¿Qué falta en el combate a la pobreza?

10 Septiembre, 2015
Ethos Laboratorio de Políticas Públicas

 

Por: Alicia Santana

 

América Latina es una de las regiones que presenta los niveles más altos de inequidad en el mundo, así como importantes rezagos en su desarrollo. Si bien los problemas en educación, salud, nutrición, servicios básicos e infraestructura hacen más difícil superar la pobreza, estos factores constituyen sólo una parte de las necesidades de los individuos, ya que el que una persona no tenga la libertad para elegir su manera de vivir, también la inserta en un estado de vulnerabilidad.

En particular, los niveles de pobreza y marginación que se registran en México hacen de este tema uno de los más sensibles e importantes en la agenda nacional. Sin embargo, a pesar de las políticas sociales implementadas para combatir este mal, la pobreza sigue en aumento. Si bien es cierto, que en México, las acciones impulsadas para solucionar esta situación intentan atacar sus causas, también lo es el hecho de que éstas carecen de una visión integral de este fenómeno y, por lo mismo, se restringen a combatir ciertas vertientes de la pobreza, lo que podría resultar en políticas ineficaces y poco pertinentes.

Cabe mencionar que México ha tenido avances en cuanto al análisis y medición de la pobreza. Pasamos de un concepto de pobreza de falta de ingreso a una definición más amplia que considera diversos aspectos del bienestar: salud, educación, ingreso, características y servicios básicos de la vivienda, pero además, también incorpora a la cohesión social, concepto que abarca características de índole mucho más cualitativas. No obstante, esta definición de pobreza sigue estando limitada.

La tendencia mundial va encaminada hacia una concepción de pobreza multidimensional en donde las carencias materiales o monetarias sólo representan una parte de la historia. Elementos relacionados con la justicia, los derechos humanos, la felicidad, la satisfacción con la vida, así como el medio ambiente, la seguridad pública, la economía, entre otros, han cobrado relevancia. Incluso la idea de que estos factores son esenciales en el estudio de la pobreza está predominando. Así, hoy podemos encontrar diversos indicadores de pobreza o bienestar que engloban características monetarias, sociales, institucionales, medioambientales, subjetivas, etc. Algunos ejemplos de estos índices son el Índice Ethos de Pobreza (Ethos Laboratorio de Políticas Públicas), el Índice de Prosperidad (Instituto Legatum), el Índice de Progreso Social (Social Progress Imperative), el Índice de calidad de vida (OCDE), Índice de Pobreza Multidimensional (OPHI  y CEPAL), entre otros.

En particular, el Índice Ethos de Pobreza (IEP) muestra una metodología innovadora que mide y analiza a la pobreza de ocho países de América Latina desde una perspectiva mucho más precisa, integral y comprensiva. Según este indicador, la falta de educación, de salud, ingreso, infraestructura y servicios básicos de la vivienda limitan el acceso a mayores niveles de bienestar. Sin embargo, el IEP demuestra que entornos caracterizados por una frágil democracia, ingobernabilidad e inestabilidad política, altos niveles de corrupción, inequidad de género, falta de competitividad, inseguridad y degradación del medio ambiente, también impactan negativamente la calidad de vida y debilitan la efectividad de las estrategias de combate a la pobreza.

El IEP da una visión mucho más amplia de ciertos elementos estructurales que pueden exacerbar o revertir la pobreza, entre los que destacan el desarrollo democrático de un país y la confianza en sus instituciones. Ello obedece a que los sistemas democráticos efectivos promueven la vigilancia, rendición de cuentas y evaluación del actuar gubernamental, además de garantizar que los distintos procesos estén sujetos a reglas transparentes y equitativas, lo cual a su vez puede generar incentivos para el bienestar social.

Sin embargo, para lograr esos objetivos es necesario contar con instituciones que fomenten la confianza de los ciudadanos en ellas, de ahí la importancia de considerar a la corrupción como uno de los elementos esenciales en el estudio de la pobreza, ya que la corrupción suele afectar más a quienes no tienen los elementos económicos para acceder por esos medios a distintos servicios o derechos, además de que al hacerlo pagan una proporción más alta de su ingreso respecto a los demás individuos.

De esta manera, el superar a la pobreza tiene que ver con el apego a los criterios de un gobierno responsable, es decir, el combate a la pobreza debe estar entendido como una carencia de derechos, libertades y capacidades y no sólo por una situación de insuficiencia de ingresos. Sin embargo, a pesar de que especialistas en el tema han reconocido estos argumentos y de que hoy por hoy podemos encontrar evidencia empírica y teórica que los sustentan, son pocas las políticas que consideran fortalecer estos aspectos para el combate a la pobreza. 

 

 

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