Digitalización de las nóminas y la sociedad sin dinero en efectivo

Hace unos 50 años las empresas empezaron a adoptar los depósitos bancarios directos para los salarios de los empleados, sentando las bases de los pagos digitales actuales.
23 Noviembre, 2021
Edificio central del Svenska Handelsbanken (Banco Sueco de Comercio) en Estocolmo. Suecia lideró el camino en la digitalización de las nóminas (Foto: Twitter)
Edificio central del Svenska Handelsbanken (Banco Sueco de Comercio) en Estocolmo. Suecia lideró el camino en la digitalización de las nóminas (Foto: Twitter)
La Conquista Digital

Hoy en día, hacer y recibir pagos digitales es tan natural para algunos de nosotros como respirar.

Pero, como documenté con mis colegas aquí, la idea de una sociedad sin dinero en efectivo surgió por primera vez con la adopción de la tecnología informática en la banca minorista a mediados de los años 50 en Estados Unidos. El concepto se popularizó en la prensa a ambos lados del Atlántico a finales de los 60 y principios de los 70. Pero lo más notable y lo que pocos recuerdan es que la digitalización de las nóminas estuvo en el centro de esta evolución (para más detalle ver aquí).

Recordemos el periodo de la postguerra a mediados del siglo XX, una época en la que el dinero en efectivo era el rey y la mayoría de la gente trabajaba en la agricultura o migraba a las ciudades para trabajar en la construcción o industria manufacturera.

Sólo un puñado de individuos tenía acceso a una cuenta corriente y a cheques personales, de hecho casi todos los clientes eran hombres pues en muchos países las mujeres casadas no podían tener cuentas bancarias o pedir préstamos sin la autorización de su marido (y las solteras lo hacían con el aval de un familiar cercano varón). La mayor parte de la mano de obra cobraba en cuotas semanales, a menudo en función de las horas de trabajo manual que había aportado esa semana.

Para entonces, en algunos países ya habíamos visto los primeros pasos del proceso de automación de la banca minorista que permitió lo que hoy llamamos “fintech”. Por ejemplo, después de la Primera Guerra Mundial, empezamos a ver las primeras aplicaciones comerciales de las computadoras. Estos dispositivos abarcaban los tabuladores electromecánicos de tarjetas perforadas de los años 20 y 30. Posteriormente observamos los dispositivos analógicos como el NCR Post Tronic en los 50 y el ampliamente adoptado IBM 360 de finales de los años 60.

En los albores de la era de la digitalización, las funciones de contabilidad y nóminas solían estar entre las primeras actividades en ser mecanizadas. Los gerentes y directivos a menudo consideraban que esas tareas eran repetitivas pero que la información que se recogía en ellas era también crucial para la toma de decisiones. Todo esto incentivaba a experimentar con la digitalización de los pagos de nómina.

Los cambios normativos y regulatorios relativos a las instituciones financieras a mediados de siglo también influyeron, pues estos reformaron la operación de algunos intermediarios y así abrían por primera vez la posibilidad a personas de clase media y trabajadora de poder optar por una cuentas bancaria.

Por ejemplo, el Westminster Bank de Inglaterra (hoy parte del Grupo RBS), empezó a sustituir las libretas de ahorro escritas a mano por extractos preparados por máquinas en 1929. En 1948, el Trustee Savings Bank de Belfast, en Irlanda del Norte, implantó un nuevo sistema de contabilidad mecanizada, que incluía máquinas electromecánicas de contabilización de libros. Se contrató a un número cada vez mayor de mujeres como personal para que se convirtieran en las principales operadoras de estos aparatos y realizaran tareas repetitivas como las nóminas. 

Hubo que esperar hasta los años 50 para que los grandes y medianos bancos españoles empezaran a introducir máquinas de contabilidad mecánicas. En Francia, el Crédit industriel d'Alsace-Lorraine importó a Europa las tres primeras máquinas IBM Proof 803 en 1950. Éstas complementaron los dispositivos mecánicos que ya existían para llevar el control de las cuentas de los clientes, del efectivo en caja y de los intereses a pagar por las cuentas corrientes (a la vista) y de ahorro, mismas que se ampliaron en 1955 a los departamentos de nóminas y patrimonio.

En 1962, el Texas National Bank de Houston eligió el sistema informático NCR 315 para ampliar su oferta, que incluía un servicio en el que las empresas de la región podían procesar las nóminas en la computadora del banco. Ese mismo año, el First Bank of Cincinnati eligió un sistema similar para agilizar su propio procesamiento de nóminas.

En México, el gobierno federal instaló grandes computadoras a mediados de los años 60, incluyendo un IBM 704 en el Instituto Mexicano del Seguro Social y dos CDC 604 en la Secretaría de Hacienda, para centralizar la nómina de los empleados federales. En 1965, la mayor y más antigua universidad, la UNAM, cambió su enfoque de la informática técnica y científica al trabajo administrativo con un IBM 1440 que se encargaba de las nóminas y la contabilidad.

En una línea similar, la exitosa empresa de ingeniería civil Ingenieros Civiles Asociados (ICA) instaló un IBM 1130 en 1966 y cambió su uso de la ingeniería a la administración, en particular la contabilidad de costes y la nómina. Sin embargo, la programación de la aplicación de nóminas desde cero resultó ser un reto.

