En la tormenta y sin brújula

El estancamiento o caídas en el gasto en salud y educación para 2021 es preocupante, mientras que se incrementarán las transferencias monetarias a programas con un desempeño insuficiente.
23 Septiembre, 2020

En medio de la peor crisis de salud y económica de la historia reciente el gobierno federal ha planteado para el próximo año un presupuesto que eleva su gasto programable en 1.3% .

Dentro de él, el dedicado a Desarrollo Social sube en 2.7%, donde destaca el dedicado a las transferencias de efectivo, que aumentan su presupuesto 3.6%. Dejando a un lado el hecho de que los apoyos monetarios no se materializarán hoy, cuando más se necesitan, sino en 2021, en año electoral, cabe peguntar si la composición del gasto social para el próximo año resulta apropiada.

Los primeros indicios son desalentadores. El gasto en salud apenas se incrementa para 2021 por arriba del crecimiento poblacional previsto, por lo que en términos per cápita prácticamente queda estancado. La composición de este gasto es preocupante, pues el IMSS, el INSABI y todos los subsistemas de salud, excepto el de PEMEX, disminuyen sus recursos en términos per cápita. Tampoco se identifican recursos suficientes para un futuro programa de vacunación ante el COVID-19. Un elemento alentador es la regularización de más de 7 mil plazas en el sector, aunque por otra parte su inversión física se desplomará a la mitad.

En materia educativa el panorama es más preocupante. El gasto educativo se mantiene prácticamente sin cambios respecto al aprobado en 2020, y desciende en términos reales tomando como referencia el ejercido en 2019. Programas considerados por el CONEVAL como fuertemente relevantes para acceder al derecho a la educación, tales como Escuelas de Tiempo Completo y Evaluaciones de la Calidad de la Educación, desaparecen. Otros, que resultan clave para el desarrollo docente o la expansión de la educación media superior, son fuertemente recortados o eliminados.

Ante las caídas en diversos programas de salud y educativos destaca el aumento de las transferencias monetarias de la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente (30%), Jóvenes Escribiendo el Futuro (17.6%), Sembrando Vida (15%), Becas “Benito Juárez” para educación media superior (14.4%), y la Pensión para el Bienestar de los Adultos Mayores (6.6%). Sin embargo, estos aumentos no son necesariamente una buena noticia, pues ninguno de ellos es parte de los programas sociales prioritarios con un apropiado desempeño, según los criterios de calidad del CONEVAL.

Mientras se expanden programas con un desempeño promedio insuficiente, el de mayor peso presupuestal y mejor evaluado por el CONEVAL, Jóvenes Construyendo el Futuro, reduce su gasto en 20%. Esta situación es desconcertante dado que el programa proporciona acceso a los servicios de salud y transferencias monetarias, objetivos que seguirán siendo prioritarios en 2021.

Ciertamente, hay problemas de diseño e incentivos que deben atenderse, como fortalecer su enfoque de género y evitar que desanime la permanencia en la escuela. Sin embargo, en vez de ello, el cambio del 3 de septiembre en sus reglas de operación ha puesto a disposición del gobierno federal a jóvenes del programa hasta por 24 meses, desvirtuando su objetivo de capacitarlos laboralmente en empresas.

Claramente, el esfuerzo por expandir el gasto programable, y en particular el gasto social, resulta contraproducente al no seguir la guía de las evidentes carencias del país o de los análisis de aquello que ha resultado ser medianamente efectivo.

Esto es inconsistente con un gobierno que pretende ser más efectivo dentro de la austeridad. El gobierno de López Obrador decide un rumbo en medio de la tormenta sin hacer mucho caso a los instrumentos de navegación a su alcance. Peor aún, dado que para el próximo año le recortará más de una quinta parte de sus recursos al CONEVAL, tardará aún más en reconocer su naufragio.

 

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.