El plan fiscal de Trump

Bien se dice que la política fiscal, a pesar de sus inercias y reducidos grados de libertad, refleja el proyecto de nación de un país. Esto es evidente en el plan fiscal triple BBB (Big, Beautiful Bill) que ha lanzado el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en comparación con el de Biden. La gráfica de abajo muestra que el déficit como porcentaje del PIB es muy similar (4.7% para Trump; 4.5% para Biden).
Lo que las hace diferentes es que Biden llegó a ese déficit con una mayor recaudación de impuestos a las grandes fortunas y un mayor gasto. Trump, sin embargo, propone reducir el gasto pero también los ingresos tributarios.

¿Cómo le va a hacer Trump para llegar a ese objetivo? Lo primero es reducir el gasto sobre todo en salud (disminuye el programa de cuidados asequibles y el de Medicaid). También está recortando importantes fondos a la educación; intenta disminuir el gasto en energías renovables, y de manera importante ha anunciado recortes a la ayuda social (crédito impositivo para niños, programas sociales de vivienda, asistencia alimentaria) entre otras consideraciones. Por otra parte, fomentará las Asociaciones Público-Privadas para la construcción de infraestructura, y ha enviado un importante incremento del gasto militar.
Del lado de los ingresos, está extendiendo y buscando la permanencia de las tasas reducidas de impuestos, fijadas por él mismo en 2017 a la parte alta de la distribución del ingreso. Asimismo, busca mantener e incluso reducir el impuesto a las personas morales (el llamado impuesto corporativo). Se busca también una tasa especial para las ganancias de capital entre 15 y 20% y no ser tratadas como ingresos de las personas (cuya tasa impositiva es mayor). Por último, propone incrementar el techo de deducibilidad de los impuestos locales de 10,000 a 30,000 dólares.
Finalmente, debe destacarse que otra manera de cuadrar las finanzas públicas es la utilización de tarifas, cuya introducción, según él, es más como herramienta de negociación que como ingreso. De cualquier manera se proyecta cierto ingreso proveniente de este rubro de comercio exterior.
Las calificadoras de deuda no han reaccionado muy positivamente a su plan fiscal. Recuerde que esas instituciones lo único que miden es una probabilidad de cumplimiento de obligaciones crediticias, nada más. En este sentido, la necesidad de mayor endeudamiento propuesto por Trump para cuadrar las cuentas las han ya orillado a rebajar la nota crediticia.
Observe en la gráfica de abajo que el crecimiento de la deuda, como porcentaje del PIB, ha rebasado el 100% y se ubica ya en 120% (recuerde que México alcanza hoy el 51%, aunque con una capacidad de pago mucho menor, proveniente de una menor recaudación tributaria y una reducción de la renta petrolera).
Al entrar el presidente Obama el nivel de deuda se encontraba en 63%, el que la llevó a casi 100% al término de sus 8 años (en México entre Calderón y Peña son los que en mayor medida endeudaron a nuestro país, sin quitar parte a la administración anterior de López Obrador).

Como se puede apreciar las reformas de Trump reflejan incentivos del lado de la oferta, mientras que los demócratas lo hacían del lado de la demanda agregada. Es decir, el Plan Fiscal de Trump refleja claramente una ideología (supply-side), mientras que el de Biden reflejaba otra. De aquí la importancia de analizar esos planes cada que entra un gobierno.
Acá, el secretario de Hacienda afirma que el PIB se incrementará producto de los programas de bienestar, es decir, una economía basada en la demanda, más que en la oferta; aunque el Plan México se argumenta el impulso de la oferta, pero sin recursos públicos, sea en la forma tributaria o de gasto público.
