Nearshoring y el Mito de la Globalización: ¿Por qué los Estados Unidos necesitan a México?

Según Shannon O’Neil, la razón detrás del declive industrial en los Estados Unidos no fue la globalización sino la falta de una mayor integración comercial con la región de Norteamérica.
31 Enero, 2023

De tiempo en tiempo nos llegan nuevos conceptos e ideas económicas que prometen revolucionar el mundo que conocemos. Por ejemplo, en los noventa la acelerada integración comercial nos trajo el concepto de globalización. Hace 20 años la aparición de Internet y la digitalización nos presentó la tercera revolución industrial.

En los últimos meses, el nearshoring ha tomado por asalto la agenda económica en México. Las búsquedas de la palabra nearshoring se han multiplicado casi 15 veces en los últimos 6 meses en Google, bancos de inversión y firmas de consultoría se apresuran a publicar reportes sobre el tema del momento. A pesar del lugar protagónico que ha adquirido el nearshoring en los últimos meses, cuando se trata de profundizar en el tema, es difícil encontrar fuentes que lo expliquen en toda su dimensión.

Esta semana Shannon O’Neil autora de “El Mito de la Globalización: ¿Por qué las regiones importan?” presentó su más reciente libro en el Tec de Monterrey y nos compartió su visión sobre este importante tema.

 

La ciudad de Akron, Ohio, fue durante la mayor parte del siglo XX la capital mundial de la industria de los neumáticos. Goodyear, Firestone, Goodrich y US Rubber, más tarde conocida como Uniroyal, todas clasificadas entre las 100 empresas más grandes de los Estados Unidos abastecían hasta el 80% de los neumáticos de una pujante industria automotriz.

Todas, excepto Uniroyal, tenían su sede en la ciudad de Akron. El reinado de Akron en la industria de los neumáticos llegó a su fin durante las últimas décadas del siglo XX principalmente por la competencia de empresas extranjeras. En los años 1990 Goodyear era la única empresa que aún mantenía operaciones en la ciudad.

Akron se ubica en el Rust Belt[1] de los Estados Unidos, una región marcada por la desindustrialización, el desempleo y la pobreza. Muchos asocian la mala fortuna de esta ciudad a la apertura comercial y globalización. No sorprende que Donald Trump y su agenda proteccionista America First haya ganado la mayoría de los distritos de esta zona. Sin embargo, la globalización y competencia internacional pudo no ser la causa del declive industrial de Akron y el Rust Belt.

Shannon O’Neil, vicepresidenta de Estudios Latinoamericanos del Consejo de Relaciones Exteriores, nos acompañó el 30 de enero de 2023 en el Tecnológico de Monterrey para presentar su más reciente libro, “El Mito de la Globalización,” en el cual afirma que la narrativa que conocemos sobre la globalización parte de una interpretación errónea. De acuerdo con O’Neil, la razón detrás del declive industrial en los Estados Unidos no fue la globalización sino la falta de una mayor integración comercial con la región de Norteamérica.

Los procesos de integración comercial de las últimas décadas en realidad se han dado al interior de tres regiones: Europa, Asia y Norteamérica. Más de la mitad de los productos que se comercian a nivel internacional viajan una distancia menor a los 5,000 kilómetros, es decir más o menos la distancia entre Nueva York y California. Asimismo, para los países que se ubican fuera de estas regiones la integración comercial ha sido marginal.

El proceso de integración comercial de Europa fue dirigido por los diplomáticos. Tratado, tras tratado, Europa logró integrarse económicamente formando un verdadero mercado único, unificando regulaciones y estándares industriales que facilitaron el flujo de bienes y personas.

Por otro lado, los países asiáticos, comenzando por Japón, hicieron grandes inversiones en sus países vecinos impulsando el surgimiento de clúster industriales y eventualmente de los Tigres Asiáticos. Estos procesos, iniciaron desde la década de los sesenta y setenta, muchos años antes de las pláticas de liberación del comercio internacional que culminarían con la creación de la Organización Mundial de Comercio.

