¡Al diablo con el centenario de Banxico!

El Banco de México, la institución de mayor prestigio que nos queda en el país, cumple 100 años. Todo un acontecimiento. Pero la ocasión pasará casi inadvertida; y no por estilo personal, sino por mediocridad.
21 Agosto, 2025
Edificio sede de Banxico.
Edificio sede de Banxico.
El Observador

No es cuestión de estilos personales. Es mediocridad. El lunes, el Banco de México –la institución de mayor prestigio que aún nos queda en el país– cumple 100 años de vida, pero solo el entorno de la gobernadora lo atestiguará.

Ni actos públicos, ni foros académicos, ni reflectores internacionales. Solo un par de eventos cerrados, casi privados, en el Museo Interactivo de Economía y en el Hotel Hilton del Centro Histórico de la Ciudad de México, en los que se excluirá a los exgobernadores y, con ellos, se omitirá deliberadamente la historia y el papel crucial que su autonomía ha jugado en la estabilidad económica del país.

Curiosamente, es posible que el centenario de Banxico sea precedido por uno de los discursos más esperados del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en la tradicional reunión en Jackson Hole, en medio de una enorme presión de la Casa Blanca a la independencia del banco central estadounidense. Mientras que en México pareciera que a nadie le importa si Banxico llega a su centenario en condiciones de auténtica vulnerabilidad institucional.

La diferencia no es menor. Mientras Powell enfrentará a un auditorio internacional, analistas, mercados y políticos atentos a cada palabra, aquí la gobernadora Victoria Rodríguez y su equipo cercano han optado por la discreción absoluta, como si conmemorar la historia de la institución fuera un exceso innecesario. Se confunde sobriedad con silencio, y austeridad con irrelevancia. Pero detrás de esta aparente modestia se esconde un hecho más grave: el debilitamiento de la legitimidad del Banco de México frente a la opinión pública, justo cuando más se necesita reforzarla.

¿Se trata de escribir una nueva historia y olvidarse de los 97 años anteriores, previos a la llegada de Victoria Rodríguez a la gubernatura? Pareciera que sí. En lugar de reconocer la trayectoria de mujeres y hombres que hicieron de Banxico un referente internacional, se opta por mirar hacia adelante como si el pasado estorbara. Como si los logros en la estabilidad de precios, la consolidación de su autonomía o la profesionalización de su personal fueran capítulos prescindibles de la memoria institucional y del país.

Allá, Trump ha orquestado ataques consistentes para modificar a su favor la Junta de Gobernadores de la FED. Aquí, se ha copado la Junta de Gobierno con nombramientos de bajo perfil, obedeciendo más a afinidades personales y políticas que a credenciales técnicas. El resultado es un banco central cada vez menos respetado en los mercados, que ya perciben decisiones condicionadas por la narrativa presidencial antes que por el análisis riguroso de los datos. Un actor reactivo, temeroso de incomodar al poder.

Celebrar un centenario no es un asunto protocolario. Es una oportunidad para reforzar el sentido de pertenencia institucional, para rendir homenaje a quienes construyeron su prestigio, y para recordarle a la sociedad que la autonomía del banco central es condición necesaria para la estabilidad macroeconómica y para resguardar el poder adquisitivo de sus ciudadanos. Renunciar a ello equivale a aceptar la irrelevancia, a dejar que se borre la memoria de que Banxico fue -a pesar de cualquier diferencia- un bastión de profesionalismo y contrapeso técnico.

La falsa austeridad con la que se esconde este centenario es, en el fondo, mediocridad política. El costo de ese desdén no es menor: se erosiona la confianza en la única institución que había resistido a la captura del poder. Si la FED lucha por defender su independencia en medio de presiones históricas, aquí parece que Banxico se conforma con sobrevivir en silencio. Y eso, para una institución que llega a los 100 años, es casi una forma de rendición.

Samuel García Samuel García Editor y economista. Fundador y director de Arena Pública. Fundó y dirigió El Semanario de Negocios y Economía. Fue director editorial de Negocios del Grupo Reforma y 'El Universal'. Director fundador de 'Infosel'. Fue profesor de la Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos del CIDE y del Diplomado en Periodismo Económico de la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Máster en Periodismo Digital. Columnista, comentarista y consultor para diversos medios en México.