El crecimiento económico en México: ¿5%?

En 150 años desde el inicio del porfiriato, con excepción de la década cuando irrumpió la Revolución Mexicana, no se había presentado una tasa de crecimiento tan baja para una administración presidencial.
10 Febrero, 2022

México, en su historia independiente, ha registrado bajas tasas de crecimiento económico.

El cuadro de abajo presenta el promedio para distintos periodos. Como puede apreciarse, el Porfiriato o la mayor parte del mismo, registró una tasa de 2.70% promedio anual, mientras que durante la década de la revolución mexicana la economía decreció en promedio un 0.25% anualmente.

No es sino hasta la década de los 1920s que la economía retoma una senda de crecimiento medio de 3.08% anualmente, ayudada por la recuperación de la economía mundial después de la primera guerra mundial. Para la década de los 1930s la tasa promedio alcanzó un 4.1% favorecida por la recuperación de la crisis del 1929 y el inicio de la segunda guerra mundial.

Para la época llamada del “milagro mexicano” del estado desarrollista (1950-1980) la tasa alcanzó un impresionante 6.3%. A partir de 1981 y hasta 2018 solo se alcanzó un modesto 2.31%. Si se considera el periodo completo, desde 1870 y hasta 2018 la tasa de crecimiento promedio se ubica en alrededor de 3% anual (por los cerca de 130 años).

Para los últimos 40 años diversas estimaciones (y metodologías) arrojan que el país debía alcanzar una tasa de 5-7% anualmente para llegar al potencial de la economía, dado sus recursos, tamaño y demografía.

Fuente: Elaboración propia con base en las fuentes citada

Nuestra nación no ha podido alcanzar esa tasa potencial en ninguna de las administraciones recientes. Ernesto Zedillo dejó la economía con un crecimiento promedio anual de 3.4%; Vicente Fox con un 2.0%; Felipe Calderón con 1.8%; Enrique Peña terminó con un 2.4%.

Dados los tres primeros años del presidente Andrés Manuel López y su proyección para los siguientes tres años, el promedio de tasa de crecimiento anual alcanzará en su periodo si acaso el 0.6%.

En 150 años desde el inicio del porfiriato, con excepción de la década cuando irrumpió la Revolución Mexicana (con un -0.25% de crecimiento promedio anual), no se había presentado una tasa de crecimiento tan baja para una administración presidencial. Lo que causa alarma es que de por sí no hemos podido alcanzar un crecimiento sostenido acorde a las características del país, y ahora algunos añoran el mediocre crecimiento promedio de 2.3%.

Es verdad que la pandemia se atravesó en el camino, pero la economía ya se había estancado sin crecimiento el año anterior al CV19. La cifra, ciertamente, está afectada por el fenómeno, pero los indicadores sugieren que los demás países han regresado a su senda anterior, mientras que el nuestro se encuentra inmerso en una crisis de credibilidad, lo que despierta la duda de si la pandemia se manejó de manera apropiada.

No se pretende aquí realizar un análisis al respecto, pues éste se dará de manera analítica a partir de que acabe la presente administración. No obstante, es necesario recordar que las bajas tasas de crecimiento desde los 1980s han sido objeto de debate álgido entre los economistas mexicanos.

Uno de los indicadores que se ha identificado como lastre o “talón de Aquiles” de la economía mexicana es el bajo nivel de inversión. Como se sabe, ésta es una de las variables más importantes en explicar el crecimiento. Y México a lo largo de su historia ha tenido un nivel de inversión reducido comparativamente a países con crecimiento.

Los determinantes de la inversión son multifactoriales, pero la certidumbre económica (que no únicamente macro, sino general) es tal vez uno de los prerrequisitos fundamentales, tal vez en el caso de México igual de importante que el nivel de tasas de interés. Diversas estimaciones sugieren que para que la economía mexicana crezca al potencial es necesario una inversión sostenida de entre 24 y 25% del PIB.

El INEGI acaba de dar a conocer el indicador de Inversión Bruta Fija. La gráfica de abajo, tomada del propio instituto contiene el índice desde 2016, cuando todavía nos debatíamos de por qué no se crece lo necesario. Dicha cifra es y ha sido reducida (alrededor 22% del PIB del 2008 al 2018) para detonar un crecimiento mayor al 2.5% que hemos obtenido en promedio las últimas cuatro décadas.

Pues bien, a partir de 2018 la tendencia se rompe y presenta un proceso descendente, que se estaciona a un nivel inferior al de 2016 a partir del 2021 (20%). Es decir, ahora necesitaríamos 5 puntos porcentuales para obtener la meta de inversión que reencausaría la economía.

Inversión Fija Bruta

(Índice base 2013=100)

Fuente: INEGI

Es pronto para afirmar que esta situación será permanente, pero lo que es un hecho, es que con esos niveles de inversión, el país no crecerá, ni siquiera al 2% y mucho menos al 5% que el Presidente afirma que alcanzará. A la presente administración le corresponde generar las condiciones de certidumbre para que la inversión se detone, lo que no está en contradicción con el alivio de la pobreza; lo que es más, coadyuva a combatirla.

Reiteramos, la certidumbre es el prerrequisito de un proyecto de inversión, y no puede darse por decreto, ni anunciando planes de reactivación económica, que presuponen que hay confianza empresarial. Los datos son crudos, no la hay, y por ello no creceremos al 5% ni en nuestros sueños más dulces.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".

Archivado en