México lejos de la tendencia global de masificar la venta de autos eléctricos
El desconocimiento del público y la falta de incentivos (fiscales y no fiscales) impedirían vender solo autos eléctricos en México para 2040, al que se comprometió el gobierno en la COP26.
En agosto pasado se vendieron poco menos de cuatro mil unidades eléctricas (EV's) e híbridas en todo el país, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Con respecto a las ventas totales al público de vehículos ligeros durante ese mismo mes, estos modelos más amigables con el medio ambiente representan apenas el 5.09% de las ventas locales. Si se consideran solo las ventas de EVs, los únicos realmente cero emisiones, la participación de autos verdes en el mercado mexicano fue de solo 2.67% en el mes.
No se espera que el rol de los vehículos “verdes” sea mucho más protagónico en el mediano plazo. En septiembre, Francisco Garza, presidente de General Motors México -la empresa con mayores ventas en el país- advirtió que la adopción tecnológica de México tardaría más respecto a lo observado en mercados líderes como Estados Unidos.
Lo anterior significaría que para 2030, dijo Garza, “la venta de los vehículos eléctricos en México será aproximadamente el 15% del total para ese año calendario”. Es decir, para el cierre de la década solamente se habrá logrado triplicar la participación de los autos eléctricos en el mercado mexicano, según GM México.
Estas estimaciones muestran que el objetivo al que se suscribió la Secretaría de Economía (SE) durante la más reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2021 (COP26), de vender únicamente coches cero emisiones para 2040, está fuera del alcance si se mantiene el ritmo actual.
Detrás de éstos pobres pronósticos, están barreras para el crecimiento de la industria automotriz eléctrica en el país como la reticencia de los gobiernos locales y federal para impulsar este mercado. Según Claudia Rodríguez, directora de Proyectos Estratégicos, Electrificación y Experiencia al Cliente de Nissan Mexicana, “aún hay una gran oportunidad en implementar incentivos fiscales y no fiscales para promover el uso y adquisición de estas tecnologías”.
Sin embargo, la directiva también señala que “uno de los grandes desafíos al que nos enfrentamos hoy en día es que el consumidor no distingue claramente entre todas las tecnologías alternativas que existen en el mercado”. Para Rodríguez, "es necesario que los compradores de México conozcan “qué opciones tienen y qué beneficios le otorgan cada una, para que pueda tomar una decisión mucho más informada”.
Autos eléctricos mexicanos, sin apoyos claros
En el discurso las autoridades mexicanas han mostrado interés en la oportunidad que representa un sector automotriz eléctrico a mediano plazo. La titular de la Unidad de Inteligencia Económica Global de la SE, Mónica Duhem Delgado, dijo en un foro reciente que en México “tenemos todos los insumos y la capacidad técnica para ser un líder en este mercado”, tanto para la exportación de modelos como para el consumo local de este tipo de autos.
Pero las pocas iniciativas de “fomento” a los autos eléctricos han sido muy modestas. Por ejemplo, la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México (CDMX) se sumó en 2017 a una iniciativa para impulsar la compra de vehículos de bajas emisiones. Sin embargo, el proyecto se limitó a calificar los autos que fueran vendidos en la capital según su impacto en la calidad del aire, confiando que así los consumidores podrían “tomar decisiones mejor informadas sobre los contaminantes que emiten las diferentes marcas y submarcas de automóviles”.
Pero la muestra más clara de esta falta de interés en los hechos ha sido el acuerdo al que se suscribió el gobierno federal en la COP26. En ese acuerdo la SE se listó entre gobiernos emergentes y economías en desarrollo, junto a Ghana, India, Kenia, Marruecos, Ruanda, Turquía y otros países similares.
Pero pudo haberse anotado en el grupo de “mercados líderes” (como sí lo hicieron otras naciones y ciudades latinoamericanas, entre ellas Chile, El Salvador, Uruguay, Buenos Aires, Río de Janeiro y Sao Paulo), para quienes el compromiso de vender solo autos cero-emisiones debe cumplirse a más tardar en 2035.
No solo eso, sino que en el comunicado de la SE anunciando su participación en este acuerdo, reafirmó desde las primeras líneas del documento que se trata de “una declaración de carácter no vinculante”. Más como aspiración, que como obligación.
Esta falta de proactividad de las autoridades públicas podría estar retrasando los planes de las principales empresas automotrices globales asentadas en el país. De acuerdo con Claudia Rodríguez, en México “se tiene el potencial para producir vehículos con esta tecnología”, pero deja saber que Nissan aún estudia “si es la opción más acorde a las necesidades del negocio y a la demanda del mercado”.
Y más allá de incentivos financieros, la directiva afirma que hay varios fomentos no-fiscales, particularmente en el entorno de infraestructura, que podrían crearse para mejorar las ventas de autos eléctricos en México, como “estacionamientos preferenciales, descuentos en parquímetros, autopistas y carriles preferenciales, entre muchos otros que ya existen en el resto del mundo”.
Desconocimiento del consumidor
A pesar de la falta de apoyos directos desde la esfera pública, la misma inercia de la industria automotriz mexicana ha permitido que nazcan proyectos para la manufactura de autos eléctricos en México. Y algunos de ellos incluso contemplan vender a consumidores locales.
Tanto Ford como General Motors confirmaron este mismo año que empezarían a producir ciertos autos eléctricos en la frontera norte de México, trayendo inversiones valuadas en miles de millones de dólares (MMD) y hasta dejando de lado planes de manufacturar modelos en fábricas estadounidenses. Incluso productoras más pequeñas, como la alemana Next.e.GO Mobile y la mexicana Zacua confirmaron también hace poco su intención de escalar operaciones locales.
Para estos proyectos el reto a superar es el relativo desinterés y desconocimiento de los consumidores mexicanos en los modelos cero-emisiones. De acuerdo con un censo realizado por Morning Consult en julio, México fue el país donde se registró el menor interés en comprar autos eléctricos de las nueve naciones analizadas.
Y aunque los modelos eléctricos tienen rangos cada vez más extensos, tiempos de carga más reducidos y los problemas con sus baterías se han ido superando, un estudio de Deloitte señala que en pleno 2021 aún para el 58% de los compradores mexicanos alguno de estos temas es la principal preocupación a la hora de comprar un EV.
Claudia Rodríguez apunta que, desde Nissan, han tratado de combatir estas percepciones y falta de disposición destacando las ventajas de los autos eléctricos, como “el ahorro en el costo de mantenimiento, menor comparado con un vehículo convencional, [poder] circular 24/7 los 365 días del año sin importar contingencias, estar exento de tenencia y del pago del Impuesto Sobre Autos Nuevos (ISAN)”.
Pero también admite que solo es posible “alcanzar las metas propuestas a través del trabajo conjunto y la participación de los tres niveles de la sociedad. El gobierno, por medio de la creación de oportunidades para desarrollar infraestructura; el compromiso del sector empresarial, para contar con portafolios que incluyan alternativas de conducción; y el voto de confianza de la sociedad para confiar en la labor que hacemos para llevar a un mundo mejor a través de más autonomía, más electrificación y más conectividad”.