Los vientos que soplan las altas tasas de interés
Septiembre fue un mes de mucha volatilidad en los mercados financieros y en octubre ésta probablemente continuará.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) resultó mucho más agresiva de lo que se esperaba, toda vez que la actividad económica sigue resiliente y la inflación aún está lejos del objetivo. No se descarta un incremento adicional en la tasa de interés en noviembre para ubicarla en 5.75%. Incluso, puede haber más si la economía sigue fuerte.
Adicionalmente, existen preocupaciones sobre la solidez fiscal del país y sus debilidades institucionales. El rendimiento del bono a 10 años aumentó de 4.11%, a finales de agosto, hasta alrededor de 4.80% a principios de octubre, niveles no vistos desde 2007. Los índices accionarios reportan caídas. La volatilidad ha estado presente también en las monedas, con el dólar fortaleciéndose. El peso mexicano se ha depreciado cerca de 8.0% desde agosto.
La gran pregunta es si la economía de Estados Unidos por fin va a dar vistos de desaceleración, que apacigüen la incomodidad de algunos miembros de la Fed. El mercado laboral empezó a dar señales graduales y mixtas, pero todavía lejos de un enfriamiento generalizado. La buena noticia es que los salarios no están aumentando sin control. La otra inquietud es si algo podría “romperse” en el camino que mantenga la persistencia de tasas reales elevadas: una bancarrota, algún sector económico frágil que contamine a los demás, como el inmobiliario, por ejemplo. Por ahora nada, la economía ha soportado y sigue fuerte.
En México, la tasa real está cerca del 7.0%, un nivel no visto en mucho tiempo, y por el momento la economía está funcionando bien. La pregunta es, por cuánto tiempo será así. Banxico no tiene prisa en reducir tasas y quiere ver más datos para iniciar a discutir cualquier ajuste. Las tasas no se van a mover si la economía sigue estable y la inflación no se acerca al 3.0%. Un recorte podría ocurrir hasta junio del próximo año y después de las elecciones. El mercado de tasas valida esa perspectiva y sólo descuenta 150 puntos base de recortes de aquí a diciembre de 2024.
Eso significa que la economía tendría que navegar con tasas de interés por arriba del 6.0% real por algunos trimestres más. Yo tengo mis dudas, ya que la recuperación -más bien orgánica- que hemos visto tras el fin de la pandemia ya terminó y resulta difícil argumentar que la tasa neutral en México aumentó de manera considerable.
El impacto de las tasas reales en la economía tendría que verse en algunas variables, como en el crédito a las empresas y en la inversión privada, incluso en el consumo privado. Deberíamos esperar que la actividad se desacelere el resto del año y pierda fuerza de manera importante durante 2024.
Si bien, el apoyo del paquete fiscal 2024 puede dar impulso en la primera mitad del año, ante el inminente fin de sexenio, los trabajos de inversión pública deben ser menores, acentuando la desaceleración. De ser cierto, la economía no debería de crecer más de 1.5% anual en 2024. Sin embargo, si vemos un incremento en la inversión privada como lo vimos en la primera mitad de 2023, sería algo notable en un ambiente de tasas reales elevadas. Me sorprendería mucho.
Es cierto. Existe todavía mucha incertidumbre de cómo la economía evolucionará ante este cambio sustancial en las tasas de interés. Lo deseable es que efectivamente haya un aterrizaje suave junto con la inflación de vuelta a los objetivos de los bancos centrales para que se inicie una reducción de las tasas de interés. Sería fantástico.
Por lo pronto valdría la pena planear 2024 como un año que puede ser mucho más complicado de lo que se espera, con una potencial caída en la actividad, más volatilidad financiera y quizás, hasta ajustes fiscales en el camino. Sume usted los riesgos políticos de un año electoral. Cautela, que los vientos vienen de frente.