¿Y dónde está el secretario de Hacienda?

La figura del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, se ha empequeñecido peligrosamente en los casi seis meses del gobierno de López Obrador.
27 Mayo, 2019 Actualizado el 27 de Mayo, a las 23:05
Presentación del acuerdo de refinanciamiento de la deuda de Pemex con la banca internacional el 13 de mayo en Palacio Nacional.
Presentación del acuerdo de refinanciamiento de la deuda de Pemex con la banca internacional el 13 de mayo en Palacio Nacional.
Arena Pública

El lunes 13 de mayo el presidente Andrés Manuel López Obrador inició su día buscando darle una bocanada de oxígeno a la quebrantada Pemex, la empresa emblemática de su gobierno.

Como ocurre de lunes a viernes en Palacio Nacional, el presidente dirigió esa mañana su ya tradicional reunión con los periodistas -'la mañanera' como se le conoce a la rueda de prensa que inicia en punto de las 7.

Atrás de López Obrador, el canciller Marcelo Ebrard en primer lugar; el director general de Pemex, Octavio Oropeza; la secretaria de Energía, Rocío Nahale; los banqueros de inversión Nuno Matos, de HSBC Mexico; Felipe García-Moreno, de JP Morgan Mexico, y Gerald Rizzieri, de Mizuho Securities. Al final de la fila, se encontraba el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa.

El anuncio de aquella mañana era importante para López Obrador. Pero también tendría que serlo para Urzúa, el hombre que maneja unas finanzas públicas que están en la mira permanente de los inversionistas nacionales y extranjeros y que tiene encima la guillotina de las calificadoras, por los multimillonarios compromisos de gasto público y de cuestionadas inversiones que ha hecho el presidente; incluyendo el rescate de Pemex a toda costa.

Esa mañana se anunciaba un acuerdo de refinaciamiento y de renovación de las líneas de crédito de corto plazo de la petrolera estatal con la banca internacional por 8 mil millones de dólares. Una primera señal de lo que será un largo camino para sacar a Pemex del hoyo como lo ha ordenado López Obrador.

El anuncio sobre la deuda de Pemex lo encabezó Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores. Un hecho inédito por la naturaleza del acto y por la presencia del titular de Hacienda en el lugar. De hecho Nuno Matos, de HSBC Mexico, así lo creyó y llevaba escrito -al inicio de su discurso- agradecer en primer lugar al presidente y, en segundo lugar, al secretario de Hacienda.

Pero López Obrador rompiendo esquemas, volvió a imponer sus señales invitando a presentar el acuerdo con los banqueros a uno de sus hombres de mayor confianza y -según versiones periodísticas- a quien realmente orquestó la operación. Al fondo, Carlos Urzúa con un portafolios en la mano, se encogía y solo atinaba a revisar su teléfono móvil mientras se agrandaba la figura de Ebrard.

"El día de hoy se va a firmar un documento de refinanciamiento de parte de la deuda de Pemex así como la renovación de dos de sus líneas revolventes de crédito más importantes. Esta operación -que es una de las más grandes que se ha dado en la historia- está liderada por tres de las instituciones financieras más importantes a nivel global", dijo Ebrard antes de presentar a los banqueros, para luego añadir: "...también vamos a tener la intervención del secretario de Hacienda, don Carlos Urzúa".

Urzúa se sentía fuera de lugar. Errático -desconociendo el orden del programa- dejó ver que no conocía lo más elemental de la operación: el precio. Cuando un reportero le preguntó por la tasa de interés de la operación de refinanciamiento de la deuda de Pemex, Urzúa tuvo que preguntar -volteando hacia los banqueros- "¿Cuál es? ¿Lo sabemos?", cediendo la respuesta a Matos quien salió al rescate de un secretario de Hacienda empequeñecido.

 

 

La tercera opción de López Obrador

Un alto funcionario que participó en la elaboración del programa de gobierno de López Obrador desde su campaña presidencial, confesó que Urzúa fue la tercera opción de López Obrador para ocupar la secretaría de Hacienda, después del economista Rogelio Ramírez de la O, quien también fue su opción en la elección anterior, y Santiago Levy, un prestigiado economista quien ocupaba la vicepresidencia del Banco Interamericano de Desarrollo.

