Pluralidad en la academia mexicana, el caso de la Economía

En este país al uso de instrumentos cuantitativos se le ha estigmatizado de economía neoliberal, cuando en realidad su uso no implica estar de acuerdo con los supuestos de la economía neoclásica.
26 Agosto, 2021

Con todo respeto, debe reconsiderarse el concepto de pluralidad que tiene la actual administración.

Les tomo la palabra que disentir no es confrontar. Y en este pequeño ensayo argumento que la pluralidad es importante, tal y como se reitera frecuentemente. Asimismo, concuerdo que la pluralidad implica cierta igualdad en sus partes. Por ejemplo, si existen dos grupos, lo ideal es que cada uno esté representado de manera uniforme, es decir, mitad y mitad.

Pues bien, en la academia financiada por el sector público (estrictamente por la sociedad mexicana) la disciplina de la economía está presente en alrededor de 30 departamentos de economía. Debo aclarar que simplifico porque en la UNAM, entre facultad, instituto, y distintos programas de estudio, se puede decir que existen 5 entes que hacen economía. La totalidad se sitúa en alrededor de 250 economistas haciendo investigación en nuestra máxima casa de estudios (de la que soy orgullosamente egresado).

La mayor parte de las más de 30 divisiones académicas públicas en economía tienen una visión no-neoclásica de la economía. Tal vez los que abiertamente parecería que utilizan metodologías más apegadas con esa corriente son alrededor de cuatro en el país; es decir, las otras 26 no se apegan necesariamente a esa manera de hacer investigación.

Ninguna de las metodologías es mejor que otra, son simplemente distintos enfoques. La metodología prevaleciente en los departamentos de economía en instituciones públicas en general es producto de una tradición que proviene más de la hispanidad (aunque en ese país ya no prevalece). No pongo a ninguna encima de la otra, insisto.

Y sí, la economía neoclásica se ha valido de métodos cuantitativos para validarse. Sin embargo, otras corrientes se valen del uso de otros instrumentos para lo mismo, es decir, para analizar problemas que no están contenidos en la economía neoclásica. No quiero entrar en esa discusión bizantina de si los números se pueden manipular para favorecer o no, una u otra hipótesis. Aquí hay un aspecto ético, como en cualquier ocupación.

Lo cierto es que el uso de instrumentos cuantitativos no es exclusivo de la economía neoclásica (o neoliberal como algunos le llaman). En otros lares del mundo, esos instrumentos los utilizan los Neo-Keynesianos, los Post-Keynesianos, los estructuralistas, los marxistas, entre otros. Más recientemente los ha utilizado ese nuevo campo llamado Complejidad Económica, que es de hecho muy interdisciplinario.

Mi impresión es que en este país al uso de instrumentos cuantitativos se le ha estigmatizado de economía neoliberal, cuando en realidad su uso no implica estar de acuerdo con los supuestos de la economía neoclásica. Considero que en esta administración se confunden con ello. Es cierto, tal vez los economistas de ese corte no hemos sido capaces de explicarle a la sociedad esa frecuente confusión.

Así, las instituciones públicas que ofrecen economía y que se abocan casi exclusivamente a hacer investigación mediante el uso de instrumentos cuantitativos son, reitero, básicamente cuatro en todo el país (de más de 30). Por respeto, no quiero mencionarlas. La división de Economía del CIDE es una de ellas. Y este grupo de investigadores son una minoría en el espectro nacional junto con las otras tres. Es decir, solo el 13 por ciento recurre a herramienta cuantitativa. Esto claramente representa una minoría. Si consideramos esta cifra con el número de economistas a nivel nacional, esta cifra se vería reducida a poco menos del 8%, baste revisar el padrón de investigadores del SNI.

Si se habla de pluralidad, me parece que los investigadores que utilizan esta metodología más cuantitativa están claramente subrepresentados en las instituciones públicas del país. Lejos de ello, este gobierno debería promover a este tipo de metodología si el objetivo final es la pluralidad.

