Triunfar sin éxito

A dos años de gobierno se ha esfumado la construcción de expectativas de una mejor situación económica para el país. No hay que confundir los triunfos electorales con los gobiernos exitosos, ni siquiera en la generación de expectativas.
1 Julio, 2020

A dos años de que que el Instituto Nacional Electoral declarara el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en los comicios de 2018, uno de sus más grándes éxitos como candidato presidencial se ha esfumado: la construcción de la expectativa de una mejor situación económica para el país.

Esto, señalarán sus incondicionales, no ha ocurrido y habrá que celebrar el triunfo. Sus detractores de oficio, en cambio, no le reconocerán mejora alguna del ánimo económico, de forma que nunca hubo nada que celebrar. Otros, podrían atribuir el declive de la esperanza a la llegada de la pandemia. Yo tengo otros datos.

El triunfo de AMLO estuvo asociado a elevadas expectativas de mejora de la economía, de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor del INEGI. En julio de 2018 hubo tal cantidad de personas que que consideraron que la condición económica del país mejoraría dentro de los próximos doce meses que el índice de este rubro aumentó casi 15%, algo que no había ocurrido en los meses previos a las elecciones.

El optimismo en la marcha del país en julio de 2018 estaba aparejada a la esperanza de mejoría personal, pues el índice de las condiciones esperadas del hogar propio para el próximo año también presentaba una mejora poco común. Sin embargo, un año después ya se apreciaba el desencanto. En julio de 2019 predominaban las personas que declaraban que la situación económica de su hogar se había deteriorado desde el triunfo de López Obrador.

Para julio de 2019, la percepción general de la situación económica del país comparada con la de doce meses atrás no confirmaba las expectativas de los tiempos electorales sino lo contrario, un ligero deterioro de la economía nacional. Pese a ello, la esperanza de un futuro mejor se refrendaba, aunque ya no con una mejora esperada en las magnitudes iniciales, sino anticipando un magro progreso de 0.4% para julio de 2020.

La expectiva de un mejor 2020 fue abandonada consistentemente por la mayoría de los consumidores en octubre de 2019. Desde entonces se ha registrado un deterioro de lo que se puede esperar para el país en materia económica a un año de distancia. Esto es de destacar pues ocurre con mucha anticipación a que se conociera la amenaza del COVID-19 y hasta antes de que se difundiera la noticia del primer caso confirmado en México.

En los meses donde la amenaza del COVID-19 se visibilizó y materializó, las expectativas de una economía nacional mejor se han desplomado comprensiblemente, con una caída del indicador sobre el futuro del país en esta materia en los próximos doce meses de casi 12%. Puesto de otra forma, las expectativas de mejora de la economía que se generaron con el triunfo de López Obrador en 2018, y que no se materializaron en 2019, hoy apuntan en la dirección contraria prácticamente en la misma magnitud.

Estos datos merecen subrayarse pues corresponden a la población mayor de dieciocho años, donde están ampliamente representados los votantes de López Obrador. Sin embargo, las expectativas empresariales confirman un patrón similar de entusiasmo inicial por el futuro del país, desencanto un año después y pesimismo sostenido ya antes de la pandemia, aunque con mayor moderación en cada fase, de acuerdo a la Encuesta Mensual de Opinión Empresarial del INEGI.

De esta forma, debe ser claro que no hay que confundir los triunfos electorales con los gobiernos exitosos, ni siquiera en la generación de expectativas. Los primeros sólo trascienden el abandono de los lastres del pasado cuando se convierten en los segundos. Las administraciones fallidas son tristemente recordadas al rememorar su ascenso al poder.

 

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.