La cruda realidad tras la “fortaleza” del peso en 2021
El peso mexicano se mostró "fuerte" frente al dólar en 2021, sin embargo esta fortaleza ha sido provocada por una economía anémica.
En lo que va del sexenio el peso apenas se ha depreciado. En los tres años desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de la República, la paridad peso-dólar se ha depreciado en 6.4%, una cifra varias veces menor que la depreciación durante los tres primeros años de los presidentes Enrique Peña Nieto (28%) y Felipe Calderón (17%).
Al cierre de la jornada del 28 diciembre el tipo de cambio Fix -que determina el Banco de México (Banxico) en base a un promedio de mercado para operaciones al mayoreo- fue de 20.57 pesos por dólar, apenas 3.68% más respecto a los 19.84 que cotizó el billete verde a inicios de este año; un hecho que el presidente ha presumido en más una ocasión en sus conferencias matutinas.
Sin embargo, lo que a primera vista podría parecer un signo de fortaleza económica -como lo reitera con frecuencia el presidente López Obrador- es, en realidad, todo lo contrario.
“El peso mexicano y el rand sudafricano están entre las divisas de Mercados Emergentes más estables en 2021. Ello oculta una cruda realidad. Una profunda recesión en México y Sudáfrica volteó la cuentas corrientes al superávit, lo que está impulsando sus monedas. Un ciclo de desinversión está en marcha”, afirmó en un tweet Robin Brooks, economista en jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), una asociación mundial de instituciones financieras.
En comparación con el peso mexicano, otras monedas latinoamericanas se han depreciado fuertemente en el año: El sol peruano, 9.7%; el real brasileño, 12.85 %; peso chileno, 16.35%; y el peso colombiano, 17.43 %. La depreciación de estas monedas es incluso peor si se compara con la paridad que registraba cada moneda al inicio de la pandemia.
La diferencia con lo que ocurre en México es que todas estas economías mencionadas han logrado, o están muy cerca de lograr, la recuperación de la caída económica de 2020, escenario que México solo alcanzará a finales del próximo año o incluso en 2023, de acuerdo a las encuestas de economistas del sector privado. Con los datos más recientes sobre la producción nacional, se observa un proceso de estancamiento económico en México.
El deterioro económico, entre el que destaca la lenta y todavía lejana recuperación de la demanda interna, ha causado que el flujo de dólares que llega al país a través de la actividad exportadora -uno de los factores que favorecen una mayor apreciación de una divisa local- potencie al peso mexicano. “El peso mexicano se ha mantenido este año más o menos estable debido a las exportaciones y a las remesas. Las exportaciones representan, por mucho, la mayor entrada de divisas al país”, explicó Gabriella Siller, directora de análisis económico de Banco Base en un tuit.
Durante 2020 el aumento en las exportaciones -la puerta por la que entran la aplastante mayoría de dólares al país- se abrió más de lo normal ante la coyuntura económica del COVID 19 y la posterior recuperación económica mundial, que exigió mayor demanda de productos manufacturados por parte de la industria estadounidense, pero también ofreció mayores precios de exportación para materias primas como cobre y petróleo, lo que impulsó un cierre de año superavitario por 34,476 millones de dólares.
Las importaciones empezaron a recuperarse este año hasta causar un déficit de 12,081 millones de dólares entre enero-noviembre, el primero del sexenio, algo atípico respecto a gobierno anteriores, cuando prácticamente en todo el periodo sexenal la balanza comercial fue negativa.
En 2021 las exportaciones no han dejado de crecer, incluso pese a la crisis de semiconductores que ha afectado a la industria automotriz -el sector manufacturero de exportación más importante de la economía-. Esta resistencia se ha debido principalmente al sólido aumento de los precios del petróleo durante el año que ha aumentado el valor de las exportaciones petroleras en 72.2% pese a que las ventas físicas apuntan a ser apenas mayores que el año pasado.
Además de las fuertes entradas de dólares por exportaciones, las remesas también han impulsado el ingreso de billetes verdes, pues en lo que va de 2021 se han roto récords en cada uno de los meses y se encaminan a superar los 50 mil millones de dólares; algo nunca antes visto.
Bajas importaciones, signo de estancamiento
Si bien las exportaciones han cabalgado a todo golpe, atrayendo dólares al país, por el contrario las importaciones de bienes de capital y de consumo no han crecido en la misma medida; un signo de la debilidad económica del mercado interno y de una perspectiva nada alentadora para el crecimiento económico inmediato, que han repetido los analistas.
La inversión y el consumo -a 20 meses de iniciada la pandemia- apenas están en un nivel similar al de hace 10 y 4 años, respectivamente, conteniendo la salida de dólares que normalmente se daría vía importaciones, con cifras aún por debajo de las previas de la crisis en el caso de los bienes de capital y una reciente recuperación entre los bienes de consumo. Una importante entrada de dólares por exportaciones y remesas, y una menor salida de dólares por un volumen modesto de importaciones, dan como resultado un cuestionable "fortaleza" del peso mexicano.
La fortaleza del peso visto en 2021, podría no repetirse en el año que iniciará. Para 2022 se espera que el precio de barril se mantenga en niveles similares o incluso moderadamente mayores a los de este año y una posible mejoría en las afectaciones de las cadenas de suministros de la mayoría de las empresa manufactureras. Sin embargo otros retos se plantean frente al peso, como el inicio del alza de tasa de la Reserva Federal que podría hacer tambalear al peso mexicano luego de tres años de relativa estabilidad.
Pese a lo variado e incierto del escenario, la última encuesta de expectativas de Citibanamex, muestra que el consenso de los analistas esperan que el dólar cierre en 21.53 pesos en 2022 y en 21.90 pesos para 2023, incrementos que de cumplirse significarían una depreciación de 9.92 % y 11.8%, aún muy lejos de la depreciación alcanzada en el mismo punto de sexenios anteriores.