Municipios 2021: De retórica y demagogia a gestión digital eficaz

No habrá gestión municipal que sobreviva sin una política digital colaborativa.
4 Enero, 2021
Sinapsis

El deficiente sistema federal mexicano entronizado en nuestro país ha propiciado en forma creciente deficiencias palpables por todo ciudadano sea en las urbes o en el campo.

Me atrevo a decir que es un cáncer incontrolado de nuestro sistema legal y de la praxis gubernamental que se traduce en deficientes servicios públicos, sistemas decimonónicos de recaudación y nula rendición de cuentas que favorecen la corrupción e ineficacia. La frase más recurrente en todo el país es: “no funciona, ya cerró, ya no hay”.  A veces me duele aceptar que en muchos aspectos México está fuera de servicio. 

Las personas vivimos y sufrimos las ineficacias municipales, en forma más directa que las federales. En nuestro municipio residimos, trabajamos, consumimos, demandamos energía, agua, servicios médicos, transporte, seguridad pública, escuelas, vialidades. Allí palpamos la eficacia y confiabilidad de la policía, de las decenas de trámites y licencias municipales y la proporcionalidad de los impuestos locales.

En la gran mayoría de los municipios mexicanos estos servicios públicos son deficientes, discontinuos o insuficientes o están organizados bajo modelos clientelares, oligopólicos, caciquiles y de muy bajo uso de tecnologías digitales eficaces.

Digitalizar servicios públicos, procesos y trámites gubernamentales, modernizar la gestión de infraestructuras, activos y ciudades enteras, transparentar y medir el desempeño burocrático bajo procesos inteligentes y usando análisis de datos, ayudaría a mejorar la calidad y transparencia de la gestión pública municipal en beneficio de la ciudadanía, a monitorear y mejorar continuamente el actuar de los servidores públicos y a reducir la corrupción y el desperdicio de recursos.

La resistencia a digitalizarse en miles de municipios se antoja sospechosa, y en el “mejor” de los casos se debe a una falta de conciencia (incluso en las altas esferas del poder federal) de la necesidad y urgencia de una política pública de transformación digital transversal capaz de impulsar el desarrollo sustentable al que México se comprometió llegar en el año 2030.

Hoy más que nunca tras nueve meses de cuarentena y desaceleración económica que persiste hoy para muchos, ningún municipio puede darse el lujo de postergar su agenda digital local so pena de perder toda posibilidad de gestión municipal.

No contar en el 2021 con sistemas digitales eficaces de gobierno digital para brindar telemedicina y, expandir los centros de vacunación y diagnóstico; teleeducación en sus diversas modalidades, y para la  gestión eficiente del agua, luz, bosques, selvas,  drenaje, transportes públicos y seguridad pública mediante tecnologías de la información es suicida, es apostar al pasado, y el pasado mexicano en estos temas fue de carencias, ineficacias, desabastos y falta de accesos a los más vulnerables.

No hay manera hoy 2021 de atender a la población urbana y rural con servicios públicos y procesos gubernamentales de calidad sin la adopción de tecnologías modernas de diversa índole y sin programas de capacitación de jóvenes para formar cuadros de técnica/os y profesionistas que saben usar las herramientas tecnológicas y los datos para optimizar su trabajo y sus decisiones.

Sin un programa y presupuesto creíble de transformación digital municipal, todas las promesas de campaña de los candidatos que aspiren a algún cargo de elección popular en 2021, es demagogia setentera y que no les digan que eso es competencia del IFT, pues hay mucho que a nivel municipal y estatal pueden hacer los gobiernos locales y estatales por la modernización de su gestión y la atención eficaz de la ciudadanía.

 

Sin un programa y presupuesto creíble de transformación digital municipal, todas las promesas de campaña de los candidatos que aspiren a algún cargo de elección popular en 2021, es demagogia.

 

Un gobierno municipal, estatal o federal sin sistemas de inteligencia automatizada y humana no puede administrar. Sin conocer a detalle su población, patrones de consumo, de tráfico, de flujos económicos, infraestructuras, padrón inmobiliario y catastral, el patrimonio natural y cultural dentro del municipio, actividad económica legal e ilegal, los municipios son ingobernables e irremediablemente caen en manos de quienes sí cuentan con todas esa base tecnológica y sistemas de inteligencia: la delincuencia organizada.

