Nearshoring en México frente al nuevo panorama económico global

Ante los cambios en el entorno global, México podría tener una oportunidad en el mediano y largo plazo para superar desafíos estructurales.
2 Abril, 2024
Parque industrial (Foto: Gobierno del Estado de Guanajuato)
Parque industrial (Foto: Gobierno del Estado de Guanajuato)

Para un país acostumbrado a las malas noticias, resulta difícil procesar que de tiempo en tiempo pueden soplar vientos favorables. Este parece ser el caso con el nearshoring, concepto que se refiere a la relocalización de las cadenas globales de valor, desde el lejano oriente, hacia lugares como México.

El nearshoring es el resultado de cambios en el entorno internacional que parecen anticipar una nueva etapa en la globalización. La primera señal de este cambio llegó en 2018 con el presidente Trump y su política "Make America Great Again" y la guerra comercial con China. En 2020, la pandemia nos recordó que aun en este mundo globalizado las fronteras aún existen y pueden cerrarse a voluntad, interrumpiendo el comercio internacional. Finalmente, en 2023, la crisis ambiental ha hecho evidente la fragilidad de nuestras economías, con una sequía que ha paralizado al Canal de Panamá, una ruta crítica para el comercio global.

Ante la fragilidad de la economía, el inversionista global busca desarrollar modelos de producción más resilientes. Es en este escenario donde México se convierte en una opción atractiva. Desde hace más de 30 años, el país se encuentra integrado a las cadenas de valor norteamericanas, contamos con un tratado de libre comercio con Estados Unidos que sustenta nuestra relación comercial. Asimismo, México tiene acceso al mercado más importante del planeta a través de una frontera terrestre de más de tres mil kilómetros con la economía.

México presenta desafíos importantes en numerosos frentes, como educación, infraestructura, tecnología, seguridad, gobernanza, solo por mencionar algunos. Sin embargo, también es cierto que al compararnos con otros países, en particular con América Latina, no salimos tan mal evaluados. No solo eso, ante la magnitud de los riesgos que supone la geopolítica y la crisis ambiental actualmente para la globalización, México se posiciona como una opción menos riesgosa para el empresario global.

Esta lógica es la que está detrás del fenómeno del nearshoring que estamos viviendo en algunas partes del país. Es la historia de inversionistas, conscientes de las capacidades y limitaciones productivas de México, que han optado por nuestro país como una alternativa para hacer frente a un entorno internacional cada vez más adverso para el comercio y la inversión.

Las inversiones de alto perfil que se vienen anunciando, junto con los 32 mil millones de dólares de inversión extranjera directa que se instaló en el país el año pasado, representan líneas de producción, fábricas e inversiones adicionales que ven a México como una estrategia viable de diversificación. Es una historia de empresas que pueden prosperar en México a pesar de nuestro clima de negocios, no gracias a él. La demanda de estas empresas no es imposible de cumplir: probablemente un acceso a la carretera, carriles adicionales en la aduana, o mayor capacidad de generación y distribución eléctrica para su planta.

Estas son buenas noticias para México. Las nuevas inversiones representan ya un cambio de dirección en regiones del norte y centro del país, y una mejora en el nivel de vida de miles de mexicanos. Sin embargo, ante el optimismo desbordado que puede suponer el fenómeno del nearshoring, siempre es preferible la objetividad.

El primer matiz viene del mismo entorno internacional. El fin de la globalización y el surgimiento de nuevos nacionalismos económicos no es bueno. El Fondo Monetario Internacional estima que de continuar el desmantelamiento de las cadenas globales de valor, la economía mundial podría contraerse hasta un 7 %. México es afortunado de ser una de las pocas naciones en el mundo que se benefician de este cambio.

Un segundo matiz viene del tamaño de la oportunidad. En una publicación sobre este tema del Tecnológico de Monterrey, se estima que México ha capturado solo el 15% del comercio que China ha perdido en Estados Unidos. Esta tendencia es confirmada por un estudio de la Escuela de Negocios de Harvard, el cual afirma que es Vietnam, y no México, el país que más se ha beneficiado de la relocalización de las cadenas globales de valor.

Finalmente, es importante entender que el fenómeno del nearshoring, en realidad, es un efecto secundario de una política proteccionista en los Estados Unidos que tiene como prioridad la repatriación de inversiones, no el llevar empresas a México. Es fundamental tener en cuenta que la agenda binacional entre México y Estados Unidos es compleja, dominada por otros temas tales como la seguridad fronteriza y la crisis migratoria, que podrían nublar la relación económica entre ambos países, en particular de cara a la renegociación del T-MEC en 2026.

A pesar de estos matices, el efecto que puede tener el nearshoring es muy relevante para el país. Analistas estiman que su impacto puede ser de hasta medio punto porcentual del PIB. En un país que ha crecido menos del 2% anual en los últimos treinta años, esta cifra resulta enorme. Sin embargo, no hay que perder la perspectiva. Ni la producción incremental que supone por ahora el nearshoring, ni los habilitadores en infraestructura o capital humano que demandan las empresas que están llegando, resuelven las brechas estructurales de desarrollo que ha enfrentado el país, al menos en el corto plazo.

Sin embargo, ante los cambios en el entorno global, México podría tener una oportunidad en el mediano y largo plazo para superar desafíos estructurales. Esa oportunidad consiste en ser capaz de vincular a la empresa mediana y pequeña con las grandes empresas que ya están integradas a las redes comerciales de Norteamérica, alcanzar un desarrollo regional más equilibrado entre el norte y el sur del país, y lograr la convergencia tecnológica con nuestros socios comerciales.

Esta es una discusión sobre nuestro modelo de desarrollo, la cual supone cambios profundos en nuestra política económica y la creación de consensos sobre qué tipo de país queremos ser. Es una discusión muy alejada de la coyuntura actual y las necesidades inmediatas de un inversionista que busca relocalizarse en México bajo las condiciones actuales.

El fenómeno del nearshoring debe ser analizado, objetivamente, como un nuevo capítulo de nuestra integración económica, bajo un escenario internacional con potenciales beneficios significativos para México. Sin embargo, es importante reconocer que el nearshoring no es la panacea para todas nuestras dificultades, ni una fórmula mágica que asegure progreso y justicia social de forma automática. De hecho, las ventajas que se anticipan no son garantías de realización.

El verdadero impacto del nearshoring residirá en la habilidad y visión estratégica de nuestros liderazgos en el ámbito político, empresarial y social para capitalizar esta coyuntura, buscando no solo el crecimiento económico, sino también atender y mitigar las profundas desigualdades sociales que enfrentamos.

Roberto Durán-Fernández Roberto Durán-Fernández Roberto Durán Fernández es profesor en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Es economista por el ITAM, cuenta con una maestría en economía por la London School of Economics y se doctoró por la Universidad de Oxford, especializándose en desarrollo regional. Ha sido consultor para el Regulador de Pensiones del Reino Unido, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y la Organización Mundial de la Salud. En la iniciativa privada colaboró en la práctica del sector público de McKinsey & Co y la dirección de finanzas públicas e infraestructura de Evercore. En el sector público fue funcionario en la SHCP y en el Banco de México.