La elección no se perdió por la economía: González Anaya
Ha sido el “bombero” más eficaz que ha tenido el gobierno actual.
Fue enviado a apagar una crisis financiera en ciernes en el gigantesco Instituto Mexicano del Seguro Social, tarea que le tomó poco más de 3 años. Luego, se le encomendó enderezar a Pemex, cuya grave situación financiera había comprometido a las finanzas públicas.
Pero apenas había transcurrido un año y nueve meses al mando de la petrolera estatal, cuando fue llamado por el presidente Peña Nieto para hacerse cargo de la secretaría de Hacienda, una vez que se decidió que sería José Antonio Meade el candidato presidencial del PRI para los comicios del 1 de julio. Pocos como él para dar tranquilidad a los inversionistas de que el gobierno cumpliría sus promesas sobre el déficit público durante el periodo electoral y hasta el final del sexenio el 30 de noviembre próximo.
José Antonio González Anaya (Veracruz, 1967) es reconocido por sus amigos, pero también por sus críticos, como un economista altamente competente y un político hábil. La fama que ha labrado durante más de década y media en el gobierno mexicano, es la de un funcionario exigente y de un crítico implacable. Como entrevistado, el doctor en economía por la Universidad de Harvard, es un “hueso duro de roer”: Hábil para ceñirse al guión oficial como para encontrar las rutas de escape en las preguntas comprometedoras.
“No es la economía, es algo más”, responde escuetamente al cuestionársele sobre la abrumadora derrota del PRI con una economía sana que generó empleos formales como nunca antes, como la pregona el gobierno. González Anaya tiene un olfato político afinado. Coordinó la relación de Hacienda con los gobiernos estatales y fue jefe de asesores del entonces secretario Agustín Carstens; labores que requieren de capacidades de negociación política, más allá de las financieras.
“Cuando se ve las variables económicas objetivamente, no se entiende (la derrota electoral); pero ésa es otra discusión. La gente vota por muchas razones”, dice González Anaya insistiendo en que ése análisis no le compete y es asunto de politólogos.
Focos amarillos
En la imponente oficina de Palacio Nacional, en el corazón de la República, el titular de las finanzas del país lanza una advertencia general a poco más de tres meses de que López Obrador asuma la presidencia de la República. “Las finanzas públicas son absolutamente estrictas y severas, eso sí puedo decir. México es un país tremendamente expuesto a los mercados internacionales. Hay miles observando el desempeño económico y de finanzas públicas del país”.
La advertencia llega pocos días después de que estalló la crisis en Turquía con duras consecuencias inmediatas sobre las monedas de los países emergentes, incluido el peso mexicano, como un recordatorio de las vulnerabilidades económicas a las que se enfrenta el mundo. González Anaya recuerda que frente a situaciones externas adversas, las políticas monetarias y fiscales prudentes y conservadoras le han redituado al país en el pasado reciente.
Aunque la presentación al Congreso del presupuesto público, de los criterios de política económica y de la política tributaria para 2019 –conocida popularmente como ‘Paquete Económico’- será responsabilidad del gobierno de López Obrador en diciembre próximo, González Anaya y su equipo de la secretaría de Hacienda ya colaboran con Carlos Urzúa, quien encabezará la secretaría de Hacienda en el gobierno del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Para González Anaya hay focos amarillos que observar. En el contexto actual habrá que ser prudentes, dice el aún secretario de Hacienda quien coincidió durante sus estudios doctorales en la Universidad de Harvard con Gerardo Esquivel Hernández y su esposa Graciela Márquez Colín. Esquivel será el nuevo subsecretario de Egresos y Márquez la titular de la secretaría de Economía.
A pregunta expresa sobre los lineamientos económicos para el “paquete económico”, no titubea: “Hay que ser conservadores. Siempre hay incertidumbres, ahora se complica …(con) la normalización de la política monetaria en el mundo. Cada vez que suben las tasas de interés, las cosas se aprietan. Sí, hay que estar pendientes”.