El riesgo de fragmentación geopolítica y las oportunidades para México

El FMI ha señalado que las tensiones geopolíticas podrían llevar a una fragmentación en el sistema financiero internacional, afectando la asignación de capitales entre economías,.
23 Octubre, 2023
Exportaciones mexicanas.
Exportaciones mexicanas.

La revista The Economist en su edición del pasado 12 de octubre publicó una viñeta de su caricaturista de cabecera Kevin Kallaugher (Kal) en el que se muestra al mundo tratando de detener una puerta que se está cayendo. Del otro lado, están los fantasmas de la guerra, la pandemia, la inteligencia artificial y el cambio climático. El globo terráqueo está pensando: “Añoro los días en que la Guerra Fría, en los que lo único que me preocupaba era la aniquilación nuclear” (Kal’s Cartoon).

Así nos sentimos los analistas económicos en los últimos años. Añoramos los días en los que sólo nos ocupaba el tratar de predecir cuándo tendría lugar la siguiente recesión. Vivíamos en un mundo en el que la inflación no era un problema y, tras la crisis financiera de 2008, las tasas se habían mantenido por bajas por un tiempo extendido. El riesgo geopolítico era un riesgo que asumíamos estaba presente, pero con una probabilidad muy baja de que ocurriera. 

No obstante, llevamos ya varios años en los que el riesgo geopolítico es clave en nuestros escenarios: la elección de Donald Trump, la pandemia del Covid, la guerra entre Rusia y Ucrania, así como las tensiones en el conflicto Israel Palestina.

Como resultado, se ha incrementado el escepticismo con respecto al multilateralismo, así como las críticas a los beneficios de la globalización. Esto ha implicado que los gobiernos y las empresas reconsideren sus dependencias con el exterior potenciando una posible fragmentación de la economía global en distintos bloques, lo que representa un riego adicional que podría tener serias consecuencias para los niveles de bienestar a nivel global.

Las consecuencias adversas derivadas del riesgo geopolítico para las economías son evidentes. El conflicto entre Rusia y Ucrania trajo consigo la utilización de materias primas (petróleo, el gas natural y el trigo) como una herramienta para ejercer presión, lo cual tuvo un impacto significativo en los precios de estos productos a nivel global, llevando a los bancos centrales, entre otros factores, a subir las tasas de interés, reduciendo el ritmo de crecimiento de la actividad económica. 

El riesgo de una fragmentación de la economía global tiene que ver, no sólo con una desaceleración en los volúmenes de comercio, sino que también tiene implicaciones sobre los flujos migratorios y de inversión extranjera directa, que pasaron de representar el 3.3% del PIB global a principios del siglo al 1.3% entre 2018-2022, de acuerdo con cifras del Fondo Monetario Internacional.

La fragmentación implica medidas de restricción comercial y de relocalización de las cadenas de producción, lo que incluye, no sólo sus variantes conocidas como nearshoring o friendshoring sino también varias iniciativas para relocalizar ciertos procesos en el mismo país o bloque aduciendo razones de seguridad nacional, entre otros.

Un ejemplo de esto es el US Inflation Reduction Act, que da incentivos a las empresas que localicen sus operaciones en las comunidades menos favorecidas además de promover la innovación e incentivos para desarrollar tecnologías de energías limpias. En Europa tenemos la Ley Europea de Chips, que promueve la producción de chips en la Unión Europea con el fin de incrementar la participación de los microprocesadores provenientes de esta región en las cadenas productivas a nivel global. 

Como resultado, los prospectos de crecimiento potencial se están revisando a la baja en prácticamente todas las regiones. Asimismo, el FMI señala que las tensiones geopolíticas podrían llevar a una fragmentación en el sistema financiero internacional, afectando la asignación de capitales entre economías, los sistemas internacionales de pago y los precios de los activos. Esto se vería reflejado en una mayor vulnerabilidad de las economías a choques adversos con impacto en los niveles de liquidez y de solvencia de los bancos y otras instituciones no financieras, aun en aquellos países con poca relación con el conflicto en cuestión. 

¿En dónde está México en este escenario? México tiene un lugar privilegiado en este contexto por tres razones principalmente: (1) es parte de la región de Norteamérica con el tratado de libre comercio (TMEC); (2) la cercanía con EE.UU; y (3) sus bajos costos laborales. Esto explica la ola de optimismo con respecto a los anuncios sobre inversiones de nearshoring y su impacto sobre el crecimiento del país.

No obstante, bajos costos laborales no es el único costo que las empresas manufactureras están buscando reducir. Está también el costo energético que no sólo es relevante, sino que en un mundo en el que los criterios medioambientales pesan cada vez más, se buscan fuentes de energía eficientes y limpias y aquí es donde empezamos a topar con pared, ya que las políticas de la actual administración parece que están yendo en la dirección contraria. De hecho, EEUU tiene activa una disputa con respecto a este tema, ya que considera que se están violando las reglas del TMEC en este sector.

Adicionalmente, también es importante el nivel de infraestructura. Aquí debemos pensar no sólo en términos de la infraestructura física (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, puertos, entre otros), sino también en la infraestructura que no se ve, como es la necesaria para la generación, distribución y almacenamiento de energía, así como la infraestructura en los sistemas y redes que son esenciales en términos de la seguridad del país, como redes, etc.

En un entorno en el que el riesgo geopolítico es un elemento central para el desarrollo de escenarios macroeconómicos hacia delante y en el que existe la posibilidad de una fragmentación de la economía global, México debe cuidar no sólo a sus socios comerciales, sino que también tiene que buscar la manera de aprovechar este cambio de paradigma a nivel global para desarrollar el país.

Para ello, se requiere de mejorar el clima de inversión, la infraestructura y tener muy claro quienes son nuestros socios estratégicos, tanto en cuestiones comerciales como geopolíticas.

Delia Paredes Mier Delia Paredes Mier Delia Paredes apoya la toma de decisiones a inversionistas internacionales, líderes empresariales y gestores de activos a través del análisis económico desde hace casi 20 años. Es socia en TransEconomics, firma que brinda servicios de planificación patrimonial y gestiona activos alternativos. Asimismo, también es docente en la Universidad de Anáhuac y en el Tec de Monterrey. También es miembro del Comité de Estudios Económicos en el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) y del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI). Delia Paredes es Maestra en Economía London School of Economics (LSE).