Vislumbrando el futuro del peso: un análisis simple

Hacer pronósticos en economía es riesgoso, y más cuando se trata de esa variable que obsesiona a los mexicanos desde hace casi medio siglo: la paridad entre el peso y el dólar estadunidense.
Pero es sin duda un ejercicio interesante, aunque para realizarlo quizá sea más útil una bola de cristal, o una cuija, que un complicado modelo econométrico.
Pero un simple análisis gráfico muestra un patrón interesante y peculiar. Emerge cuando el país ha dejado atrás la crisis de 1994-95 y su larga secuela inflacionaria. Es a partir de 2003 cuando la inflación alcanza el nivel internacional
Por lo tanto, los ajustes al tipo de cambio no se explican significativamente por diferencias inflacionarias con Estados Unidos, aunque la diferencia acumulada a lo largo del tiempo tampoco sea menor.
Diferencia inflacionaria explica algo, pero no tanto (como antes)
La diferencia inflacionaria entre México y Estados Unidos sigue siendo relevante en un horizonte de largo plazo. Ya no lleva a rápidas y constantes depreciaciones como ocurrió en las últimas dos décadas del siglo XX, pero sin duda contribuye a explicar la depreciación nominal.
El tipo de cambio 48 horas, cotización a la venta, promedió durante el año 2003 una paridad de 10.80 pesos por dólar. La diferencia en la inflación acumulada en los 12 meses anteriores entre enero 2003 y agosto 2020 entre México y Estados Unidos fue de 2.07% (por ejemplo, dicha la cifra correspondiente de agosto de este año fue de 2.74%, puesto que la inflación acumulada en México alcanzó 4.05% y en el país al norte llegó a 1.31%). En muy raras ocasiones ha sido la inflación mexicana inferior a la estadounidense, y en algunos casos la diferencia ha sido notable.
Ese 2.07% de diferencia promedio por supuesto tiene un impacto acumulado significativo en un periodo largo. Lleva a que ese tipo de cambio de 10.80 de 2003 se convierta en una de 14.99 en el año 2019. Por supuesto, la paridad era mucho más elevada, el promedio el año pasado fue de 19.26 pesos por dólar, pero la diferencia inflacionaria sigue siendo un elemento explicativo en la depreciación continuada del peso.
Hay otro elemento importante que los mercados consideran con respecto a México: el precio internacional del petróleo. La importancia del país como exportador de crudo ha disminuido a lo largo de los años. Además, en años recientes la balanza comercial petrolera pasó a deficitaria por la importación creciente de gasolinas. Pero en los mercados la percepción es crucial, y México mantiene la etiqueta de economía donde el petróleo es un elemento importante.
Estabilidad, depreciación con volatilidad, estabilidad a un nivel inferior
La depreciación del peso frente al dólar desde 2003 no ha sido, por supuesto, continuada. Más bien, se ha observado un patrón que se ha repetido al menos cuatro veces:
* Una notable estabilidad nominal por años;
* Un cambio o cambios externos llevan a una abrupta y fuerte depreciación;
* Apreciación tras el mínimo histórico que lleva a un nuevo intervalo de estabilidad nominal, pero ya sin prácticamente tocar el intervalo anterior. El nuevo intervalo con rapidez se “normaliza” entre los agentes económicos.
Estabilidad y petróleo caro: 2003-08
Fueron más de cinco años los de una estabilidad cambiaria notable, entre 2003 y hasta que estalló la Crisis Financiera Global que inició la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Un largo periodo en que el tipo de cambio fluctuó entre los 10 y 12 unidades por billete verde. Incluso el peso llegó a cotizarse por debajo de la barrera de los 10 pesos por dólar en 2008, motivando (brevemente) que se hablara del regreso del “superpeso”.
Crisis financiera global: 2008-09
La crisis fue relativamente breve, aunque el impacto fue brutal para muchos países, incluyendo México. El PIB se contrajo en 5.3% y, además, el precio del petróleo se colapsó, si bien su recuperación fue relativamente rápida. Para mediados de 2009 la mezcla mexicana de barril había regresado por encima de los 60 dólares el barril, cuando a fines de 2008 había llegado a niveles de 33 dólares.
El colapso del peso fue brutal, con el tipo de cambio rozando el 15.50 por dólar en marzo de 2009, si bien desde entonces se observó una apreciación significativa. Ya para inicios de abril de ese año se encontraba debajo de 14 pesos por dólar.
