¿Por qué Banxico fue tibio en su decisión?

La pregunta que flota en el ambiente es si en la ‘cautelosa’ decisión de la Junta de Gobierno de subir la tasa en 50 puntos base, tuvo algo que ver el gobierno federal y el nivel de inventarios de bonos que poseen los bancos
18 Noviembre, 2016
El Observador

Los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México decidieron incrementar la tasa de referencia en 50 puntos base, por lo que ahora el nuevo nivel de tasa a la que los bancos conseguirán el dinero (fondeo) será de 5.25%.

Si bien la mayoría de los analistas habían pronosticado un incremento similar, los rendimientos que ya está negociando el mercado hacían pensar que el banco central incrementaría la tasa de referencia en, por lo menos, 75 puntos base para situarla en 5.50%. Incluso se esperaba que la Junta fuera más sagaz y llevara la tasa a 5.75% tomando en cuenta que el balance de riesgos inflacionarios se ha deteriorado sustancialmente hacia 2017, que la depreciación del peso frente al dólar no luce como un asunto coyuntural, y que Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal estadounidense, ha dejado ver que habrá un incremento en la tasa de referencia en diciembre próximo.

Pero con todos estos factores sobre la mesa, la Junta de Gobierno del Banco de México se mostró tibia y prefirió mantenerse un paso atrás del mercado, siguiendo la misma postura de cautela que habían mostrado tanto el gobernador Carstens como el secretario Meade el día después de las elecciones estadounidenses.

En aquella breve conferencia de prensa mañanera del 9 de noviembre, el gobernador expresó que las autoridades estarían “especialmente vigilantes de la evolución de los mercados financieros”, para “evitar movimientos erráticos que lleven a desequilibrios no deseados”.

Pero es el peso el que se está llevando toda la golpiza por el efecto Trump y por las tibias respuestas desde el gobierno federal y ahora desde el banco central. El peso mexicano, que se depreció 13.3% durante los tres días siguientes a la jornada electoral estadounidense, volvió a debilitarse ayer después de que el Banco de México hizo su anuncio de política monetaria, volviéndose a convertir en la moneda emergente más depreciada como ha venido ocurriendo desde finales de 2014. Pareciera que el Banco de México –y el gobierno federal- están empeñados en no parar esta golpiza que viene recibiendo el peso desde hace tiempo.

De allí que la pregunta que flota en el ambiente es si en la ‘cautelosa’ decisión que dio a conocer ayer la Junta de Gobierno de solo subir la tasa de referencia en 50 puntos base, tuvo algo que ver el gobierno federal a través de Hacienda, y el nivel de inventarios de bonos que poseen los bancos.

El primero está interesado en que la tasa de referencia no suba demasiado para no afectar los resultados del crecimiento y del empleo, pero también –dados los problemas fiscales que enfrenta- está incentivado a depreciar el peso para financiar su deuda vía las ganancias cambiarias que le entrega el banco central.

Y los segundos obtienen importantes ganancias en la medida en que la tasa de fondeo que fija el banco central se queda por detrás de las tasas de sus inventarios de bonos de largo plazo que, hoy por hoy, cotizan alrededor de 7% en los bonos a 10 años y en 5.9% los valores a 3 meses. En esta lógica los bancos se apresuran a comprar bonos de muy largo plazo para maximizar la utilidad respecto de la tasa de fondeo que fija el banco central. Un claro incentivo perverso.

Si bien tendremos información más detallada cuando se publique la minuta de la reunión de política monetaria, será el tiempo el que revelará cuáles fueron las verdaderas razones de esta decisión.

El hecho es que la Junta de Gobierno ha preferido subir gradualmente la tasa de referencia quedándose por detrás de las tasas (curva de rendimientos) que están fijando los mercados de bonos y corriendo el riesgo de que una mayor depreciación del peso se traduzca en expectativas inflacionarias al alza hacia 2017.

Ayer la Junta decidió incrementar la tasa en 50 puntos base y dejó abierta la posibilidad de anunciar otro incremento en diciembre próximo cuando la Reserva Federal lo haga, para cerrar el año –muy posiblemente- en una tasa objetivo de 5.50% o 5.75%.

Quedó la impresión de que la tibieza –revestida de precaución y de responsabilidad- está marcando la toma de decisiones del banco central en momentos en que se requiere enviar señales contundentes a los mercados.

Si fijar la tasa de fondeo es una decisión complicada para la Junta por las presiones a las que está sometida, por las sospechas que ello genera y por las consecuencias sobre ahorradores y deudores que tiene; entonces no sería descabellado que la Junta tome la alternativa de una tasa de fondeo flotante: más transparente, que mejora la formación de precios del mercado de bonos y asigna de manera más eficiente los recursos.

Se trata de construir confianza…por encima de todo.

 

Samuel García Samuel García Es economista y periodista económico. Es fundador y director de Arena Pública. Fundó y dirigió El Semanario de Negocios y Economía. Fue director editorial de Negocios del Grupo Reforma y del diario El Universal. Director fundador de Infosel. Fue profesor de la Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos del CIDE y Coordinador-profesor del Diplomado en Periodismo Económico de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Columnista y comentarista en diversos medios de comunicación en México.