La inflación en dólares

El "mito genial" de la supuesta fortaleza del peso mexicano.
15 Marzo, 2023

Hace 33 años me encontraba cursando mi doctorado en economía. En mi programa, y otros afines, había un grupo numeroso de estudiantes y profesores latinoamericanos, la mayoría de ellos provenientes del Cono Sur: argentinos, bolivianos, brasileños, chilenos, peruanos y uruguayos. Una característica común entre ellos era que sus economías habían experimentado, en por lo menos un par de ocasiones, inflaciones altas de tres dígitos, lo que comúnmente solemos llamar hiperinflación.

Los episodios de hiperinflación en América Latina se remontan hacia mediados de la década de los años cincuenta. En México ya habíamos experimentado una inflación de tres dígitos en 1988 y los primeros meses de 1999, pero las inflaciones que habían padecido estos otros países latinoamericanos habían sido muy superiores.

Casualmente algunos estudiantes latinoamericanos coincidíamos a la hora del café o del almuerzo. Con frecuencia salían a colación asuntos sobre la inflación, el tipo de cambio y otros temas monetarios. Algo que me llamaba mucho la atención es que cuando hablaban del fenómeno inflacionario hacían referencia a la “inflación en dólares”. No me tomó mucho tiempo percatarme que realmente estaban hablando del incremento de los precios descontando la depreciación de sus monedas.

Supongo que el énfasis sobre la “inflación en dólares” se debía a que las economías con alta inflación tienden a dolarizarse, por lo menos en el sentido de que los precios de los bienes y servicios que se intercambian en el mercado se expresan en dólares, no en moneda nacional.

Más tarde tuve el privilegio de visitar a algunos de ellos en sus países. Algo que capturó mi atención era que el ciudadano de a pie en esos países latinoamericanos también hablaban de la “inflación en dólares“. Me sorprendió todavía más que su comprensión de fenómenos y variables económicos como la inflación, el tipo de cambio, las tasas de interés, y sobre los temas monetarios y fiscales era, incluso, equivalente o superior, a la de un economista recién egresado de la licenciatura en economía en México.

¿A qué vienen estas anécdotas? El gobierno actual, e incluso el Banco de México, ha venido cacareando con bombo y platillo la estabilidad del tipo de cambio del peso frente al dólar. Se ha puesto de moda hablar del “superpeso”. De hecho, la moneda nacional se ha revaluado recientemente frente al dólar, lo que para algunos resulta sorprendente y hasta una bendición. Por cierto, este “gran logro” es resultado de la política monetaria del Banco de México, y no de la pésima gestión económica del gobierno federal. De hecho, hay quienes alegan que la supuesta fortaleza del peso es prueba fehaciente de un banco central autónomo que ha elevado su tasa de interés objetivo con el propósito de controlar la inflación. Empero, el peso fuerte no ha servido de mucho para controlar la inflación. Con todo, la supuesta “fortaleza del peso” sigue sorprendiendo a propios y extraños.

Trataré de abordar el tema de la manera más simple y coloquial posible. Cuando se pregunta a los residentes o economistas de países latinoamericanos que han padecido altas inflaciones por qué les preocupa la “inflación en dólares” su respuesta sería algo como esto: “La inflación de los precios de bienes y servicios ha superado por mucho la depreciación del tipo de cambio, lo que significa que los precios en dólares de los bienes y servicios se han incrementado muchísimo. Si bien todo se ha vuelto más caro por la inflación, nuestro país también se ha encarecido brutalmente frente a nuestros principales socios comerciales. Nuestra moneda ha perdido competitividad internacional.”

La noción de la “inflación en dólares” es relevante para la coyuntura actual en México. El aumento de la inflación durante la presente administración, aunado a la relativa estabilidad cambiaria, ha encarecido los precios de los bienes y servicios en México cuando los expresamos en dólares, por lo menos a la par del aumento de los precios.

