Ya no estamos más en Kansas: El descontento con la globalización

Con la entrada de Trump hay ya un cambio de paradigma con respecto a los beneficios del comercio internacional.
Para el presidente del vecino del norte el comercio ha perjudicado a su país. Está equivocado. Pero el punto no es ese, sino que él lo cree, y sus bases electorales también. Esto está aderezado con su visión sobre la inmigración. La guerra comercial que ha iniciado es la cereza del pastel sobre el descontento con la globalización, que ya venía de al menos una década atrás, cuando lo empezó a señalar Joseph Stiglitz en su libro "El descontento con la Globalización".
Pero es importante poner lo anterior en contexto. El historiador económico Michael Bordo, tal vez el que más ha estudiado los procesos de globalización en la historia de la humanidad, ha encontrado que, desde las cruzadas (el primer gran proceso globalizador), ésta ha presentado un carácter cíclico. Asimismo, ha insistido en la importancia de comprender los sistemas financieros del pasado para enfrentar los desafíos económicos actuales y futuros.
Este autor provee con una buena síntesis donde identifica lo siguientes periodos del comercio internacional:
- Globalización del siglo XIX (1870–1914): Caracterizada por importantes flujos de capital desde Europa Occidental hacia regiones como América y Australasia, esta era vio a los países europeos con grandes superávits en cuenta corriente, mientras que naciones como Argentina, Australia y Canadá experimentaron déficits notables. El patrón oro clásico facilitó los ajustes de estos desequilibrios, aunque eventos como la Crisis de Barings de 1890 evidenciaron vulnerabilidades. De hecho, como proporción del producto mundial, el comercio internacional alcanzó en este periodo una dimensión muy superior a la actual.
- Periodo de entreguerras (1918–1939): Tras la Primera Guerra Mundial, los países intentaron volver al patrón oro. Sin embargo, la desalineación de los tipos de cambio reales y la pérdida de credibilidad del sistema condujeron a una inestabilidad financiera, culminando en la Gran Depresión. Es ésta la que retrae el comercio internacional.
- Era posterior a la Segunda Guerra Mundial (1945–1971): El sistema de Bretton Woods fijó las monedas al dólar estadounidense, que era convertible en oro. Aunque este sistema promovió la estabilidad inicialmente, las políticas expansivas de EE.UU. llevaron finalmente a su colapso en 1971. En adición, el mundo permaneció con un modesto intercambio de mercancías.
- Finales del siglo XX y principios del XXI: Este período presenció desequilibrios globales sin precedentes, con flujos de capital que se dirigieron predominantemente desde los mercados emergentes hacia las economías avanzadas. Factores como la liberalización económica, los avances tecnológicos y la profundización de los mercados financieros contribuyeron a este cambio. Pero en términos de globalización, se puede decir que ha sido el segundo en dimensiones, después del de fines del siglo XIX.
Con Trump, tenemos ya que añadir un nuevo periodo que irá desde 2025 y que tal vez tenga una duración de un par de décadas (difícil saberlo). Esto no significa que el comercio desaparezca. Lo que esto sugiere, en conjunción con otros eventos previos (señalados por Stiglitz), es que habrá bloques regionales de comercio, en los que la proporción de comercio con respecto del producto mundial se verá reducida sensiblemente, comparado con lo que hoy tenemos. El mundo ya es distinto, ya no estamos más en Kansas.
