¿Por qué está disminuyendo la inversión?

Una de las tareas de todo gobierno es reducir la incertidumbre tanto como sea posible, pero los gobernadores oficialistas no están ayudando a que la presidenta Sheinbaum genere el clima de certidumbre que requiere la inversión.
14 Septiembre, 2025
Empresarios en el primer informe de la presidenta Claudia Sheinbaum (Imagen: Presidencia)
Empresarios en el primer informe de la presidenta Claudia Sheinbaum (Imagen: Presidencia)

No hablaré del paquete económico. Lo haré de algo que en mi opinión debiera preocupar más. Desde que tengo uso de razón el país no crece económicamente a las tasas a las que se supone debería hacerlo, dada su demografía, su diversidad de recursos naturales, su ubicación geográfica (contigua al mercado más grande del mundo, y flanqueada por dos océanos), entre otras.

Desde joven, desde la academia he participado en discusiones al respecto, en distintos grupos de economistas, funcionarios públicos y empresarios. Y en éstos ha surgido un sinfín de posibles explicaciones, algunas provenientes de la teoría económica, otras del propio quehacer público y privado.

Una de las más recurridas es que en México la inversión es baja (medida siempre como porcentaje del PIB), sobre todo cuando se compara a nivel internacional. El cuadro de abajo muestra la variación anual en porcentaje de la Inversión Fija Bruta (cifras desestacionalizadas). Como se puede apreciar, en el agregado desde septiembre de 2024 ese indicador presenta una disminución constante hasta junio del 2025 (último dato del INEGI).

Preocupa que de enero a junio de los corrientes el acumulado arroja una cifra de una disminución de 6.3% en la inversión. La pública disminuye en 22.4%, la que era de esperarse por el ciclo político ya que todo primer año de gobierno ésta disminuye por diversos factores (el primer año se elaboran los Programas sectoriales, que son los que definen el rumbo del país para el resto del sexenio). 

Por su parte, la privada disminuye en 4.8%, cifra que preocupa. No es posible obtener un crecimiento sostenido con la inversión privada a la baja. De persistir, seguro, el consumo que siempre se rezaga en este comportamiento, empezará a disminuir. Por ello, el país debe primero identificar por qué está disminuyendo la inversión.

Debo confesar que mi discrepancia frecuente con los medios y comentócratas económicos es que se identifica al bajo nivel de inversión como una causal del bajo crecimiento económico. Para mí, eso es una tautología, dado que ésta es un componente del PIB.

La pregunta que debemos hacernos es, más bien, qué causa que se tenga una inversión baja. La respuesta es compleja. Pero se puede comenzar identificando el principal insumo de la inversión, a saber, la incertidumbre. El concepto se llama inversión porque “se espera” que algo que se deje de gozar hoy, es porque mañana dará rendimientos. El “se espera” implica una posibilidad de fracaso, lo que hace el resultado incierto. Una de las labores de todo gobierno (y en particular, del Secretario de Hacienda) es la de reducir la incertidumbre en la medida de lo posible. Otros lo dicen de distinta manera: un gobierno debe administrar expectativas económicas.

Pues bien, dicho esto, actualmente la economía enfrenta una incertidumbre importante proveniente de dos fuentes. Acá, a diferencia de otras épocas, la primera proviene del entorno global, en particular, de la que ha creado el presidente del país vecino del norte, Donald Trump. Esta ha sido manejada razonablemente bien por el gobierno mexicano, dentro de las limitaciones con que ésta se enfrenta. Pero definitivamente que es uno de los factores -la incertidumbre global- que ha deteriorado el apetito a invertir más, no solo en México, sino en el mundo.

La segunda, la incertidumbre interna, también ha jugado un papel importante. Y retomo lo que debe ser la labor de un gobierno: proveer certidumbre a la inversión. En sí, este concepto es etéreo. Pero la evidencia nos dice que ésta se consigue con una dirección clara del rumbo económico, que respete derechos de propiedad, que tenga un manejo macroeconómico razonable, que la regulación se inscriba dentro de lo que indica la evidencia, que cuando existan discrepancias en los contratos comerciales, exista un aparato de justicia que resuelva en la dirección de lo que marca la ley y lo haga expeditamente, que exista una infraestructura apropiada (en los tres rubros, transporte, energía y agua), entre muchas otras.

En mi opinión, hoy el empresariado mexicano y extranjero, están en modo de “ver y esperar” el desempeño que vaya teniendo el nuevo poder judicial. Eso tomará unos meses, o incluso un par de años. Es probable que, si éste muestra que es profesional y expedito, se reactive la inversión más pronto. Asimismo, la inversión privada quiere apreciar cómo se desarrolla la desaparición de órganos autónomos (a pesar de que a algunos empresarios incluso les benefició dicha desaparición, pero a otros que les gusta más la competencia, no les pareció mucho, sobre todo extranjeros).

El otro elemento es el de derechos de propiedad. Acá la presidenta no ha sido disruptiva. Infortunadamente, a nivel de entidades federativas, las señales no han ayudado mucho, pues algunos gobernadores del régimen se han “desbocado”. Antes de ahondar en esto, el ciudadano (y con ello el pequeño, mediano y gran empresario) sabe que su inversión en un estado determinado puede verse minado si no se respetan los derechos de propiedad. Pero si ve que son varios los estados dirigidos por el régimen que no lo están haciendo, es de esperarse que haya un efecto contagio hacia los demás. Con ello, pues decidirá no invertir.

Pues bien, hemos visto episodios preocupantes en entidades como Puebla, Campeche y en menor medida CDMX. El primer caso, el gobernador, en una reunión pública, amenazó con expropiar unilateralmente unos terrenos a unos empresarios. El evento se hizo viral. En el segundo, se aprobó una ley (llamada Ley Alito) en la que literalmente la propiedad privada de cualquier ciudadano queda completamente indefinida y desprotegida ante el gobierno de Campeche.

Por su parte, el gobierno de la CDMX ha esbozado constantemente impuestos innecesarios de diversa índole desde hace unos 5 años con respecto al plusvalor de las propiedades. Es cierto, algunas ciudades del mundo la tienen, pero eso no significa que existen ya instrumentos más adecuados y amigables con la inversión para corregir esa externalidad. En particular, un buen catastro y modernización del mismo hacen esa tarea de manera automática y de manera más que adecuada. Hacerlo de la manera como algunos diputados locales lo hacen, crea también más incertidumbre en cuanto a derechos de propiedad.

En suma, a la presidenta, sus gobernadores no le están haciendo un favor para crear certidumbre para la inversión. Y luego nos preguntamos por qué la inversión está estancada. La presidenta debe actuar con firmeza y controlar a esos desbocados, si quiere mandar la señal de que es amigable con la inversión privada. El horno no está para bollos.

Por último, a la gobernadora de Campeche hay que recordarle esa famosa frase atribuida a Confucio: la que se venga, tiene que cavar dos tumbas.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".