Deuda, Prudencia y Daño: el caso de Querétaro

¿Es bueno que un gobierno desendeude el estado (o el país, en su caso) hasta un nivel de cero?
1 Julio, 2021

En un mensaje de Twitter del día lunes 28 de junio pasado, el secretario de Hacienda, aparentemente entusiasmado, afirmó lo siguiente: “Acabo de hablar con @PanchDominguez, gobernador de #Querétaro; me informó que hace una hora liquidaron los últimos 128 mdp de deuda estatal. Le dejará un amplio margen fiscal a su sucesor, lo que es ejemplo de un manejo extraordinariamente prudente de las finanzas públicas”. [las letras resaltadas, mi edición]

Tengo sentimientos encontrados. Por un lado, ese mensaje refleja que el secretario de Hacienda piensa que no utilizar deuda, es muy responsable. Extendiéndolo a nivel federal, pues parece que sí estuvo de acuerdo con el presidente en el sentido de no aplicar una estrategia contra-cíclica durante la pandemia, por medio de un mayor endeudamiento (descarto alguna de las afirmaciones periodísticas que afirman que sí se contrató deuda, porque fue realmente marginal).

En cierto sentido qué bueno que haya manifestado esa preferencia. No lo había hecho de manera tan directa.

Ahora bien, ¿es bueno que un gobierno desendeude el estado (o el país, en su caso) hasta un nivel de cero? En el pasado varios gobiernos estatales lo habían hecho, como Oaxaca y Veracruz al inicio de este siglo.

Si entendemos que la deuda pública permite financiar obras de largo alcance que benefician a varias generaciones, entonces uno diría que el gobernador de Querétaro desaprovechó los beneficios de la deuda. Es decir, seguramente sacrificó obra pública. Y eso, en la perspectiva hasta de los mercados, es malo.

 

 

Es cierto que una deuda contraída de manera irresponsable y con fines dubios, como la de Coahuila de Moreira, es aberrante. Pero eso no es culpa de la deuda. Un sobreendeudamiento como ése, que no se reflejó en construcción de obra pública (como lo marca el artículo 9 de la Ley de Coordinación Fiscal), es un error que cometieron varias partes. En primer lugar, el estado que incumplió la ley; en segundo lugar, quien le prestó hasta esos niveles, porque evidentemente no evaluó el riesgo, ni consideró la ley; en tercer lugar, las autoridades (SHCP) y el regulador (la CNBV) porque no realizó su tarea de supervisión prudencial; y, finalmente, el Congreso local que autorizó esos niveles de deuda muy por arriba de la capacidad de pago.

Pero la contratación de deuda acorde a la capacidad de pago y que se destine a lo que marca la ley, que es la construcción de obra pública (que beneficiará a varias generaciones, por lo que el pago debe distribuirse entre ellas), es útil.

El esfuerzo realizado por el gobernador de Querétaro es loable, pero veamos su gasto en Inversión pública de acuerdo a la cuenta pública del estado: para 2018 ese rubro ascendió a $717,914,633 mientras que para 2019 a $963,028, 796 esto representa 1.9% y 2.5% del presupuesto total del estado. Estas cifras son realmente pequeñas y denotan un desinterés en la construcción de la obra pública. A los estados y municipios les corresponde dotar de infraestructura básica a la población para detonar el desarrollo. Claramente para cumplir con la meta de desendeudamiento absoluto, se sacrificó la inversión pública.

Cada quien con su estrategia. Ahora, el siguiente gobernador gozará de un amplio margen para endeudarse y poder desarrollar el estado. Desde este punto de vista, Domínguez le hace un gran favor al siguiente gobernador, a costa de una muy baja inversión pública.

La deuda es un gran instrumento indudablemente, para todos los agentes, gobiernos, familias y empresas. Hay que usarla sabiamente. Sus beneficios pueden ser enormes. Ni tanto que queme al santo y ni tan poco que no lo alumbre.  El secretario de Hacienda concluye ese mensaje de Twitter diciendo que es un manejo extraordinariamente prudente. Dadas las circunstancias de la economía (pandemia por ejemplo), lo exagerado de la prudencia puede resultar muy dañino.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".