Un mundo de gigantes: La amenaza está aquí

En un país con una historia de concentración de mercados como México, ¿qué se puede esperar de las recientes tendencias globales que consolidan a empresas globales como únicas opciones para consumidores?
5 Abril, 2017
El Observador

¿Acaso es inevitable que los consumidores tengamos tan solo a unos cuantos gigantes empresariales ofreciéndonos sus productos y servicios?

La respuesta que encuentro es que sí. Parece inevitable.

Está ocurriendo en el mundo globalizado. Un gigante comiéndose a otro gigante y reduciendo el número de jugadores en el mercado.

¿Ha visto lo que está pasando con las grandes empresas de telecomunicaciones? ¿Con las cerveceras? ¿Con las farmacéuticas? ¿Con las empresas de bebidas gaseosas? ¿Con las gigantes de las redes sociales? ¿Con las grandes cadenas hoteleras? ¿Con las empresas del entretenimiento? ¿O con los gigantes del software en el mundo?

La consolidación de las empresas globales parece ser un camino sin retorno.

¿Acaso tendremos que leer AT&T en lugar de telecomunicaciones, Pfizer en lugar de farmacéuticas, Coca-Cola en lugar de refrescos, Disney en lugar de entretenimiento, o Microsoft en lugar de software?

Aún no hay una respuesta contundente pero las tendencias van hacia allá.

Y si quiere más ejemplos, solo vea lo que está pasando con la reducción en el número de bancos en Estados Unidos, en Europa y en el mundo; con la menor oferta de grandes empresas de aviación; o con la consolidación en la industria automotriz.

El argumento es que la globalización ha impactado las fronteras de la competencia y, crecientemente, requiere de mayores escalas de integración y de capital.

 

Este gigantismo amenaza la capacidad de elección de los consumidores y su poder de compra

 

En otras palabras, la globalización impulsa la lucha entre empresas multinacionales cada vez más grandes, con mayor presencia mundial y con cadenas de producción globales que las hagan más competitivas. Un mundo de gigantes en construcción.

El valor de las fusiones anuales entre compañías en el mundo ya superaron los 5 billones de dólares en 2015, después del ‘pico’ de 4.6 billones que se había alcanzando en 2007, antes de la crisis financiera estadounidense.

Y la tendencia es ha seguir rompiendo éstos récords, según publicó recientemente ArenaPublica.com

Uno de los problemas con este gigantismo que está sufriendo la economía, es que amenaza la capacidad de elección de los consumidores y su poder de compra en la medida en que tiene menos opciones disponibles.

La pregunta para los mexicanos sobre este fenómeno global es ¿qué pasará en un mercado como el mexicano que históricamente ya arrastra una alta concentración en un amplio abanico de sectores de su economía?

 

 

De por sí tenemos sectores y subsectores con una alta concentración como el de telecomunicaciones, cines, cerveza, pastelillos envasados, banca hipotecaria, distribución de medicamentos, televisión de paga, cemento, bebidas y refrescos, tarjetas de crédito, televisión abierta, papel, pan de caja, acero, distribución de publicaciones impresas, autobuses foráneos, y un largo etcétera, si se analiza la concentración económica regional que se extiende a lo largo del territorio nacional.

¿Acaso la construcción de este mundo de gigantes agudizará la elevada concentración que existe en México? En primer lugar justificará la existente, y en segundo lugar, sí que la agudizará.

En un índice que busca medir ‘el capitalismo de cuates’ por país elaborada por la revista británica The Economist, se coloca a México en el sexto lugar después de Rusia, Malasia, Filipinas, Singapur y Ucrania.

Si bien se puede cuestionar la precisión de estas cifras, en términos gruesos reflejan una realidad que no es ajena a los millones de consumidores.

Hay dos datos interesantes en este índice: Que alrededor del 7% de la economía mexicana está concentrada en manos de multimillonarios ‘cuates’ de los políticos en turno en el gobierno, mientras que en economías como la brasileña o argentina la proporción es cercana al 2%.

 

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El otro dato interesante es que solo el 2% de la economía mexicana está en manos de multimillonarios ‘no cuates’ de los políticos en el gobierno.

Estas cifras muestran la mayor interferencia política que existe en México, que en otras naciones, que favorece la concentración en los mercados.

Sacar provecho de la política para construir fortunas es una vieja y nociva tradición mexicana que coloca barreras de entrada a los competidores y hunde la creatividad, la innovación y el esfuerzo individual en que se basan los mercados libres y la prosperidad de las naciones.

Si ya la tendencia global a la consolidación de sectores en unas cuantas mega-empresas es preocupante para el futuro de los mercados y de los consumidores; en México éste es un asunto que requiere especial atención.

A estas alturas ya debimos haber puesto en marcha los motores de una agresiva política de fomento a miles de emprendedores a través de capitales semilla, de beneficios fiscales, de inserción en las cadenas productivas, de facilidades para la creación de empleos formales, de más y más desregulación.

De lo contrario, la concentración y la desigualdad serán la mayor amenaza económica y social para el futuro del país.

 

Twitter:  SamuelGarciaCOM

Correo:  samuel@arenapublica.com

Samuel García Samuel García Editor y economista. Fundador y director de Arena Pública. Fundó y dirigió El Semanario de Negocios y Economía. Fue director editorial de Negocios del Grupo Reforma y 'El Universal'. Director fundador de 'Infosel'. Fue profesor de la Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos del CIDE y del Diplomado en Periodismo Económico de la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Máster en Periodismo Digital. Columnista, comentarista y consultor para diversos medios en México.