Entre 2019 y 2022 la depreciación promedio acumulada del peso frente al dólar fue de aproximadamente 4.6%, mientras que la inflación acumulada promedio en el mismo periodo fue de 22.2%. En otras palabras, la “inflación en dólares” en México ha sido de 16.8% en cuatro años, un porcentaje nada despreciable. Si a esto consideramos la reciente apreciación del peso frente al dólar durante 2023 (6.1% al cierre de febrero) y el incremento correspondiente de los precios (1.27% durante los dos primeros meses del año), se obtiene que la “inflación en dólares ha registrado un incrementado adicional en (7.82%) durante el presente año. Nótese que la apreciación incrementa aún más la “inflación en dólares”.

Una pregunta que inmediatamente salta a la vista es qué ha pasado con la “inflación en dólares” en otros países. Ya decíamos que entre 2019 y 2022 la inflación acumulada en dólares en México ha sido de 16.8%. En Argentina y República Checa la “inflación acumulada en dólares” ha sido ligeramente mayor que en México (20% y 18%, respectivamente), de manera que estos países registraron en ese mismo período una pérdida de competitividad internacional ligeramente mayor que la nuestra.

Sin embargo, entre los 48 países que consideré para estos cálculos, los otros 45 han mostrado una pérdida de competitividad internacional en términos de la “inflación en dólares” menor que la de México. Incluso, de entre éstos últimos, 25 han registrado una menor “inflación en dólares” y 20 de ellos han experimentado una disminución (“deflación en dólares”). Considere, por ejemplo, el caso de Brasil y Chile. Ambos países han experimentado una deflación en dólares en sus precios de 10.3% y 9.4%, respectivamente. Se han abaratado en términos de dólares significativamente durante 2019-2022. Su competitividad internacional se ha incrementado.

Para evaluar cuánto se ha encarecido México en relación con estos países en el periodo 2019-2022, basta con tomar el cociente de la “inflación en dólares en estos países” frente a la “inflación en dólares en México” (este cociente no es otra cosa que lo que en la jerga de los economistas se conoce como el tipo de cambio real del peso frente al dólar y es un indicador del precio relativo de una canasta de bienes y servicios en México en comparación con una canasta similar en otro país). En este sentido, México se ha encarecido 29% respecto a Brasil y 30% frente a Chile. La pérdida de competitividad internacional de nuestro país es verdaderamente abrumadora.

Permítame replantear lo anterior en términos más coloquiales. Usted cuenta con una cierta cantidad de pesos, los cuales durante 2019 y 2022 han visto erosionado su poder adquisitivo en 22.2%. En igual periodo, el precio se ha apreciado en 4.6%.

Ahora suponga que esa misma cantidad de pesos mexicanos la convierte a dólares y decide viajar Chile por la apreciación (real) de nuestra moneda nacional. Al llegar, convierte sus dólares a pesos chilenos. Como la moneda chilena se ha depreciado 36.2% frente al dólar durante 2019-2022, usted concluye que sus dólares le van a rendir muchísimo. Y con la apreciación del peso mexicano de 4.6%, hasta 42.4% más (¡un fabuloso “ya me vi!"). Empero, una vez que comienza a gastar sus pesos chilenos, descubre que los precios en Chile se habían incrementado 23.3%, de tal forma que podrá adquirir sólo 15.5% más que con los mismos pesos si los gasta en México. ¡Una ganga! Sus pesos mexicanos en Chile le rinden mucho más que en México. El problema es que usted no reside en Chile, reside en México, donde el poder adquisitivo de sus pesos ha perdido 22.2% durante 2019-2022.

¿Ya empieza a dudar de las bondades del “peso fortachón”? ¿Todavía no?

Le platico que el ingreso per cápita en Chile es de 28,105 dólares por habitante, 45% más que en México (19,445 dólares por habitante). El estándar de vida en Chile es mayor que en México. Como resultado de lo anterior, el trabajador chileno puede pagar precios más altos en dólares que el trabajador mexicano. Así que los precios de los bienes y servicios en dólares en Chile son mucho más altos que los precios en dólares en México, a pesar de que sus pesos mexicanos tienen un mayor poder adquisitivo en Chile que en México gracias a la fortaleza del peso mexicano.  ¿Ya vamos captando o no me expliqué bien?

¿A qué se atribuye tal diferencia en ingresos por habitante?

