19-S: Nada será igual
Los sismos del 7 y 19 de septiembre han cimbrado a México. Nos han cimbrado a todos.
Las cifras acumuladas son brutales: Más de 400 muertos, 50 mil viviendas destruidas, 140 mil edificaciones dañadas en siete estados del país. Y, lamentablemente, éstas cifras crecerán en los próximos días, una vez que el recuento de los daños sea más preciso.
México no había sufrido una catástrofe de estas dimensiones desde hace 32 años, cuando otro terremoto devastó la capital del país y los muertos se contaron por miles.
Aquel año de 1985 los mexicanos dieron una lección de solidaridad y de respuesta inmediata ante la desgracia humana, mientras que su gobierno simplemente se hacía humo.
Ahora, hemos visto -otra vez- lo más íntimo de la generosidad, nobleza y valor del pueblo mexicano frente a la terrible adversidad de la naturaleza. Pero también hemos visto –a diferencia de 1985- a un presidente de la República que ha sabido responder con rapidez y eficacia a la tragedia en los distintos rincones del país. Hay que reconocerlo.
Tragedias como éstas siempre dejan huellas; en todos los órdenes. Son marcas para el renacimiento, o condicionamientos para el atraso.
Y creo que esta tragedia que aún vive México dio a luz a una sociedad joven solidaria, comprometida y decidida a enfrentar su futuro.
No sé hasta dónde llegará este impulso social que resurgió con los sismos recientes; ni tampoco la reacción que provocará en una clase política que solo ha dado muestras de egoísmo e ineptitud.
Lo que sí sé, es que la tragedia de estos sismos, ya cimbraron el futuro inmediato de México, incluyendo las elecciones presidenciales en julio de 2018.
Nada será igual. Y más aún con millones de jóvenes que saben que cuando se deciden, pueden cambiar el futuro de una nación como la mexicana.
Aquí nos volveremos a encontrar…