Petróleo caro y reformas estructurales: 2009-14
El petróleo no solo se recuperó, sino que inició una larga etapa de precios estables y elevados. Entre febrero de 2011 y agosto 2014 la mezcla mexicana de exportación se cotizó entre los 90 y 110 dólares por barril. Además, entre diciembre de 2012 y mediados de 2014 la administración Peña Nieto habría de negociar con el Congreso un ambicioso programa de reformas estructurales conocido genéricamente como el Pacto por México, y que incluyó la apertura y liberalización del sector energético, incluyendo hasta lo que parecía impensable: el petróleo.
El peso mostró de nuevo notable estabilidad nominal, fluctuando casi todo el tiempo entre los 12 y 14 pesos por dólar. Era el nuevo intervalo.
Petróleo barato y Trump: 2014-17
Lo que cambiaría dramáticamente a partir de mediados de 2014 fue el precio del petróleo. De rozar los 100 dólares el barril en junio, se había colapsado a un promedio mensual de 41.70 dólares para enero 2015. Una leve recuperación no fue duradera, y para enero de 2016 dicho precio promedio mensual llegó a 23.91 dólares. El timing de la apertura petrolera mexicana difícilmente pudo ser peor: el país inició la fiesta cuando todos los posibles interesados estaban con una fuerte resaca.
La recuperación de los precios del crudo arrancó desde inicios de 2016. No sería espectacular, pero sí sostenida. En octubre de 2018 la mezcla mexicana tuvo un promedio de 71.29 dólares el barril. Nada impresionante para los estándares de 2011-14, pero ciertamente una mejora notable.
El problema es que desde 2016 hubo otro factor crecientemente negativo en el horizonte: Donald Trump, que pasó de ser un aparente chiste de mal gusto a ganar las primarias republicanas, y de ser un candidato visto como fácilmente derrotable hasta ganar la elección de noviembre sobre Hillary Clinton. La larga campaña del neoyorquino tuvo una constante: atacar a México y los mexicanos, desde la migración hasta el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Fue una constante de ataques que nada ni nadie pudo frenar, aunque Peña Nieto lo intentó (llegando al extremo de invitar a Trump a México).
Fue la conjunción de ambos factores, petróleo y Trump, lo que llevó a una larga y constante depreciación del peso, que habría de alcanzar un nuevo mínimo histórico, 21.93 pesos por dólar, justo antes de que este tomara posesión de la Casa Blanca. Fue una larga transición de las 14 a esas casi 22 unidades por dólar por más de dos años.
Tras la apreciación que siguió al mínimo histórico, la nueva estabilidad nominal habría de ubicarse entre los 18 y los 20 pesos por dólar. El petróleo mexicano pasaría a niveles de entre 50 y 60 dólares el barril. Ciertamente no elevado, pero estable y en niveles suficientes para atraer inversionistas en las subastas realizadas en 2017 y 2018 durante el último tercio de la administración Peña.
La elección y el gobierno de López Obrador trajeron un radical cambio de modelo económico, pero con todo el peso se mantuvo en el nuevo intervalo, incluso llevando a AMLO a hablar del “peso fortachón” o el “peso estable”. Había mucho de falso en eso del “peso fortachón”, pero eso no impedía al Presidente presumirlo.
“Peso estable” que, por supuesto, derribó la pandemia global que hasta el momento persiste, y que llevó al peso a un nuevo mínimo histórico apenas esta empezó a llevar a desplomes (cierres) económicos en muchos países a partir de marzo. El peso no fue el único en derrumbarse, aunque sí fue de las monedas más afectadas. El tipo de cambio interbancario llegó a 25.135 pesos por dólar el 23 de marzo, y a partir de entonces inició una apreciación.
El peso parece estar por apreciarse por debajo de las 21 unidades por billete verde. Pero la recuperación económica se espera titubeante en el mejor de los casos. De hecho, incluso cabe la posibilidad de que el PIB por habitante de 2024 tenga un nivel similar al de 2014, en parte por una política económica que, en los hechos, es alérgica a la inversión y el crecimiento.
¿Un pronóstico simple basado en la trayectoria que ha mostrado el peso en este siglo? Usando el lenguaje de moda: una nueva normalidad, o intervalo, de entre 21 y 23 pesos por dólar.
