La parálisis de los confiados

En el arranque del año hay fuerzas de diverso signo en torno al crecimiento del país.
La economía estadounidense mantiene cierto empuje mientras el crecimiento mundial entra en declive y China recibe los más serios embates de la epidemia del coronavirus que se esparcirá en el mundo. Tenemos un nuevo tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, que dará certidumbre a la inversión, pero es más restrictivo en prácticas comerciales antes más libres. Las tasas de interés se reducen, pero el gobierno sigue tropezándose en la operación de buena parte de sus políticas públicas.
El saldo de estas fuerzas no resulta claro para el 2020, y si bien hay pronósticos de los expertos poco alentadores (crecimiento de 0.5 a 1.5%) no hay nada mejor que tomar directamente el pulso a los agentes económicos para tener una mejor idea de lo que podría depararnos en este año. Desafortunadamente, el estetoscopio económico no revela vitalidad.
Los indicadores de confianza empresarial para enero, recientemente publicados por el INEGI, muestran que, en las manufacturas, el comercio y la construcción, hay aún una mayoría que espera un mejor porvenir económico. Sin embargo, las expectativas de que el país y las empresas mejoren van en declive. Lo anterior se traduce en una intención de invertir vacilante.
A la pregunta de si es el momento adecuado para invertir, los encargados de las empresas del país responden con grandes reservas. De esta forma, en una escala de cero a cien, donde cero es no invertir y cien es todos a invertir ahora, el indicador de este rubro se sitúa en 32 puntos. Esto está lejos de corresponder a la inminencia de la expansión de la capacidad productiva.
Por el lado del consumo las cosas no lucen mucho mejor. Nuevamente se puede interpretar que para enero hay una mayoría con confianza en que los próximos doce meses serán mejores para su hogar, aunque hay menos optimismo en el futuro de los consumidores del país en su conjunto. Sin embargo, esta confianza sigue reduciéndose respecto a lo que se pensaba el año pasado, lo que se traduce en reservas para comprar bienes duraderos.
A la pregunta de si habría posibilidades en el momento actual de los integrantes del hogar, comparadas con las de hace un año, para realizar compras de muebles, televisor, lavadora, otros aparatos electrodomésticos, etc. la respuesta arroja un índice de 25.7 puntos de cien posibles. Esto muestra, nuevamente, grandes reservas para embarcarse en gastos significativos.
La combinación de empresas renuentes a invertir y consumidores poco propensos a comprar, independiente de cómo imaginen el futuro, es una mezcla poderosa para mantener el estancamiento económico actual. Las razones de esta parálisis son múltiples y corresponden a visualizar un panorama externo adverso, pero sobre todo por un entorno económico interno que se percibe amenazador, y en donde destaca la inseguridad pública y la incertidumbre política, a decir de las encuestas a especialistas económicos del Banco de México.
La débil luz al final del túnel parece ser el ligero aumento de la intención de los consumidores de comprar un automóvil o una casa, o al menos remodelarla, en el curso de los próximos dos años. A fin de cuentas, un plan de gastar más por parte de los hogares, pero sobre el cual pueden meditar largamente.