La negativa de ambos llevó a López Obrador a decantarse por Urzúa (63 años) un profesor e investigador universitario de buen prestigio, con una licenciatura y maestría en matemáticas en el Tecnológico de Monterrey y el Politécnico Nacional, respectivamente; y un doctorado en economía por la Universidad de Wisconsin. Urzúa fue secretario de Finanzas de la capital en los primeros años del gobierno de López Obrador. 

 

"Carlos es eminentemente investigador y profesor", dijo el funcionario del gobierno bajo condición de anonimato, cuestionando las capacidades de Urzúa para enfrentar el reto político de encabezar la secretaría de Hacienda con un presidente acostumbrado a dar órdenes y a escuchar poco, particularmente a quienes no foman parte de su círculo íntimo.

El 13 de marzo el diario británico Financial Times (FT) advirtió la erosión de la confianza en la secretaría de Hacienda a medida que López Obrador desmentía públicamente las declaraciones de sus altos funcionarios.

En una nota de Jude Webber y Jonathan Wheatley se leyó: "La confusión sobre Dos Bocas, en la que el presidente insiste, ... ha perjudicado la credibilidad de la Secretaría de Hacienda con los mercados y las agencias calificadoras, a medida que el crecimiento se está evaporando".

Un día antes, el FT publicó en exclusiva declaraciones del subsecretario Arturo Herrera afirmando que la construcción de la refinería Dos Bocas se aplazaría a fin de destinar estos recursos para fortalecer a Pemex. Esa misma mañana el presidente López Obrador desmintió a Herrera y la secretaria de Energía, Rocío Nahle, le pidió al subsecretario que se retracte de sus dichos, en un claro enfrentamiento público. Herrera no había declarado nada que no haya sido previamente conversado con Urzúa; pero las respuestas públicas del secretario fueron timoratas.

En la conmemoración de la expropiación petrolera, el 18 de marzo, un día emblemático para los presidentes mexicanos que inflaman sus pechos patrióticos con alegorías sobre la pretendida fortaleza petrolera del país, López Obrador volvió a encender su discurso nacionalista sobre el rescate de Pemex, aunque sin ofrecer mayores detalles. La ausencia de Carlos Urzúa en el acto, se hizo notar en una coyuntura grave para las finanzas de la petrolera del estado. 

 

Urzúa, a un lado

Germán Martínez evidenció lo que se decía en voz baja respecto del férreo control de los recursos desde Hacienda por instrucciones de la presidencia. En su inédita carta de renuncia como director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), con fecha 21 de mayo, acusó a la secretaría de Hacienda de obstaculizar la labor del mayor instituto de salud del país.

"Quiero decirlo lo más claro que puedo y debo: algunos funcionarios de la Secretaría Hacienda tienen una injerencia perniciosa en el IMSS", escribió Martínez Cázares.

Aparentemente el pleito del exdirector del IMSS no era directamente con Urzúa, quien ha sido relegado por el propio presidente en lo que se refiere al monto, tiempo y destino de los cuantiosos recursos públicos. Hay alguien más cercano al presidente y más fuerte que Urzúa en su propia secretaría: La Oficial Mayor de Hacienda, Raquel Buenrostro Sánchez.

La periodista Claudia Villegas en un reportaje publicado en la revista Proceso del 25 de mayo escribe: "Raquel Buenrostro Sánchez habla con el presidente Andrés Manuel López Obrador al menos tres veces al día. La confianza que el jefe del Ejecutivo le ha depositado es tal, que muchos de los acuerdos que toma con ella no tienen que pasar por el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Carlos Urzúa. Los oficios de López Obrador a Buenrostro son directos, sin intermediarios".

A contrapelo de sus antecesores en el cargo, la figura de Carlos Urzúa se ha ido empequeñeciendo en los casi seis meses del gobierno de López Obrador, hasta verse como un funcionario menor, acotado a ciertos asuntos domésticos y con la única misión de llevar dinero para los proyectos que el presidente disponga. Y aún así. 

Es cierto que mucho tiene que ver con la figura omnipresente y apabullante del presidente quien ha concentrado en Palacio Nacional todos los asuntos y todos los recursos. Pero la politización del manejo de la economía y de las finanzas públicas y la "ausencia" del titular de Hacienda, carcomen la confianza de los inversionistas y sus capitales en el país.