Si los estados y municipios están esperando que la federación realice esas inversiones en conectividad de alta velocidad, en manos de la CFE, se equivocarían de nuevo, el Internet que salpicará en el mejor de los casos la nueva subsidiaria de la CFE no alcanza para transformar digitalmente la gestión municipal. Para la autoridad federal, a diferencia del resto del planeta, habilitar la digitalización del gobierno y la ciudadanía, de las escuelas, y los centros de salud, de las pequeñas y medianas empresas, no es una prioridad, es un lujo elitista.

Así que municipios y estados habrán de hacerlo, comenzar por eliminar barreras como los permisos y cobros por despliegues de redes y además asignar presupuestos generosos para proyectos sostenibles de  gobierno electrónico que les permitan transitar del eterno “no funciona” o “no hay” a finalmente brindar y gestionar servicios de calidad y de paso ahorrar millones de pesos en nóminas, desfalcos e ineficiencias crónicas tan convenientes para los caciques y alcaldes corruptos y sus redes clientelares tan lacerantes para la ciudadanía.

Mediante alianzas con tecnológicos locales, universidades, comunidades indígenas, empresarios locales  y sociedad civil los gobiernos locales pueden emprender programas de innovación tecnológica y formación de cuadros expertos en ciencias de datos y tecnologías disruptivas que les permitan subsanar las omisiones del pasado, y acelerar el desarrollo sustentable que empieza con un desarrollo tecnológico propio, local, por monitorear el correcto uso de recursos naturales y financieros y prevenir actos delictivos en urbes, bosques, mares y ríos que pueden estar vigilados por sistemas automatizados  de prevención y atención de desastres  ocasionados por la delincuencia o por fuerzas naturales.

No es posible gestionar eficazmente un municipio sin “inteligencia” sobre sus procesos, activos, sistemas, bases de datos, flujos, infraestructuras, contrataciones, personal, y reglamentaciones municipales. Un ayuntamiento debe cruzar las bases de datos que tiene y georreferenciarlas o por lo menos usar la valiosa información que ha ido sistematizando el INEGI a nivel municipal para tomar decisiones inteligentes.

 

No es posible gestionar eficazmente un municipio sin “inteligencia” sobre sus procesos, activos, sistemas, bases de datos, flujos, infraestructuras, contrataciones, personal, y reglamentaciones municipales.

 

¿Cómo pensar en soberanía municipal si en décadas los ayuntamientos no han sido capaces de digitalizar y tener al día su catastro para la recaudación predial y sus inventarios de recursos o hacer planeación urbana e invertir en el despliegue de poliductos de acceso abierto para evitar constantes excavaciones de empresas que requieren tender cables y tuberías?

¿Cómo pueden los candidatos y políticos pronunciar discursos floridos de ciudades inteligentes, Internet de las cosas, y 5G cuando los municipios ignoran qué infraestructuras poseen o pasan por sus vías y se dan el lujo de dificultar el tendido de infraestructura de concesionarios del Estado mexicano y cobrar lo que por negligencia no cobraron a los propietarios de predios residenciales, industriales y comerciales?

Muchos millones de pesos podrían ahorrarse los gobiernos municipales anualmente en nóminas, litigios, adquisiciones infladas y tercerización de servicios públicos si además de no desviar recursos públicos, hubiesen invertido en proyectos integrales y transversales de gobierno digital y gestión de servicios municipales mediante tecnologías de la información con una derrama en bienestar social de sus habitantes, que a su vez redundaría en mayores inversiones privadas, mayor turismo, mayor innovación y preservación del medio ambiente, y un clima seguro, tranquilo y sostenible.

Un lugar en el que las infraestructuras y los servicios públicos digitales del siglo XXI y del 2021 sí existen y sí funcionan. Ahí es donde quisiéramos vivir, participar, producir e invertir. En una alcaldía en la que, en lugar de operadores políticos en contubernio con caciques, mafias y oligopolios, las personas, empresas y organizaciones más eficaces, productivas y respetuosas del medio ambiente triunfan y las y los ciudadanos exigen y cumplen pagando impuestos, denunciando servidores y vecinos infractores, y contribuyen cuidando sus barrios y tierras y vigilando a su gobierno para que no falle, no abuse, no sea rentista, ni negligente ni ignorante.

Un gobierno eficaz e íntegro que mediante herramientas digitales, capta y procesa información anonimizada para gobernar mejor, y cuenta con sistemas de gestión, prevención y atención ciudadana, capaces de cumplir con su misión: que todo funcione, que todos tengan acceso a servicios y espacios públicos sin distinciones, que los contribuyentes paguen impuestos y reciban servicios y seguridad pública, y que los infractores sean sancionados. El nombre del juego es gestión eficaz y prevención y vigilancia colaborativa mediante sistemas inteligentes, capacitación y autonomía tecnológica locales e innovación.

