El abuso de este producto puede provocar adicción | 1000mods y L.A. Witch en el Foro Indie Rocks!

10 Febrero, 2018 Actualizado el 5 de Marzo, a las 17:57
Foto: Rodrigo Mondragón
Foto: Rodrigo Mondragón
Arena Pública

Sábado. La calle de Zacatecas hace eco al resto de la ciudad, tranquila y con poca actividad. En su extensión, las luces del foro Indie Rocks! sobresalen con el augurio de una gran noche dentro de sus muros, mientras que un puñado de gente espera con ansias para entrar.

Las puertas se abren, las personas entran y al paso de una hora los espacios del foro comienzan a nutrirse de personajes variopintos cuyo valor predominante es el color negro de su ropa. A las 9:30 P.M., entran los teloneros.

 

Johnny Nasty Boots

Los nacionales comenzaron el show con pocas palabras; al igual que las dos figuras principales de la noche, estos dejaron que la música tuviera su lugar protagónico durante el set, sin justificaciones, sin ninguna clase de adorno excesivo -sólo con la expresión pura de su ejecución-. Esta banda no le debe nada a nadie, sus influencias son claras, la energía y el gusto con el que tocan son contagiosos y el público de la noche les aprecia. Los setenta viven de nuevo a través de los riffs heredados de Muddy Waters y Hendrix, y, mientras unos cabecean, otros bailan al ritmo de su blues rock.

El set es rápido; cuando me doy cuenta, la presentación termina y son despedidos con una dosis merecida de aplausos. Si se ha de decir algo, es que van a lo grande. Y aunque aún necesitan “amarrar” su interpretación, han aprendido cómo dar un show contundente.

 

L.A. Witch

Con un cambio diametral en el espectro sonoro, el trío californiano pisa el escenario poco tiempo después de terminado el set de Johnny. El grupo es sensual, misterioso, ligeramente lúgubre, y en su presentación hay algo indescriptible que te mantiene en el lugar. “Buenas Noches, somos L.A. Witch”. Con estas palabras, Sade Sanchez conquista a varios que responden con vitoreos. Y, sin mucho más, comienzan su ritual.

Siendo honesto, el cambio de banda a banda tiene sus consecuencias: la energía de los teloneros choca contra el ambiente lento del hechizo de las californianas. Hay quienes no lo notan, hay quienes apenas comienzan la velada con ellas entre empujones alborotados. Pero hay otros que, por momentos, se sienten confundidos. A la tercera canción, el escenario es suyo. La inclusión de una canción inédita junto con “Brian”, “You Love Nothing” y “Drive Your Car” brilla en el set; el garage rock hipnótico con el cual definieron su debut en septiembre pasado provoca que varios bailen, que otros cabeceen y que unos cuantos más observen con fascinación toda la gloria y el poder del grupo.

Aún en el goce general, hay algo que falta al show: un punto de quiebre, una explosión o variación. Esta es una observación que tal vez sólo sea personal, pero al rito le hace falta un momento clímax. Cuando se despiden, se les agradece, se les vitorea. La mayor parte del público queda encantado; su primer show en la ciudad de México ha sido un éxito difícil de olvidar. 

 

1000mods

Los estelares de la noche, liderados por Danni G., son algo impresionante a la vista. Sin apoyos visuales complicados, sin una vestimenta llamativa, sin adornos, lo que les convierte en el centro de atención es la fuerza que emanan. Con el puño alzado al aire, Danni saluda al público, mientras que los guitarristas Giorgios y Giannis se colocan a sus flancos, preparados para dar inicio a la noche. Tras unas cuantas palabras, se desata todo el poder de los griegos. “Above 179” resuena a lo largo y ancho del foro. Las palmas se hacen notar, las cabelleras vuelan y la gente presiona aún más para poder apreciar mejor a los invitados.

“Road to Burn”, la primera canción de su álbum debut Super Van Vacation, continúa con un ataque contundente al público dirigido por los golpes de batería de Labros, directo de la escuela de Kyuss. La música supera el espacio en el que reside, se vuelve parte de uno, pinta un panorama desértico y compele a todos al movimiento. No es sorpresa el ver cómo, poco a poco, se va formando un moshpit en el área general del recinto hasta que, conforme avanza el set, se convierte en un monstruo con su propia dinámica.

Las canciones siguen; Danni levanta el puño de nueva cuenta en repetidas ocasiones, agradecido. La adrenalina crece, hay nuevos momentos de euforia en la sala, canciones como “Loose”, “She”, “On a Stone” y “Vidage” incitan al caos. Como partículas sobresaltadas, los partícipes del slam giran bajo el comando de sus impulsos y del frontman. En un instante se ve a una persona volar sobre el resto al intentar hacer crowdsurf; rápidamente se ve a otro con los pies en el aire; en sucesión se ve al público en éxtasis, rebotando unos con otros.

Parece imposible, pero, por un momento, parece que el set termina. Llega una pausa en la que algunos aprovechan para gritar y aplaudir con mayor fuerza. Nadie realmente quiere que termine el concierto. Pasados 5 minutos, el cuarteto regresa con todo su impacto para una canción más, “El Rollito”. Estando más cerca del fin, el slam incrementa su intensidad y todo el foro estalla durante unos minutos de locura.

Labros, Giorgios, Giannis y Danni se despiden después de una ola expansiva que nadie pudo prevenir; entre el clamor del público, prometen regresar y felices posan para una última foto antes de dejar por terminado el escenario.

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