El ingreso por hora trabajada en Chile es equivalente a 29 dólares estadounidenses, mientras que en México es de 18.9 dólares. La productividad de la mano de obra del chileno promedio en su país es 1.53 veces mayor que el de un trabajador mexicanos. El chileno es simple y llanamente más productivo, lo que permite aspirar a un ingreso mucho mayor que nosotros. Al considerar las diferencias relativas entre el ingreso por hora trabajada en ambos países se concluye que los costos de producción por hora trabajada son mucho más altos en México que en Chile. La mano de obra en México es relativamente más cara por su baja productividad, lo que dificulta a las empresas mexicanas ofrecer salarios más altos (el efecto Harberger-Balassa-Samuelson). 

En la muestra considerada, México ocupa el penúltimo lugar tanto en términos de productividad laboral y de ingreso por habitante. Pero no sólo eso, es el segundo país con los costos unitario de mano de obra más altos. Peor aún, cuando se observan las tendencias de estos indicadores para el caso de nuestro país, se advierte que el ingreso per cápita y la productividad laboral en México han venido mostrando, ya por un largo periodo, una clara tendencia a disminuir. Este fenómeno se ha acentuado en los últimos cuatro años.

Regresemos a un nivel todavía más coloquial. Algunos de ustedes probablemente han tenido el privilegio de viajar al extranjero recientemente. No les habrá costado mucho trabajo percatarse que, a pesar del “super peso”, todo les parece carísimo. De igual modo, ya se habrán percatado que, a pesar de la fortaleza del peso y su reciente apreciación, los precios en México de productos comerciables internacionalmente como, por ejemplo, los teléfonos inteligentes, los ordenadores portátiles, las subscripciones a las series o películas en “streaming”, el costo de las licencias de software, etc., no se han reducido a pesar de la apreciación reciente de la moneda nacional. Más aún, las autopartes y los automóviles se han encarecido muchísimo.

Otro aspecto importante es que si bien la competitividad-precio de las exportaciones mexicanas es afectada por el tipo de cambio, su desempeño se debe fundamentalmente a la evolución de la actividad económica de nuestros principales socios comerciales (Everardo Elizondo Almaguer, “Private Sector Net Exports and the Real Exchanghe Rate”, en D. Brothers D and A Wick (eds.) “Mexico’s Search for a New Development Strategy. Wesview Press, 1990).

Muchos de los elementos aquí abordados los ha destacado el Banco de México en repetidas ocasiones, aunque en términos más técnicos que los aquí desarrollados. La evidencia al respecto es contundente.  Sorprende que actualmente el Banco de México celebre como uno de sus logros que el peso sea una de las monedas que más se han apreciado frente al dólar. ¿Será porque ése ha sido el objetivo de su política monetaria en vez de dedicarse a combatir la inflación?

El mensaje principal de este texto es subrayar que el nivel del tipo de cambio nominal (la cantidad de pesos que se entregan para obtener a cambio un dólar) no es un indicador de la fortaleza de nuestra moneda nacional, pues se pasan por alto muchos factores relevantes de la economía nacional en relación con el resto del mundo. 

En un magnífico artículo reciente de Alexis Milo y Alejandro Werner (“¿El Super Peso?”, Reforma, 15 de febrero de 2023), ponen el dedo en la llaga. Señalan que lo que realmente importa es el precio de una canasta de bienes y servicios producidos en México comparado con el de una canasta de bienes y servicios en el extranjero, cuando los precios de ambas canastas son expresados en una misma moneda (de nuevo, el tipo de cambio real).

Espero que este texto contribuya a señalar que la supuesta fortaleza del peso es un “mito genial”. De ninguna manera estoy sugiriendo que el tipo de cambio nominal (y menos el tipo de cambio real) sea un objetivo de la política económica. Eso sería un gran error, y pareciera que eso es lo que ha venido haciendo el Banco de México al seguir a la Reserva Federal. 

Abraham Vela Dib Abraham Vela Dib Economista por el Tecnológico de Monterrey, maestro en Economía por el Colegio de México y doctor en Economía por la Universidad de California en Los Ángeles. Fue presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR) desde 2018 hasta 2021. Antes, trabajó en el Banco de México y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Actualmente es profesor en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).