto de vista estadístico como analítico.

En contraste, durante la presente administración las cosas son muy diferentes. Hasta, el vocero del presidente, quien carece de un conocimiento económico básico, ocasionalmente cacarea en redes sociales supuestos avances positivos en materia de crecimiento económico, empleo e inflación. 

Abraham Vela Dib Abraham Vela Dib Economista por el Tecnológico de Monterrey, maestro en Economía por el Colegio de México y doctor en Economía por la Universidad de California en Los Ángeles. Fue presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR) desde 2018 hasta 2021. Antes, trabajó en el Banco de México y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Actualmente es profesor en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

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