La comunicación de Banxico

En un régimen de objetivos de inflación, la estrategia de comunicación del banco central es esencial para anclar o guiar las expectativas de inflación del público y con ello lograr una mayor efectividad de la política monetaria. Sin embargo, desde la llegada de los últimos cuatro integrantes de la Junta de Gobierno, la comunicación del Banco de México ha dejado mucho que desear.
La decisión de política monetaria se toma en el contexto de una Junta de Gobierno “ampliada”, a la que acuden como invitados con voz, pero sin voto, el secretario de Hacienda y dos subsecretarios de esa dependencia. Banxico les corre esta cortesía, a pesar de que la institución no está obligada a escucharlos.
En un pasado todavía no muy lejano, las anteriores Juntas de Gobierno de Banxico (y su Gobernador) cuidaban escrupulosamente el contenido de sus publicaciones, en especial los Informes Trimestrales y las minutas de las decisiones de política monetaria. Más allá de la congruencia, experiencia y calidad analítica de sus publicaciones, la estrategia de comunicación fue clara y exitosa, guiando a los mercados e infundiendo confianza entre la sociedad.
Lo anterior no se debía a la ausencia de fuertes discrepancias de opinión al interior de ese cuerpo colegiado. De hecho, las había y daban lugar a discusiones respetuosas, a veces acaloradas, en las que cada uno defendía con argumentos sólidos su postura. En contadas ocasiones la postura del gobernador no prevaleció sobre la opinión de la mayoría.
En ese pasado reciente, resultaba prácticamente imposible leer entrelíneas las minutas y especular sobre la postura de cada integrante de la Junta de Gobierno. La razón era simple: cada uno de ellos ofrecía argumentos sólidos para defender su punto de vista y sus postura y tenían dos elementos fundamentales en común: (a) un genuino compromiso de procurar un entorno de inflación baja y estable, y (b) un conocimiento experto sobre el funcionamiento e instrumentación de la política monetaria y sobre el funcionamiento de los mercados financieros.
Más allá de las diferencias que pudiesen existir entre ellos, también existía un acuerdo tácito sobre otros dos aspectos fundamentales: (a) el vocero oficial de la institución era el Gobernador del Banco de México, y (b) todos los miembros de la Junta de Gobierno convenían en alinear su discurso o intervenciones públicas con la decisión de política monetaria una vez la decisión ésta había sido tomada. Sobre el tercer punto, el gobernador solía tener una interacción continua tanto a puertas cerradas como en eventos públicos con diversos o actores sociales y económicos (legisladores, banqueros, empresarios, y analistas económicos). Los subgobernadores también realizaban este tipo de actividades, pero todos siempre apegados a un mismo discurso previamente acordado.
Estos cuatro elementos resultaban cruciales para lograr una comunicación efectiva, clara y firme y transmitir un mismo mensaje a los participantes de los mercados financieros. Por otra parte, también eran extraordinariamente cuidadosos en no dar señales claras sobre cuál sería el sentido de la próxima decisión de política monetaria. El rigor analítico de sus exposiciones y la congruencia entre ellos para transmitir los elementos en que se basó la decisión de política monetaria eran muy efectivos para incidir sobre los mercados y expectativas de inflación, fortaleciendo la confianza en el banco central.
A esto hay que agregar las múltiples ocasiones en que la Junta de Gobierno, a través de su Gobernador, expresaba de manera institucional la postura, en ocasiones contraria, a las políticas económicas del gobierno federal o cuando el Banco de México consideraba pertinente manifestar preocupación por temas económicos que, incluso, escapaban de su ámbito de competencia. Entre estos temas pueden mencionarse el crecimiento económico, la competencia económica, la situación de las finanzas públicas y otros ámbitos de trascendencia nacional.
Sin duda, lo anterior fortalecía la autonomía del Banco de México y ponía de manifiesto su capacidad técnica no sólo en cuestiones monetarias y financieras sino para abordar con respeto y responsabilidad otros temas económicos relevantes. Por mi experiencia personal, dudo mucho que las anteriores Juntas de Gobierno se hubieran manifestado públicamente a favor de incrementos en el salario mínimo, medidas de control de precios (como el PACYC) o mostrado alguna preocupación por el posible impacto de las alzas en las tasas de interés sobre el costo del servicio de la deuda interna o del crédito bancario. La prudencia demandaba silencio y dar prioridad al objetivo prioritario de la estabilidad de precios.
La situación actual es radicalmente diferente. La lectura de las minutas y las especulaciones sobre qué afirmó cada integrante de la Junta de Gobierno ahora es un deporte nacional. Pareciera que para evitar esto, ahora las opiniones de los integrantes de la Junta de Gobierno mencionadas en las minutas fueran deliberadamente presentadas al azar, lo que contribuye a una lectura poco fluida y confusa sobre las razones en que se basó la decisión final de política monetaria con base en la dinámica de la inflación, sus determinantes y los retos para la política monetaria.
Por otro lado, las diferencias que hoy se perciben al interior de la Junta de Gobierno han motivado a que uno de sus integrantes solicite que las minutas incluyan explícitamente un párrafo para manifestar su disenso con el contenido de las propias minutas y dejar suficientemente clara su postura o el sentido de su voto. Además, con base en consideraciones meramente especulativas, algunos ya son tachados por medios y analistas como “halcones” y otros como “palomas”, algo que aparentemente incomoda a los integrantes de la Junta de Gobierno. Hasta muy recientemente, a esto han contribuido las visiones encontradas entre los tuits de un par de subgobernadores.
Sin embargo, hay dos aspectos que resaltan a la vista y que, en mi opinión, son motivo de preocupación. Por una parte, la escasa participación de la Gobernadora de Banco de México en eventos públicos o privados, de tal forma que su función como el principal vocero de la institución es prácticamente inexistente. Por otra parte, la lectura de las minutas, además de reflejar la disidencia entre las opiniones de los miembros de la Junta de Gobierno, muestra que algunos de ellos carecen de un verdadero compromiso con la estabilidad de precios y, peor aún, de un entendimiento elemental de las cuestiones monetarias y del fenómeno inflacionario. Para colmo, en ocasiones se perciben en las minutas posturas francamente ideológicas sobre algunos temas de la economía nacional. Comentarios similares pueden verterse sobre los resúmenes de los Informes Trimestrales.
Como resultado de estas vicisitudes, la comunicación de Banxico, en vez de contribuir a una mayor confianza en las decisiones de política monetaria, sólo agrega confusión y no contribuye a la percepción de una política monetaria clara y predecible. Siendo así, la aportación de la comunicación de Banco de México al anclaje de las expectativas de inflación y la efectividad de la política monetaria es limitada.
Los bancos centrales cuentas con pocos instrumentos para cumplir con su mandato de procurar un entorno de inflación baja y estable, y la comunicación efectiva es uno de los más importantes.
