Empieza la terapia de choque en Argentina

La situación en Argentina no es fácil de arreglar pero el nuevo presidente, Javier Milei, se ha decidido por una terapia de choque nada más llegar.
Ya lo dijo en su primer discurso el pasado 10 de diciembre: “(…) No hay alternativa al ajuste y al shock. Impactará de modo negativo sobre la actividad, el empleo, la cantidad de pobres e indigentes. Habrá estanflación, pero no es algo muy distinto a los últimos 12 años. Este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de la Argentina (…)” (ver discurso de investidura).
No hubo que esperar mucho tiempo para ver esto. El 12 de diciembre, Luis Caputo, ministro de economía, anunció 10 medidas de ajuste, entre las que se encuentran: (1) La devaluación de la moneda; (2) la suspensión de licitaciones de obras públicas y la cancelación de las que, a pesar de haber sido aprobadas, no hayan comenzado; (3) la reducción a los subsidios de energía y transporte; (4) un recorte a la nómina del Estado; (5) la suspensión de la publicidad oficial; (6) una reducción del número de ministerios y secretarías; (7) una reducción de las transferencias a las provincias; (8) la eliminación de los derechos de importación; (9) la eliminación del programa SIRA, y (10) el fortalecimiento de la ayuda social.
La primera medida, la devaluación de la moneda
En este artículo me concentraré en los efectos de la devaluación, que quizá son los que tendrán una consecuencia más inmediata. El gobierno ya ha anunciado una devaluación del 54% para ubicar el peso argentino en 800 por dólar. Además, adoptó un objetivo de devaluación de 2% mensual a fin de fortalecer y armonizar, de alguna manera, el sistema de tipo de cambio en ese país. Cabe destacar que Argentina tiene un régimen de tipo de cambio fijo, establecido por el banco central. Dado que los movimientos de la moneda son provocados por la propia autoridad a cargo de fijar su valor, hablamos de “devaluación” y no de “depreciación” que se refiere a la pérdida de valor de una moneda resultado de las fuerzas del mercado.
Como sucede casi siempre con un tipo de cambio fijo, se forman distintos mercados paralelos con distintas cotizaciones para el dólar según la operación de que se trate. Ejemplo de esto es el llamado Dólar blue (mejor conocido en otras partes del mundo como el “dólar negro”), el Dólar turista (valor del dólar por operaciones realizadas en pesos desde el país, en el exterior) o el dólar fuga (que se utiliza por empresas y otros mayoristas a través de una operación llamada “contado con liquidación” en la que se venden acciones de empresas argentinas que cotizan en la bolsa de Nueva York o bonos de deuda soberana), entre otros.
¿Por qué era necesaria la devaluación?
Una de las ventajas más evidentes de la devaluación es su impacto positivo en las exportaciones. Con una moneda depreciada, los bienes y servicios argentinos se vuelven más atractivos en el mercado internacional, ya que los compradores extranjeros pueden adquirirlos a precios más bajos. Esto puede impulsar el crecimiento económico al aumentar las ventas al exterior y mejorar la competitividad del país en el escenario global. Además, la devaluación puede tener un efecto positivo en la industria del turismo, ya que los costos locales se vuelven más asequibles para los visitantes extranjeros.
Sin embargo, la devaluación no viene sin costos. Uno de los mayores desafíos es el aumento de la inflación. Con una moneda debilitada, los precios de los bienes importados tienden a subir, lo que se traduce en un aumento generalizado de los precios. Esto afecta directamente al poder adquisitivo de los ciudadanos reduciendo su capacidad para comprar bienes y servicios. La inflación puede convertirse en una espiral difícil de controlar afectando negativamente a la estabilidad económica y social.
Además, la devaluación también puede generar incertidumbre en el mercado interno. Las empresas que dependen de importaciones enfrentarán mayores costos, lo que podría llevar a una disminución de la producción y, en última instancia, a la pérdida de empleo. Esto, a su vez, contribuiría a la desaceleración del consumo interno generando un ciclo económico negativo.
Otro aspecto para considerar es el impacto en la deuda externa. Si bien la devaluación puede hacer que la deuda en moneda extranjera sea más difícil de manejar, también puede facilitar la adquisición de nueva deuda ya que el país se vuelve más atractivo para los inversionistas extranjeros en busca de rendimientos más altos.
Desde el punto de vista de la política monetaria, la devaluación puede llevar a una mayor intervención del banco central para estabilizar la moneda y controlar la inflación. Ajustes en las tasas de interés y medidas de regulación financiera podrían ser implementados para contrarrestar los efectos negativos de esta medida.
La devaluación no es un remedio permanente
Como en un paciente con una emergencia, el tratamiento de choque tiene como objetivo estabilizarlo para después poder tratar el mal de fondo.
En este contexto la devaluación en Argentina ayudará a la estabilización de la economía, pero esto no quita la necesidad de reformas estructurales que aborden las causas subyacentes de la inestabilidad que la economía argentina viene presentando desde hace décadas. Estas reformas podrían incluir medidas para mejorar la eficiencia fiscal, aumentar la productividad, y promover la inversión extranjera. Además, el fortalecimiento de instituciones y la mejora de la transparencia son fundamentales para restaurar la confianza tanto a nivel interno como externo. La estabilidad política y económica son elementos críticos para atraer inversiones y fomentar el desarrollo sostenible.
La devaluación en Argentina es un recordatorio de la complejidad de los desafíos económicos que enfrentan los países en un mundo interconectado. Si bien presenta oportunidades para el crecimiento a través de las exportaciones, no podemos ignorar los riesgos asociados, especialmente en términos de inflación y presión sobre el consumo interno.
Sin duda, el camino a seguir requerirá decisiones políticas sólidas y la implementación de reformas estructurales para abordar las causas subyacentes de la inestabilidad económica. Este momento de reflexión debe convertirse en una oportunidad para el cambio positivo y la construcción de un futuro más próspero y sostenible para Argentina.
