Regulación, el mayor reto del open banking para el sector financiero
Para bancos y fintech por igual, el gran pendiente para el desarrollo del open banking en México es la regulación.
El concepto de banca abierta, como su nombre lo sugiere, se refiere a la capacidad que tienen los usuarios para acceder a su información financiera desde otras “experiencias de servicios financieros innovadoras”, como lo apunta MasterCard. En lugar que la información financiera de las personas esté reservada para el usuario y su banco, se puede proporcionar (mediante canales seguros de intercambio de datos) a otros jugadores verificados con actividad en el sector.
A escala global, según estimaciones de Allied Market Research, este sistema de intercambio de datos podría crear un mercado valuado en 43 mil 150 millones de dólares (MD) para 2026. En México, sin embargo, este sistema no despega todavía. En 2020 se esperaba que para este 2022 pudieran existir las condiciones básicas para que su desarrollo explotara, pero estas expectativas no se han vuelto realidad.
Tanto los bancos como las fintech concuerdan que la barrera más importante sigue siendo la regulación. “El tema regulatorio es el primer desafío. La Ley Fintech ya establece la figura del open banking, al establecer que los bancos deben de contar con interfaces de programación de aplicaciones (APIs) para que ciertos jugadores puedan extraer información de ahí. Pero la regulación secundaria que le corresponde emitir a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) es la que establece el cómo. Y ahí estamos un poco atorados”, señala Alejandro Servín, general manager para México de la plataforma de gestión de APIs para open banking Belvo.
La creación de un marco legal claro para los jugadores de la industria es, además, un reto que no se resuelve fácilmente. “Esto lleva tiempo, no es cosa de un día para otro […]. La CNBV publicó la primera regulación secundaria en 2020. Tenía que establecer una regulación robusta, que funcione, con las primeras reglas específicas de datos abiertos […] y hasta junio de 2021 teníamos preparadas esas APIs […]. Lo que viene ahora es la regulación de los datos transaccionales, que implica otras cosas. Ese es el siguiente paso, aún no está publicada la regulación pero estará lista en algún momento. Y después vendrá un tercer paso, un cuarto… Es evolutivo”, apunta Alejandro Maldonado Viveros, director de innovación en Banco Santander México.
No es en lo único que coinciden fintech y banca respecto al desarrollo de open banking en México. Ambos grupos de agentes están también muy conscientes que, desde hace años, las innovaciones financieras han batallado para popularizarse en el país por los arraigados temores entre la población en materia de seguridad y protección de datos.
“Tendremos que trabajar mucho para que los clientes se sientan cómodos con el proceso. Como bancos, siempre hemos sido muy claros pidiendo al cliente que no le comparta su clave o datos bancarios a nadie […]. Ahí tenemos que ser capaces de transmitirle al cliente que todo el proceso se va a hacer de una forma 100% segura, con los mayores estándares de protección y calidad”, asegura Esteban Domínguez, director de Desarrollo de Negocios Digitales de Citibanamex.
Los agentes innovadores y los jugadores tradicionales también están de acuerdo que el open banking, más que ser el objetivo final de la industria financiera, debe ser solo una herramienta más para mejorar el tipo de servicios que ofrecen a los consumidores. “Los datos son solo eso, datos transaccionales crudos. Lo importante es qué puedes hacer con esa información. Tienes que convertirlos a acciones”, dice José Luis López Amador, co-fundador y co-CEO de la aplicación de finanzas personales Finerio.
Incluso las ideas que tienen las compañías de tecnología financiera y las instituciones bancarias para accionar estos datos son muy similares. Para Esteban Domínguez, este ecosistema permitiría a las marcas “conocer [al cliente] mejor, y por lo tanto vamos a poder personalizar con mayor exactitud productos que sean específicamente hechos para ellos en el momento que los necesitas”.
Es un discurso muy similar al que tiene Alejandro Servín sobre el tipo de ventajas que podrían ofrecer los agentes financieros con ayuda del open banking: “Hay muchísimas oportunidades. Está la inclusión financiera […], la transparencia en los procesos […] y la personalización de los servicios y soluciones financieras que puede recibir la gente. Cuando leemos las transacciones que realizan las personas […] podemos interpretar esa información y ofrecer servicios mejor ajustados a cada caso”, afirma.
Expectativas mutuas en open banking
Otro elemento en común entre las fintech y las instituciones financieras más tradicionales es que cada grupo considera que hay elementos muy específicos, distintivos, que mejorar del otro lado de la moneda.
Por ejemplo, los bancos consideran que las fintech deben desarrollar más y mejores servicios para realmente aprovechar la ola de datos que podrían aprovechar con open banking. “Si los terceros no diseñan casos de uso, experiencias buenas, no aprovechan la banca abierta para ofrecer a los clientes cosas que les sirvan, por más que esté regulado y los bancos tengamos nuestras APIs, esto no va a evolucionar. Ése es el gran desafío”, apunta Alejandro Maldonado Viveros.
Y del otro lado de la moneda, las fintech instan a los bancos a que el flujo de información que pretenden compartir a través de sus APIs sea lo suficientemente valioso para que puedan desarrollar este tipo de experiencias.
“Estas APIs tienen que tener información completa del usuario: Nombre completo, correo, etcétera. Esos datos son muy útiles para validación de identidad. Pero también necesitamos información completa de todos los productos financieros […]. Para que el open banking funcione bien, necesitas un análisis completo de todo lo que maneja el usuario”, señala José Luis López Amador.