En este sentido, Norteamérica llegó tarde a este proceso. Inició apenas a mediados de los años ochenta y se formalizó en 1994 con la firma del TLCAN. De acuerdo con el “Mito de la Globalización” el declive industrial de Akron y el resto del Rust Belt se debió a que la industria de los Estados Unidos no integró a tiempo a su cadena de valor a la economía Mexicana y cuando lo hizo, el proceso no fue tan profundo.

De haberlo hecho así, la región norteamericana habría podido competir a la par de Asia y Europa, con tecnología y capital estadounidense, así como con mano de obra competitiva mexicana. La conclusión es clara: Estados Unidos necesitó más TLCAN y menos America First.

La regionalización no es un fenómeno nuevo, sin embargo, en los últimos años se han dado eventos que pueden profundizarla. La pandemia del COVID-19, una nueva realidad geopolítica y el cambio climático están llevando a las empresas globales a repensar la configuración de su cadena de valor.

O’Neil nos compartió durante la presentación de su libro, que hoy en día no hay un solo consejo de administración en las empresas globales de los Estados Unidos que no esté pensando en este tema. La profundización de la regionalización, parece ser la respuesta para tener una economía más resiliente y segura. Por primera vez en muchos años, Estados Unidos tiene una política industrial que apunta en esta dirección.

Esta tendencia representa una oportunidad única para México. El nearshoring, el tema del que todos hablan en México en los últimos meses es la materialización de esta discusión. Nearshoring es una estrategia donde empresas internacionales ubican su cadena de valor cerca de los centros de consumo. México tiene una posición privilegiada para aprovechar esta oportunidad al ofrecer menores costos de logística, una larga experiencia de integración con el mercado norteamericano y un mercado laboral robusto que permita competir a la par con Asia.

Sin embargo, el nearshoring podría ser una ventana de oportunidad relativamente breve que de no aprovecharse pasará de largo. O’Neil afirma que en los próximos 5 años la mayoría de las empresas globales habrán definido su estrategia para configurar sus nuevas cadenas de valor a largo plazo. Si México, no logra aparecer como una opción atractiva, otros países podrían desplazarnos al aprovechar mejor la oportunidad.

Hay varias lecciones que podemos extraer de esta conversación. La principal probablemente sea la necesidad de dimensionar el nearshoring tal como lo que es: un nuevo capítulo en nuestra larga y accidentada historia de integración comercial. En este nuevo capítulo, hay un nuevo entorno internacional que ofrece grandes oportunidades para México. Sin embargo, esta profundización de la regionalización no es una solución a todos nuestros problemas. Tampoco es una receta para el desarrollo que garantice crecimiento y equidad.

Shannon O’Neil nació en Akron, Ohio. Haber crecido en el corazón del Rust Belt sin duda contribuyó a formar su visión sobre la globalización. Lejos de culpar a México por el declive de su ciudad natal, afirma que el mejor camino para el crecimiento y prosperidad de los Estados Unidos, se encuentra en sus vecinos. Concluye que mirar hacia el exterior unido, es la mejor forma de que los Akrons de los Estados Unidos prosperen de nuevo.

 

[1] Cinturón de Óxido, es una región en el noreste y medio oeste de los Estados Unidos que ha sufrido un marcado proceso de desindustrialización desde los años setenta. El término hace referencia a una industria abandonada y “oxidada”.

Roberto Durán-Fernández Roberto Durán-Fernández Roberto Durán Fernández es profesor en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Es economista por el ITAM, cuenta con una maestría en economía por la London School of Economics y se doctoró por la Universidad de Oxford, especializándose en desarrollo regional. Ha sido consultor para el Regulador de Pensiones del Reino Unido, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y la Organización Mundial de la Salud. En la iniciativa privada colaboró en la práctica del sector público de McKinsey & Co y la dirección de finanzas públicas e infraestructura de Evercore. En el sector público fue funcionario en la SHCP y en el Banco de México.