El dilema de Sheinbaum
La presidenta Claudia Sheinbaum se enfrenta a una decisión que marcará su gobierno: Generar o no las condiciones suficientes para que los capitales privados inviertan en proyectos energéticos en el país.
Vayamos por partes. La inversión en México alcanzó en 2023 un nivel no visto desde 2016. A finales del penúltimo año de López Obrador la inversión total representó 25.0% del PIB, impulsada por las grandes obras de infraestructura en el sureste y por el dinamismo del comercio exterior que impulsó la construcción industrial.
Sin embargo, 2024 cerró con una inversión de 24.8% del PIB en medio de una importante desaceleración de la inversión, con una caída de la inversión pública de -15.6% en términos anuales en el último trimestre del año y de -0.8% en la inversión privada.
La caída no se ha detenido. Esta semana INEGI publicó que en febrero la inversión cayó 6.0% en comparación anual con cifras desestacionalizadas, mientras que, con cifras originales, la inversión privada se contrajo -5.7% anual, y la pública lo hizo en -24.0%, arrastrada por la caída en las obras de construcción.
Si observamos las caídas de marzo y abril de los indicadores de confianza empresarial, y el clima de incertidumbre de los capitales que se profundizó con las medidas arancelarias del presidente Trump, es probable que la inversión privada en el país haya continuado contrayéndose en los últimos dos meses.
Con la ampliación de las acciones del Plan México, que presentó la presidenta Sheinbaum a principios de abril, se busca potenciar el crecimiento económico y el empleo, recuperando el 25% de inversión como porcentaje del PIB hacia el próximo año, para alcanzar al 30% al final de su mandato. Solo con ese fuerte dinamismo en la inversión se explicaría la aceleración del empleo formal con la promesa de generar 1.5 millones de nuevos empleos en las manufacturas.
Son metas económicas ambiciosas, pero urgentes ante una economía que no solo está estancada, sino que camina rumbo a una leve contracción en este año, como lo advierten los economistas en las encuestas.
El asunto adquiere tintes dramáticos cuando ese crecimiento cero, o menor que cero, cause mayores presiones en las finanzas públicas con un gasto comprometido (en programas sociales, altos costos financieros, requerimientos de Pemex y nuevos proyectos, además del gasto corriente) que no para de crecer. En esa ruta, más allá de Trump, la economía mexicana está en serios problemas.
Así que, la presidenta necesita empujar el Plan México en el corto plazo para obtener resultados favorables a partir del segundo semestre, y reimpulsar la inversión y el crecimiento hacia 2026.
Pero para eso, serán críticas las señales que envíe con la implementación de la reforma energética que aún sigue pendiente. Los inversionistas y empresarios esperan luz verde para invertir con suficiente confianza en materia de electricidad, gas y energías alternativas, más allá de la insistencia en la rectoría del Estado. Todos los análisis del sector privado apuntan a que la generación y suficiencia energética de largo plazo es el mayor problema que enfrentan los grandes inversionistas para decidirse por México, incluso por encima de los aranceles.
El asunto es que, hasta ahora, las señales que ha enviado el Congreso con las reformas de competencia económica y de telecomunicaciones, no auguran un buen clima para la inversión privada en materia energética.
Sheinbaum está en una encrucijada. Darle viabilidad económica a su gobierno acelerando el crecimiento o, quizá, enfrentar una crisis. Su dilema trasciende la economía.
Samuel García
Editor y economista. Fundador y director de Arena Pública. Fundó y dirigió El Semanario de Negocios y Economía. Fue director editorial de Negocios del Grupo Reforma y 'El Universal'. Director fundador de 'Infosel'. Fue profesor de la Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos del CIDE y del Diplomado en Periodismo Económico de la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Máster en Periodismo Digital. Columnista, comentarista y consultor para diversos medios en México.
