Reducción de salarios en el sector público

La reducción de los salarios de funcionarios públicos propuesto por AMLO despierta preocupaciones y dudas sobre una posible fuga de cerebros, pero ¿de verdad los funcionarios actuales son tan buenos como para merecer sus sueldos actuales?
19 Julio, 2018

El virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ha decidido reducir en 60% su futuro sueldo como jefe del Ejecutivo Federal.

Ganará 108,248 pesos netos, con lo que el presidente de México dejará de percibir una remuneración superior a la del primer ministro de Finlandia (255 mil pesos mensuales) y pasará a tener un sueldo inferior al del presidente de la República de Mali (114 mil pesos).

La comparación del sueldo presidencial con el de otros mandatarios es puramente anecdótica hasta que se recuerda que ningún funcionario, ya sea del Poder Ejecutivo, del Legislativo o del Judicial, puede percibir una remuneración superior a la del presidente, y López Obrador pretende hacer cumplir tal disposición legal.

 

AMLO reducirá los salarios de los funcionarios públicos, incluyendo el de él.

Andrés Manuel López Obrador, virtual presidente electo de México

 

No sólo eso, en su plan de austeridad se propone reducir las remuneraciones de quienes ganen más de 85 mil pesos al mes. De esta forma, los mandos superiores (directores generales, subsecretarios y secretarios) podrían tener una remuneración media de alrededor de 97 mil pesos.

Esto ha despertado preocupaciones respecto a una posible fuga de cerebros del gobierno y a la falta de incentivos para atraer a quienes se hagan cargo de grandes responsabilidades. Por ejemplo, ¿Cuántos economistas responderían una convocatoria a tomar un puesto de dirección general en la Secretaría de Hacienda administrando miles de millones de dólares de deuda ganando 90 mil pesos mensuales?

Es difícil saberlo, pero habría un buen número de candidatos. Según el comparativo de carreras del IMCO hay cerca de 100 mil profesionales de la economía ganando en promedio de 12 mil pesos mensuales, y para los cuales una posición así representaría un ascenso.  De ellos, cerca de 32 mil tienen experiencia en finanzas, gobierno u organismos internacionales.

Y si lo que preocupa son los incentivos para atraer a los más preparados, hay cierto margen , pues los que cuentan con posgrado, cerca de 11 mil, tienen una remuneración promedio de 18,500 pesos mensuales. No parece que habría problema en llenar las plazas de quienes piensen que el sector público no satisface sus expectativas y decidan incursionar en el sector privado.

Sin embargo, la reducción de salarios en el gobierno federal reconfigurará el perfil del funcionario. Por una parte, es posible que tengamos servidores públicos que, por la limitación de sus ingresos, en vez de recurrir a hospitales y escuelas del sector privado, se atiendan en el ISSSTE y envien a sus hijos a escuelas públicas.

Quizás los nuevos funcionarios tengan que transportarse y vacacionar en condiciones más modestas. La burbuja que los separa del ciudadano promedio se habrá roto, lo cual no es malo si esto conduce a una mejora sustancial de los servicios públicos generales, cuya calidad en otros países hacen innecesarias prestaciones especiales.

Los nuevos funcionarios pueden compensar parcialmente la pérdida de remuneración con el ‘salario subjetivo’ que deriven de su afinidad y  entusiasmo por el nuevo proyecto gubernamental. La baja en ingresos en el sector público puede desplazar a escépticos y críticos de las ideas lopezobradoristas para ser sustituidos por simpatizantes y convencidos de su “cuarta transformación”.

Lo que no es claro es si estos últimos realizarán tan exitosamente sus tareas como los actuales funcionarios. Hay experiencia y especialización que no se adquieren fácilmente. El reto no es menor, aunque el mayor desafío sigue siendo mejorar el desempeño actual de la administración pública.

 

¿Cuántos economistas responderían una convocatoria a tomar un puesto de dirección general en la Secretaría de Hacienda administrando miles de millones de dólares de deuda ganando 90 mil pesos mensuales?

 

De acuerdo con el indicador de efectividad gubernamental del Banco Mundial, que considera la calidad de los servidores públicos para formular políticas públicas y ejecutarlas, México se encuentra en el lugar 84 de 205 países.

México tiene una burocracia tan funcional como la de las islas caribeñas de St. Kitts y Nevis o Jordania, pero con un costo de sus mandos superiores semejante al de Holanda, Noruega o Suecia, de acuerdo a la OCDE . Más aún, la remuneración bruta promedio de los mandos superiores en México es más de doce veces el PIB per cápita nacional, cuando el promedio de los países de la OCDE es alrededor de seis veces, todo ello tomando en cuenta el poder de compra de la moneda de cada países. Algo semejante ocurre para el caso de los mandos medios.

México es uno de los seis países de la OCDE donde para los servidores públicos la remuneración no está ligada formalmente a su desempeño, pese a sus largas horas de trabajo (7% arriba del número de horas de trabajo en los países de la OCDE) y de la existencia de distintos bonos que forman parte de sus remuneraciones.

Este tal vez sea el problema medular de la necesaria reconstitución del servicio público de carrera. Se requiere uno donde se eliminen los excesos, pero en el que se de igualdad de oportunidades al reclutamiento del más valioso capital humano, condiciones de estabilidad en el empleo para el largo plazo y, sobre todo, la posibilidad de tener trayectorias laborales ascendentes según el desempeño.

Por lo pronto, lo que tenemos no es un plan para atender este asunto, sino disposiciones generales del virtual presidente electo que requieren ser justificadas y detalladas urgentemente. No hacerlo sólo generará un perniciosa incertidumbre.

 

Twitter: @equidistar

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.