Países latinoamericanos con altos niveles de pobreza, desigualdad y devastación de su riqueza natural a manos de mafias, incontroladas, como Brasil, han, sin embargo, reconocido desde años atrás e implementado planes de banda ancha, de agenda digital y de una transformación digital municipal para cerrar las brechas y rezagos de los gobiernos locales en la debida atención de las necesidades de la población rural y urbana y el cuidado de su riqueza natural.

 

El nombre del juego es gestión eficaz y prevención y vigilancia colaborativa mediante sistemas inteligentes, capacitación y autonomía tecnológica locales e innovación.

 

En México estados como Yucatán, Colima y Jalisco mostraron liderazgo para incorporar planes digitales, o de ciudades inteligentes. El gobierno de Yucatán hace algunos años construyó un IXP, es decir un punto de intercambio de tráfico de Internet lo cual abarató y aumentó la velocidad la transmisión de datos IP, y más recientemente, el gobierno de Chihuahua, tuvo la visión de echar a andar su “Plan Hiperconvergente” para utilizar los recursos y red estatal ya desplegados pero subutilizados para conectar municipios de alta marginación como Urique y  Guachochi, en la sierra Tarahumara y emprender una agenda digital estatal integral, que empiece por escuchar a todos los interesados: pueblos indígenas, mestizos, ciudadanos urbanos, empresarios, dependencias gubernamentales, sociedad civil y con ellos trazar la política pública de conectividad y metas del desarrollo sostenible estatal.

Crear un sistema de información de infraestructuras estatales, mapas capilares de cobertura de servicios, bases de datos de fibra y otra infraestructura disponible, repositorios de contenidos en rarámuri, contenidos educativos, programas para habilitar redes comunitarias, etc. Esto es un gran avance en la forma de construir modernidad digital de abajo hacia arriba.

No veo ese ejercicio en otras entidades federativas y mucho menos en municipios. Veo oportunidades para aumentar la recaudación de impuesto predial actualizando los catastros municipales y la base de contribuyentes propietarios de predios que deben tributar. Sin tecnologías de la información que por cierto pueden utilizar software libre como lo está haciendo la Ciudad de México, simplemente no habrá gestión municipal que sobreviva.

Sirva esta reflexión como un exhorto a la ciudadanía para que en las elecciones del próximo 6 de junio cuestione a los candidatos y candidatas de sus distritos electorales sobre este tema. ¿Cómo piensan gestionar ciudades y localidades rurales eficientemente y sin corrupción sin el auxilio de tecnologías digitales y una política pública de transformación digital diseñada con la ciudadanía? ¿Qué planes de gobierno abierto y gobierno digital tienen para su entidad o municipio y cómo piensan diseñarlo e implementarlo?

¿Cuándo tendremos puestos de atención médica de primer nivel de atención con equipos y cuadros técnicos para diagnósticos y otros servicios de salud? ¿Cuándo tendremos banda ancha de alta velocidad en nuestro municipio para que nuestros estudiantes puedan aprender como los niños y jóvenes que sí tienen acceso a Internet asequible y de calidad?

¿Cuándo podremos hacer trámites, pagos, recibir remesas, servicios y mercancías en forma digital sin tener que desplazarnos horas en transporte público para pagar la luz, el agua o comprar bienes en la cabecera municipal o para reportar conflictos, delitos, emergencias o pedir el auxilio de las autoridades en lugares en donde no tenemos telefonía para marcar el 911 o el 071 de la CFE?

Menos retórica y más gestión municipal eficaz mediante herramientas digitales al servicio de la ciudadanía y cuadros de mexicanas y mexicanos con capacitación técnica y humanista para maximizar los beneficios y minimizar los riesgos de las tecnologías disruptivas.

Adriana Labardini Adriana Labardini Abogada mexicana, especialista en regulación, competencia y políticas públicas de TIC para el desarrollo. Asesora y consejera de la organización Rhizomatica. Fundadora y Vicepresidenta de Conectadas, Red de mujeres líderes por la igualdad de género. Fulbright y Ashoka fellow. Consejera Académica en la UIA- Derecho. Egresada de la Escuela Libre de Derecho con grado de maestría de la Universidad de Columbia en Nueva York. Interesada en el comportamiento humano, la empatía, los modelos disruptivos de desarrollo, culturas y lenguas originarias, neurociencia, innovación por diseño, historia de las ciencias de la computación y danza.

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