El peor escenario para el peso

15 Septiembre, 2016
El Observador

Ninguna otra señal de la economía produce tanto nerviosismo en los mexicanos de a pie como las variaciones en el valor del peso.


No es para menos. La historia económica reciente ha enseñado que –más allá de las explicaciones de los políticos y de los economistas- el tamaño de la depreciación del peso, está relacionado con el nivel de gravedad en el que se encuentra la economía y el anticipo de lo que viene.


Así lo está percibiendo la gente desde que inició 2015 cuando el peso comenzó a debilitarse aceleradamente frente al dólar. El 2 de enero del año pasado el dólar de referencia para grandes operaciones comerciales, llamado Fix, se cotizaba en 14.82 pesos. Ayer, esta misma paridad fue de 19.15 pesos; una depreciación del peso de casi 30% en los últimos 21 meses. Y de los dólares que se venden en las sucursales bancarias y en las casas de cambio, ni hablar. Ayer llegaron a cotizarse hasta en 19.50 pesos por cada billete verde.


La pregunta que muchos se hacen es, ¿hacia dónde va el peso? Pero detrás de ella hay muchas otras preguntas por responder en un escenario que se ha complicado mucho más de lo que cualquier avezado estratega o político se hubiere imaginado hace tan solo unos cuantos meses atrás.


Era natural la atención sobre los precios del petróleo y su impacto en las finanzas públicas. O sobre las señales de lo que hará la Reserva Federal estadounidense con la tasa de referencia de aquí a finales de año. O sobre los principales indicadores de la industria estadounidense y su impacto en el importante sector exportador mexicano. O en las frágiles finanzas públicas mexicanas y sus consecuencias sobre los inversionistas y las calificadoras de riesgos.


Incluso se pensaba que la elección estadounidense se convertiría en un factor a seguir de cerca en México, dado el perfil de cada uno de los precandidatos y, ahora candidatos a la presidencia del vecino del norte.


Pero lo que nunca se pensó es que esta ruta electoral hacia los comicios del 8 de noviembre en los Estados Unidos, se iba a convertir en un factor crucial inmediato para la economía mexicana, para el peso, y para el gobierno de Enrique Peña Nieto.


En ese sentido, los agresiones de Donald Trump hacia la relación con México, la velada defensa de Hillary Clinton de una política comercial proteccionista y, recientemente, el estado de salud de Clinton que pone en riesgo su candidatura o, en todo caso, su victoria electoral; son ya un factor crucial para el futuro inmediato de la economía mexicana y para el valor del peso. Y es que, con todo, Clinton se ha convertido en el mal menor para México y su moneda.


El corazón del asunto es que el fuerte endeudamiento del sector público en los últimos años, de la mano de una caída en los ingresos petroleros y de las exportaciones no petroleras; abrieron un déficit peligroso en una economía que crece muy poco y que, ahora, se ve doblemente amenazada con la potencial llegada de un hostil Donald Trump al gobierno del poderoso vecino y principal socio comercial del país.


Ese escenario de riesgo para el peso mexicano, latente de aquí al 8 de noviembre, se agrava para México con el estado de salud de Clinton que podría cerrar aún más las intenciones de voto antes del primer debate que ambos sostendrá el 26 de septiembre en Hofstra University en el estado de Nueva York. 
Lo anterior ha provocado que, más allá de las salidas de capitales de inversionistas extranjeros, en los últimos días se hayan han comenzado a observar compras de dólares de mexicanos, nerviosos ante un escenario de mayor depreciación de la moneda.


Ayer, en el mercado de futuros de Chicago, el dólar al mayoreo para diciembre de este año se cotizó en 19.26 pesos, mientras que para junio de 2017 se operó a un tipo de cambio de 19.59 pesos por dólar. Es decir, las expectativas en los mercados internacionales son de mayor depreciación para la moneda mexicana.
Un escenario preocupante.   

 

Vivaareobús y los engaños al consumidor

Las tarifas que anuncia en su portal la aerolínea Vivaaerobus, que dirige Juan Carlos Zuazua, son un engaño. A esas tarifas se le agregarán, obligatoriamente, un costo adicional por asignarle un asiento.

Obviamente ese costo adicional no se advierte al cliente cuando decide realizar su reservación. Pero el engaño no queda allí. Al avanzar en la reservación, se le cargan al cliente servicios adicionales que no solicitó y que deberá ir borrando uno a uno con sumo cuidado; de lo contrario, se le cobrará aunque no lo haya solicitado expresamente. Y, al pagar, viene el último cargo obligatorio no advertido: Cuando el cliente intenta pagar con tarjeta de crédito o, incluso, de débito, se le aplica un nuevo cargo por $120 pesos. Sin más. En esa transacción manda Vivaaerobús.

El cliente debe apechugar ante los cobros no advertidos, cuidarse de que no le cobren más bajo engaño, y pagar; ése es el juego. ¿Y, a todo esto, qué dirá Ernesto Nemer, el titular de Profeco? 

 

Twitter:  SamuelGarciaCOM

Correo:  samuel@arenapublica.com

 

 

 

 

 

 

Samuel García Samuel García Editor y economista. Fundador y director de Arena Pública. Fundó y dirigió El Semanario de Negocios y Economía. Fue director editorial de Negocios del Grupo Reforma y 'El Universal'. Director fundador de 'Infosel'. Fue profesor de la Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos del CIDE y del Diplomado en Periodismo Económico de la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Máster en Periodismo Digital. Columnista, comentarista y consultor para diversos medios en México.