Vacunas: cifras oficiales exageradas empeoran la situación
Madres y padres se preocupan cuando su recién nacido se enferma. El instinto nos dice que el bebé es frágil, lo cual es cierto. En México mueren anualmente 2,600 niños menores de un año en promedio, muchos por enfermedades prevenibles a través de vacunas.
Antes de entrar en materia, quisiera ofrecer a la lectora dos elementos importantes. El primero de ellos es que las vacunas deben aplicarse conforme al catálogo de vacunas que marca la cartilla; eso incluye que se apliquen en tiempo y forma, es decir, oportunamente.
En los niños pequeños es particularmente importante que se pongan todas las dosis de vacunas en la edad estipulada, pues cuando un niño no es vacunado oportunamente, no sólo queda desprotegido durante los meses de mayor vulnerabilidad, sino que algunas vacunas ya no pueden aplicarse tardíamente.
Tal es el caso de la inmunización contra el rotavirus, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), sólo puede aplicarse en niños menores de 24 meses, pues si se le vacuna posteriormente, ésta puede causar enfermedades graves e incluso la muerte.
El segundo elemento importante a considerar es que el mayor beneficio de una vacuna deviene del efecto de rebaño.
Son incuestionables las ventajas de una cobertura de vacunación completa y oportuna en lo individual, pero hay niños que por problemas de salud no pueden ser vacunados. Es por eso que, siguiendo el estándar de la OMS, una cobertura colectiva satisfactoria debe estar por encima del 90% para asegurar inmunidad frente a una epidemia. En sentido contrario, en una comunidad con baja cobertura de vacunación, un individuo enfermo puede contagiar rápidamente a mucha gente, causando la muerte a quienes no pudieron ser vacunados.
Es por ello que resulta tan relevante conocer la cobertura oportuna real de nuestros niños: si creemos que hay una cobertura del 90.7%, como reporta la SSa según un estudio de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), entonces pareciera menos relevante llevarlos a vacunar.
Como sociedad, creemos que si 90.7% de los niños está vacunado, no será tan grave que el propio no lo esté. Pero cuando observamos que las cifras de cobertura que arroja la cartilla electrónica de vacunación en www.vacunalos.net (plataforma que ha capturado el registro individual de 1.6 millones de niños), vemos que en realidad la cobertura oportuna de los niños en México es de 47.7% en promedio, y no de 90.7% como reporta la SSa.
El argumento del gobierno mexicano es que la cobertura es de 90.7% porque se usan los reportes de todo el sector salud, y dan por buenas cifras sin cuestionar mayormente el origen de la información. Dentro de esos reportes se observan datos inconsistentes, como la cobertura del ISSSTE en Chiapas con 487%.
Si bien pudiera ser que muchos niños que inmuniza el ISSSTE no son derechohabientes, estos reportes denotan que en el mejor de los casos subiste una pésima planeación y control en el abasto y, en el peor de los casos, un desperdicio de 30 veces las vacunas necesarias.
El argumento del gobierno mexicano es que la cobertura es de 90.7% porque se usan los reportes de todo el sector salud, y dan por buenas cifras sin cuestionar mayormente el origen de la información. Dentro de esos reportes se observan datos inconsistentes, como la cobertura del ISSSTE en Chiapas con 487%
Otro argumento de la SSa para defender el reporte de la cobertura promedio es que se utiliza la normatividad mexicana para hacerlo, la cual está además avalada por organismos internacionales. Y es que no parece ser una práctica común incorporar la oportunidad a la estimación de la cobertura de vacunación. Sin embargo, hoy en día cualquier gobierno debiera saber que presentar cifras sobreestimadas no beneficia a nadie, aunque tengan el mandato y la prerrogativa para hacerlo.
En esta lógica, pareciera que el gobierno espera que las cosas mejoren sin cambiar la estrategia. Mientras la SSa reporta sus cifras, no encontré registro de alguna iniciativa del Ejecutivo Federal para cambiar la metodología de medición y reporte. Además, en tanto la SSa se queja de la falta de corresponsabilidad ciudadana para vacunar a los niños, tampoco mejora la oferta de vacunas de manera sustantiva.
Si viviéramos en Suecia, país de bajísima mortalidad infantil y mucha transparencia en la información, exigir corresponsabilidad ameritaría únicamente una campaña gubernamental. Pero en México se necesita un cambio de diseño institucional.
En muchos casos, las vacunas que ofrece el sector público mexicano (sobre todo a quienes no tienen ningún tipo de seguridad social como el IMSS o el ISSSTE) no están disponibles en el lugar y la hora que se les demanda, por lo que la probabilidad de vacunar al niño disminuye considerablemente. No sólo porque el desabasto puede ser generalizado, sino porque los padres no regresan con la misma frecuencia por las dosis de refuerzo para sus hijas.
El paso por MCCI me ha enseñado que la gente, aún harta de la opacidad y de la falta de rendición de cuentas, está dispuesta a actuar cuando recibe una opción para hacerlo. Entonces, la propuesta es que exijamos que la cartilla electrónica sea implementada a mayor velocidad para todos los niños en México.
Exijamos que ésa sea la fuente de estimación de la cobertura real de vacunación, no las cifras agregadas a partir de reportes del sector. Pero, sobre todo, que denunciemos cuando haya desabasto de vacunas en todos los medios posibles: redes sociales, redes familiares, autoridades de todos los niveles.
Exigir nos hace mejores ciudadanos y, en este caso con un poco de suerte, nos dará más información sobre cómo y dónde vacunarnos.
@Sofia_RamirezA
* Sofía Ramírez Aguilar es maestra en economía, analista política y miembro de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad