La peligrosa obsesión cambiaria de AMLO

La paridad nominal peso-dólar como termómetro de la economía nacional, reflejo de debilidad o solidez económica. Es una de las obsesiones recurrentes del presidente López Obrador, como mostró la semana pasada al hacer un peculiar recuento histórico de la evolución del peso frente a la divisa estadounidense entre el sexenio de Lázaro Cárdenas y lo que lleva del suyo.
Años de peso fijo
La narrativa cambiaria es una constante en el tabasqueño, que en eso muestra estar anclado en un pasado ya lejano. Nacido en 1953, los primeros recuerdos cambiarios de AMLO fueron con una paridad de 12.50 pesos por dólar… que así habría de continuar, sin moverse, hasta que tenía 22 años, cuando llegó la devaluación echeverrista de agosto 1976. En el siguiente sexenio vivió de nuevo por algunos años un peso igual, casi fijo, con López Portillo, aparte de la impresionante riqueza petrolera que inundaría a su estado, y que impactó profundamente a quien entonces dirigía el Instituto Nacional Indigenista estatal. Tanto que la ambición del Presidente es relanzar a Pemex a su vieja gloria, literalmente cueste lo que cueste, sin darse cuenta de que busca resucitar lo que es prácticamente un cadáver.
Las devaluaciones de 1982 ya lo sorprendieron con 28 años, y en años posteriores la moneda siguió derrumbándose, pero para entonces ya gobernaba el malvado neoliberalismo. En diciembre de 1994 una nueva crisis obligó a pasar de un peso con un régimen cambiario con muchas características de fijo, fluctuando dentro de una banda cambiaria, a uno en libre flotación. Esto es, una fluctuación libre de acuerdo a la oferta y demanda en el mercado como había ocurrido con el dólar, yen y muchas monedas europeas desde la primera mitad de la década de 1970. México llegó a esa modalidad cambiaria con más de dos décadas de retraso.
Se suponía que la libre flotación sería algo transitorio en lo que la moneda encontraba su “nivel”, como habría ocurrido en 1938-41 con Lázaro Cárdenas-Ávila Camacho, 1948-49 con Miguel Alemán, 1976-77 con Echeverría-López Portillo y durante 1982 con López Portillo-De la Madrid. Solo en una ocasión, la Semana Santa de 1954, durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, se había tenido una devaluación limpia sin flotación intermedia, pasando de golpe de 8.65 unidades por billete verde al (eventualmente mítico) 12.50 pesos por dólar.
Se pensó que así sería a partir de diciembre 1994, flotar por un tiempo, pero la inflación elevada y el bajo nivel de las reservas internacionales en el Banco de México llevó a postergar la fijación (por ejemplo, en una nueva banda). Se constató que el peso flotante funcionaba muy bien, y que no había que tratar de cambiar lo que servía. Y así quedó, por ya 27 años hasta el momento.
Sigue funcionando muy bien, excepto para personas como López Obrador, que siguen pensando en el “Presidente que devalúa, se devalúa” que repetía López Portillo. No hay forma de hacerlo superar ese anacronismo.
Y el ganador es… ¡caray, soy yo!
El recuento presidencial en la mañanera de la semana pasada fue simple y simplista: el tipo de cambio nominal al concluir el sexenio correspondiente, y presentando el porcentaje de pérdida de valor que correspondía.
Algunas de las cifras que presentó AMLO son incorrectas, pero el punto central que deseaba enfatizar se mantiene: el peso se ha depreciado muy poco durante su gobierno, al menos considerando la paridad registrada hasta ese día. Dijo que en su sexenio la pérdida de valor en el tipo de cambio había sido de solo 2.8%, comparándose favorablemente con todos sus predecesores desde Echeverría hasta Peña Nieto.
Devaluación nominal del tipo de cambio de acuerdo con AMLO
Sexenio |
Cierre paridada |
Pérdida nominalb |
Luis Echeverría Álvarez (1970-76) |
15.36c |
22.8% |
José López Portillo (1976-82) |
148.56d |
866% |
Miguel de la Madrid Hurtado (1982-88) |
2,291 |
1,442% |
Carlos Salinas de Gortari (1988-94) |
3,490 |
52.3% |
Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) |
9,409 |
169% |
Vicente Fox Quesada (2000-06) |
10,997 |
16.7% |
Felipe Calderón Hinojosa (2006-12) |
12,926 |
17.5% |
Enrique Peña Nieto (2012-18) |
20,345 |
57.4% |
Andrés Manuel López Obrador (2018-24) |
20,930e |
2.8% |
|
|
|
a. Pesos viejos por dólar.
b. De acuerdo con lo presentado por AMLO, en algunos casos con cifras incorrectas.
c. Promedio de 1976, la cifra correcta es 22.00 pesos por dólar.
d. Cifra de fin de 1982, la cifra correcta es 70.00 pesos por dólar.
e. Al 16 de diciembre de 2021.
Fuente: AMLO y Banco de México.
Quizá sin darse cuenta de ello, López Obrador hace una trampa peculiar con respecto a su propio caso: la cancelación del aeropuerto que hizo como Presidente Electo. Desde que se anunciaron los términos de la consulta, el 15 de octubre de 2018, el peso inició una fuerte depreciación, por el golpe a la confianza que implicó. Ese día el tipo de cambio estaba en 18.8175 pesos por dólar. Si se compara con el 20.93 que presumió el Presidente, la depreciación correspondiente no es de 2.8%, sino de 11.2%. Sin duda reducida en términos históricos, pero no tan pequeña.
Una peligrosa obsesión
López Obrador ya encontró una potente variable económica para presumir a nivel sexenal. ¿Crecimiento económico? Imposible, incluso puede ser que el PIB per cápita en 2024 sea inferior al de 2018, un retroceso no visto en casi un siglo. Por lo mismo, tampoco podrá presumir un retroceso en la pobreza. Tampoco podrá aducir que en su gobierno se logró una inflación baja, cuando actualmente se encuentra en un nivel no visto en 20 años.
Tras presentar las cifras cambiarias sexenales, dijo:
Y el de Tepetitán (López Obrador nació en Tepetitán), 2.8 (porciento de pérdida de valor); 20 mil 930. Y aquí estamos un poquito más abajo, porque no está… No, sí, está en 21 ¿no? Baja un poquito cuando lo hicimos.
Eso es lo que quiero, pero no quiero el 2, quiero acá, a ver si se puede. No, que en vez de 2.8, que bajemos, a ver si es posible, pero así estamos, nuestro peso.
La meta obradorista es cerrar su sexenio sin depreciación cambiaria, esto es, con un máximo de 20.345 pesos por dólar, y de preferencia un número menor más potente, con una apreciación. Esto “es lo que quiero”. Poder presumir, como en el Desarrollo Estabilizador, un peso estable entre el inicio y el fin de su gobierno.
Esto por parte de la persona que, como titular del Ejecutivo y con control sobre la Secretaría de Hacienda, puede ordenar a la Comisión de Cambios (y por ende al Banco de México) alterar el régimen cambiario.
