El desafío de la informalidad

18 Diciembre, 2013
El Observador

El informe sobre el panorama laboral 2013 que ayer presentó en Lima la Organización Internacional del Trabajo, OIT, es sumamente preocupante para América Latina.

A manera de resumen del informe, Elizabeth Tinoco, la directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe, decía en su presentación: “La región corre el riesgo de perder la oportunidad de avanzar en la generación de más y mejores empleos. Los salarios crecen menos que en años anteriores, la informalidad no se reduce, la productividad está aumentando por debajo del promedio mundial, y ha aumentado la desocupación de los jóvenes en las zonas urbanas”.

Y todo esto tomando en cuenta que América Latina ha sido, en los últimos años, una de las regiones de mayor dinamismo económico del orbe. Economías como la de Paraguay, Panamá y Perú, crecerán por arriba del 5.2% en este año; mientras que las de Nicaragua, Argentina, Uruguay y Chile lo harán por encima del 4.2%. Claro que en términos regionales la desaceleración económica que afectó principalmente a los dos gigantes de la región –Brasil y México- hizo que para etes 2013 la CEPAL revisara a la baja su estimación de crecimiento de la economía regional a solo 3%.

Pero aún así, la tasa de desempleo en los países latinoamericanos alcanzará en este año 6.3%, un nivel mínimo histórico; mientras que la inflación, en la mayor parte de los países del sub continente, estará por debajo del 5% al finalizar este 2013.

Estos indicadores macroeconómicos reflejan, en general, la buena marcha de la economía regional; sin embargo siguen siendo insuficientes para explicar, por ejemplo, por qué la tasa de desocupación entre los jóvenes no amaina, por qué la productividad no tiene el empuje que se aprecia en las economías asiáticas, pero también por qué la tasa de informalidad sigue siendo tan elevada en el mercado laboral y no parece responder al crecimiento económico sostenido que ha experimentado la región en los últimos años.

Allí, en estos asuntos, es donde la OIT ha planteado –con razón- sus preocupaciones.

El caso de las ‘resistencias’ de la informalidad es notable. Con pesimismo decía ayer Elizabeth Tinoco: “El ritmo de reducción de la informalidad no ha sido acelerado y las perspectivas de reducción son casi las mismas. Si sigue como está la tasa de desempleo, con este crecimiento económico y con estas pocas medidas para combatirlo, va a mantenerse igual”.

Tiene razón. En los últimos años la tasa de empleos informales en América Latina ha rozado el 50% y, con todo el crecimiento económico regional que se ha observado, ésta tasa apenas se redujo al 47.7%, unos 130 millones de personas. Pero economías como la guatemalteca presenta tasas de informalidad del 77% mientras que una de las economías más dinámicas del continente, Perú, todavía tiene tasas de informalidad del 68%.

Es decir, el crecimiento económico sostenido ‘per se’ no ha sido suficiente para combatir la informalidad laboral, no al ritmo que se requiere para disminuir los elevados niveles de informalidad que hoy se tienen prácticamente en toda América Latina. En México la situación es parecida al resto de la región. Según los datos de Inegi, seis de cada diez trabajadores laboran bajo condiciones de informalidad por lo que los datos que arroja el seguro social en materia de empleo, están lejos de representar al mercado laboral mexicano.

El reto que queda por delante es la formalización del mercado laboral en América Latina y, por supuesto, en México; y ello pasa por el planteamiento deliberado de políticas públicas –a nivel federal y local- que incentiven la multiplicación del trabajo formal.

En ese sentido, ayer decíamos en este espacio que la aplicación de impuestos locales a las nóminas y su incremento reciente, va exactamente en el sentido contrario a lo que se debería estar buscando con la generación de empleos formales de buena calidad.

Samuel García Samuel García Es economista y periodista económico. Es fundador y director de Arena Pública. Fundó y dirigió El Semanario de Negocios y Economía. Fue director editorial de Negocios del Grupo Reforma y del diario El Universal. Director fundador de Infosel. Fue profesor de la Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos del CIDE y Coordinador-profesor del Diplomado en Periodismo Económico de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Columnista y comentarista en diversos medios de comunicación en México.