Ahora, si ese no es su objetivo, lo respeto. Me atrevo a escribir estas líneas porque el presidente repetidamente dice que le interesa la pluralidad. Si eso es así, el país se queda corto, muy corto, en economistas que utilizan métodos cuantitativos como herramienta de análisis.

Dicho esto, permítaseme también disentir acerca de si el Estado debe o no financiar escuelas que enseñen métodos cuantitativos en sus licenciaturas en economía. Creo que es una mala interpretación creer que el uso de ellos solo le sirve al sector privado. Llevo 30 años en esto, y con exalumnos trabajando para el gobierno de manera exitosa (incluyendo muchos insertados en la actual administración).

Nadie más que yo quisiera que las empresas y conglomerados mexicanos utilizaran métodos cuantitativos rigurosos que enseñamos nosotros para determinar, por ejemplo, sus niveles de producción, o su impacto en la sociedad, o en la competencia económica. Infortunadamente, al menos en este país, las empresas no suelen utilizarlos. Más bien utilizan técnicas, sí numéricas, pero con poco, muy poco, contenido analítico. El presidente se llevaría una sorpresa en este sentido. Supongo que los repetidos dichos se refieren a contenido ideológico. Pero los métodos cuantitativos, repito, sirven para el análisis de cualquier idolología. El error o la falta de ética es cometida por las personas no por las herramientas.

Considérese a los monjes benedictinos que en el medioevo pecaban para poder legislar sobre el pecado. No se puede regular una economía si no se entrena al economista cómo opera la economía capitalista (con o sin visión social), lo que implica entrenarlo en microeconomía, macroeconomía y finanzas. Asimismo, debemos entrenarlos para evitar que se incremente la pobreza o que se perpetúe la desigualdad económica. Eso lo hacemos, creo, razonablemente bien en el CIDE. Esto porque en adición a los métodos cuantitativos, se les enseña a resolver problemas dentro de un marco ético y con visión histórica y social. Puede la sociedad estar segura de ello. ¿Qué se prefiere: un economista entrenado por el sector privado competente, o uno entrenado al igual que ellos, pero con visión social y ética?

Nuestra investigación en economía del CIDE es diversa y trata de los grandes problemas nacionales: abatimiento de pobreza y mejora en la distribución del ingreso y riqueza; discriminación racial; acceso a educación y salud; evasión fiscal; federalismo fiscal; medio ambiente; economía rural; depredación de recursos naturales; política industrial; migración; historia económica; economía de la energía; y hasta de COVID.

Estos temas no están necesariamente presentes en la economía neoclásica. Todos estos temas los hemos abordado de forma honesta y publicados en los vehículos con los más altos estándares nacionales e internacionales. Se genera, pues, conocimiento universal sin aspavientos. Más aún, se contribuye a la movilidad social mediante la enseñanza de la disciplina. Nuestro impacto social es alto.

Los economistas bien entrenados, pero con visión social, pueden coadyuvar al desarrollo del país con su granito de arena. Que no le quepa la menor duda a la sociedad que es finalmente la que nos financia. Con gusto puedo ampliar mis argumentos.

Por lo pronto, hay que construir un nuevo país, una nueva academia, pero sin desandar lo andado. La economía que enseñamos e investigamos en el CIDE es uno de esos caminos del que no debemos borrar sus huellas, aunque siempre con la autocrítica necesaria para seguir generando conocimiento más universal y con mayor impacto social. La pluralidad no se debe buscar al interior de una sola institución, debe darse mirando todo el espectro nacional.

Y bajo este argumento, piense ud. señor presidente que somos solo cuatro instituciones que financia el estado, que utilizan otra metodología alternativa (que no es necesariamente mejor) para analizar los grandes problemas nacionales e internacionales, con visión social. Que hayamos tenido impacto, es solo indicativo que hacemos nuestro mejor esfuerzo. El camino andado no debe desandarse; si las huellas se borran, encontrar la dirección adecuada de nueva cuenta se torna muy complicado.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".

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