El 1130 no disponía de un compilador COBOL que soportara el lenguaje de programación utilizado para los negocios, por lo que el sistema tuvo que diseñarse en FORTRAN, un lenguaje de programación más antiguo utilizado principalmente para aplicaciones científicas. FORTRAN utilizaba una aritmética de punto flotante que obviamente no era adecuada para fines contables, así que los programadores tuvieron que utilizar subrutinas de suma y multiplicación para garantizar un registro contable preciso a dos dígitos de pesos y centavos.

Tras conseguir un importante contrato de ingeniería externa en 1968 para construir el metro de Ciudad de México, la ICA encargó una unidad CDC 3300 como base de un ambicioso negocio de servicios informáticos. Su primera tarea fue gestionar las nóminas de los más de 10,000 obreros e ingenieros que participaron en la construcción de las dos primeras líneas del metro de la Ciudad de México (ver más detalles aquí).

Así las cosas, conforme avanzaron los años 60, la digitalización administrativa empezó a hacer posible que las empresas pagaran los salarios por transferencia bancaria en lugar de en efectivo, y Suecia lideró el camino. Las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial estuvieron marcadas por el crecimiento económico, el aumento de la riqueza y la expansión del estado del bienestar en Suecia.

Hacia 1959, el Skandinaviska Banken invirtió en su primer computadora central, y el Svenska Handelsbanken y el Sparbankernas Bank hicieron lo mismo dos años después. Al principio, éstas computadoras se utilizaban para gestionar la lenta tarea de calcular los intereses de las cuentas de ahorro.

Handelsbanken y otros bancos comerciales convencieron a sus contactos en las empresas manufactureras para que contrataran el servicio de domiciliación de nóminas. Las cajas de ahorros suecas, que al principio se mostraron reticentes, utilizaron sus contactos con los sindicatos para convencer a los trabajadores de que optaran por el pago directo en cuenta en su caja de ahorros.

Para estos pagos directos en cuenta, los bancos y cajas de ahorro suecas solicitaban a las empresas que facilitaran la información pertinente mediante tarjetas perforadas, cintas de papel o cintas magnéticas. Estas se preparaban in situ y luego se llevaban físicamente y de forma segura al centro informático del banco.

Para las empresas este nuevo servicio era atractivo porque les ahorraba los inconvenientes y costos de tener que pagar nominas en efectivo. Pero también creó un ecosistema bancario más amplio, como vimos que ocurrió en los Países Bajos. Las grandes empresas y el gobierno holandés vieron la oportunidad de ahorrar dinero en el costoso ejercicio semanal o mensual de las nóminas. Los bancos estaban interesados porque en los países nórdicos se había comprobado que los pagos de nóminas por domiciliación tenían un efecto positivo en los saldos medios de los titulares de las cuentas bancarias.

Así en 1966, el sector bancario holandés introdujo las cuentas corrientes para los hogares después de que el gobierno holandés liderara el desarrollo de un sistema de órdenes de pago permanentes y débitos directos. El número de cuentas de pago directo de nóminas que aumentó tan rápidamente creó problemas por sí mismo. Por ejemplo, el número de cuentas en los Países Bajos que recibían pagos directos de nóminas se multiplicó casi por 10, pasando de 165,000 en 1968 a 1,340,000 en 1973.

Ahora bien, la digitalización de las nóminas no se limitó a la instalación de una nueva computadora, sino que en muchos países se acompañó de una remodelación del ambiente regulatorio y normativo. En el Reino Unido, por ejemplo, la legislación de finales del siglo XIX y principios del XX, destinada a frenar las prácticas abusivas como la llamada “tienda de raya”, exigía que las nóminas y salarios se pagaran estrictamente en efectivo.

Tras una década de presiones en el Parlamento, los servicios de pago directo de nóminas en el Reino Unido nacieron en 1958, después de que los cambios normativos permitieran a los bancos el pago de nóminas y salarios ya fuera en efectivo, cheques o crédito bancario según la preferencia del trabajador.

Sin embargo, la digitalización de las nóminas sólo había resuelto una parte del camino. Los primeros sistemas informáticos convivían con procesos manuales que recogían en papel hasta los cambios más básicos de las circunstancias del trabajador. Esto requería de grandes números de personal administrativo, quienes primero validaban estos cambios y luego los capturaban en el sistema (primero a través de tarjetas perforadas y más tarde a través de terminales remotas). Esto y otras limitantes de los equipos, significaba que todo el proceso de preparación de las nóminas fuera largo (tardando días para empresas con miles de empleados), engorroso y sujeto a errores. En consecuencia, ni siquiera el más aventurero podía anticipar o especular con la automatización de los procesos de nómina utilizando inteligencia artificial como hoy en día.

Pero el mayor desafío era que la gente seguía teniendo que pagar sus compras cotidianas en efectivo. La congestión de clientes en las sucursales se convirtió en un problema, sobre todo en los días de pago. Para hacer frente a estos problemas, los años 70 y 80 trajeron una serie de innovaciones bancarias para sacar el dinero de las cuentas electrónicamente. Soluciones de las que hablaremos con más detalle en un futuro próximo.

Bernardo Batiz-Lazo Bernardo Batiz-Lazo Con más de 30 años de experiencia en la academia inglesa e internacional, Bernardo se ha especializado en el impacto de las tecnologías de la información en el sistema financiero minorista. Autor de múltiples contribuciones a revistas especializadas, libros (el más reciente es “Cash and Dash”, Oxford University Press, 2018), artículos de divulgación y podcasts. Profesor-Investigador de la Universidad Anáhuac.

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