El Infonavit, ¿qué sigue?

Vale la pena cuestionarnos la idoneidad del Infonavit ante circunstancias tan diferentes a cuando surgió; por ello se propone su transformación en una mutualidad de vanguardia dedicada al sector vivienda.
20 Diciembre, 2022

En 2022 celebramos el 50 Aniversario del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT), una institución pública en la que participan trabajadores, empresarios y el gobierno. Su objetivo es la administración del Fondo Nacional de Vivienda (FNV) logrando créditos de vivienda accesibles para las empleadas y empleados del país.

Cuando nace en 1972 su lógica y motivación era impecable. La población y la economía crecían rápidamente, la urbanización en México era una realidad y el sistema financiero tradicional difícilmente podría satisfacer las necesidades crediticias.

Su fondeo proviene de cuotas que pagan las empresas y los subsidios del gobierno. Los recursos son de los trabajadores, al principio con registros en un fondo común, posteriormente se reformó y se crearon las cuentas individuales. Las cuotas son 5% del salario integrado diario. Si bien contablemente lo pagan las empresas, se tiene que revisar la incidencia sobre el salario para ver cómo se reparten las contribuciones. Una crítica frecuente es que dicho gasto desalienta o encarece los trabajos formales.

Durante el presente sexenio, con una renovación de liderazgos afortunada, se han realizado varios esfuerzos importantes. El primero de ellos tiene que ver con la transparencia, esto respecto a los recursos de los trabajadores, incluyendo devoluciones. También la administración de activos y la contratación de servicios. Segundo, una recuperación de objetivos sociales, incluyendo apoyos más agresivos por desempleo.

Independientemente, vale la pena cuestionarnos la idoneidad del Infonavit ante circunstancias tan diferentes a cuando surgió. La población en México ahora crece a una tasa lenta y en veinte años llegará a su pico según las proyecciones de Naciones Unidas. El otro fenómeno de la transición demográfica es un envejecimiento acelerado, que tiene grandes implicaciones para el sector vivienda. También debemos agregar un número creciente de adultos jóvenes no casados y sin hijos. En los mercados laborales se presentan cambios mayúsculos: intermitencias en la formalidad, trabajadores independientes, cambios de residencia, trabajos desde casa, y un largo etcétera.

Si bien el Infonavit es un jugador importantísimo en los créditos hipotecarios (dominante), no está libre de inconvenientes. Como ejemplos menciono tres. Ha financiado viviendas inviables, en términos de la infraestructura que las rodea y de cercanía a las áreas de trabajo. No sorprende que muchas terminen abandonadas, implicando costos financieros y sociales. Segundo, para algunos derechohabientes cobra tasas y comisiones por encima de las bancarias. No son créditos voluntarios, los empaqueta como requisitos para acceder a los recursos en subcuentas, para efectos prácticos se otorga una potestad fiscal. Tercero, como parte del ahorro para el retiro es una mala opción. Paga rendimientos menores a las afores. Diferencias que en largos plazos se vuelven sustanciales.   

¿Qué se puede hacer? Para abrir el debate, reconocer sus enormes fortalezas. El Infonavit tiene activos por aproximadamente 7% del PIB, la mayor parte espejeada a pasivos que son parte del sistema para el retiro de los trabajadores*. Esto le da una potencia financiera muy considerable. Segundo, tiene un extraordinario conocimiento del sector, apoyado en bases de datos, modelos, personal calificado, etcétera.

Mi propuesta es transformar al Infonavit en una mutualidad de vanguardia dedicada al sector vivienda. Dejaría de cobrar las cuotas actuales (lo explico más adelante). No se podrían retirar sus recursos existentes salvo para solicitar préstamos o bien al momento del retiro. Sí aceptaría nuevas contribuciones tanto de socios actuales como de nuevos. Buscaría pagar rendimientos competitivos. Esta mutualidad podría tener diversos objetivos específicos, quiero señalar tres.

Hipotecaria. Competir en el sector financiero en la colocación de préstamos hipotecarios. Podría dar créditos subsidiados a grupos específicos. Dichos subsidios deben hacerse explícitos y ser financiados por el gobierno federal o los gobiernos locales, sin menoscabo de los rendimientos de los socios. Idealmente, los convenios de subsidios por Infonavit deberían estar disponibles para otras instituciones financieras.

Planeación Urbana. Áreas metropolitanas que crecen y simultáneamente tienen zonas o colonias despoblándose, muchas veces céntricas. La expansión de las ciudades trae de la mano aumento en los tiempos de transporte, incremento en costo de los servicios, estrés y baja generalizada en la calidad de vida**.   El nuevo instituto podría hacer convenios (algunos esfuerzos ya existen) con los gobiernos locales a fin de lograr un reordenamiento urbano; de nuevo, aquí podrían ir subsidios dirigidos e incluso un diseño con prediales.

Apoyar la transición demográfica. Se necesitan instrumentos innovadores que puedan fomentar la vivienda en una población en transición. Hipotecas inversas para las personas mayores, esquemas de “coliving” donde pueda generarse una propiedad, arrendamientos de largo plazo con opción a compra. Todos estos son ejemplos donde una mutualidad pudiera tener ventajas sobre instituciones financieras tradicionales.

El tema de las cuotas siempre lleva polémica. Una opción, muy popular, es ya no cobrarlas. La idea es que se debe incentivar el trabajo formal. Creo que con una presión fiscal tan baja en México (recaudación tributaria más las cuotas a la seguridad social), existen costos de oportunidad bien altos en soltar dichos recursos. Dado que ya existe la estructura de cobro, se pudiera emplear al menos una parte de las cuotas para expandir la infraestructura que apoya a la vivienda: calles, drenaje, alumbrado, parques, etcétera. En muchas ciudades mexicanas la infraestructura es deficiente.

Alternativamente se pueden desarrollar seguros, existen muchas opciones. Una de ellas consiste en un seguro de desempleo, incluso pudiera compensar los pagos de indemnización por despido y así preservar incentivos al trabajo formal. Otra sería un seguro para cuidados en la vejez, uno de los riesgos que amenaza con desbordar al sistema de salud en un futuro próximo.

El Infonavit ha sido una institución fundamental en la política social mexicana. Un replanteamiento no es atentar contra el instituto. Se trata de preservar su espíritu ante unas circunstancias que han cambiado profundamente en los últimos 50 años.

 

*Profesor Investigador, Líder de la Iniciativa para la Transición Económica y Demográfica (ITED), Tec de Monterrey (@hectorjuanvp)

 

* https://portalmx.infonavit.org.mx/, balance financiero.

** Recomiendo ampliamente los trabajos del profesor Roberto Ponce, https://www.robertoponcelopez.com/.

 

Héctor Villarreal Héctor Villarreal Profesor investigador, líder de la Iniciativa para la Transición Económica y Demográfica (ITED) en el Tec de Monterrey. Fundador y ex director del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP). Es doctor por la Universidad de Wisconsin en Madison con la especialidad de microeconomía aplicada.

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