Trump Presidente

23 Enero, 2017

Pensar sobre Trump en la presidencia, aún hoy, respresenta un ejercicio de prospectiva sobre la cual hay varios elementos a considerar y muchas dudas por despejar.

Partiendo del gabinete que designó y de las palabras de su discurso inaugural tenemos algunas claves, pero sólo eso: Trump no cambiará en su grandilocuencia y su discurso de fuego pero en el camino cometerá excesos y no atinará siempre.

Tiene razón Luis Rubio cuando sugiere en su columna del Reforma que más bien operará por ensayo y error. Buscará replegarse en términos de política exterior, ciertamente de Medio Oriente y a lo largo de su mandato deportará inmigrantes dentro de los límites que permite el aparato del sistema de inmigración. Es un acierto, siguiendo a Rubio, tratar pues de concebir las líneas de política en las que puede dar más continuidad que un vuelco y aquellas en que habrá claramente una ruptura con el pasado.

Por lo pronto sabemos que los republicanos representantes tienen preparada una reforma considerable a los impuestos corporativos basados en el ingreso.  Esto irá muy de la mano de lo que el presidente Trump buscará en términos económicos y de política comercial puesto que se sustituira al impuesto al ingreso corporativo por un nuevo impuesto (DBCFT, por sus siglas en inglés). Éste consistirá en gravar no a las exportaciones sino a las importaciones. Una suerte de IVA sobre que libera a las exportaciones pero que sí gravará a las importaciones muy en el espíritu de un Trump que pone como prioridad invertir y crear empleos en EUA y no en otras partes del mundo.

Aquí la pregunta es la complejidad que, dado el comercio de Norteamérica, implica gravar algunos eslabones de la cadena de producción, como representa claramente, el sector automotriz de los países.

Lo que básicamente buscará Trump, por todos los medios que pueda, incluidos la industria militar, el crecimiento de la infraestructura y el comercio con el resto del mundo, es hacer grande a los Estados Unidos como superpotencia económica, lo cual es paradógico por que es esa grandeza impertial la que también complique lo que pueda hacer. De hecho, hay división entre expertos acerca del éxito o mediocridad de lo que el presidente Trump intentará.

En un extremo, El premio Nobel de economía Joseph Stiglitz es claramente pesimista pues además de su enorme escepticismo del “trickle down economics” (estimular la economía desgravando capitales) piensa que la “guerra comercial” con China y dejar del lado el “healthcare” -sistema de salud para millones de estadounidenses de bajos ingresos) es un error que mucho costará a la economía.

Otros expertos, como Martin Feldstein ven positivamente la desgravación del ingreso aunque es escéptico sobre la posibilidad de que la clase media realmente mejore su posición económica en la sociedad estadounidense dado entre otras cosas, a la cercanía con el pleno empleo (véase “Trumping Capitalism?” de Anatole Kaletsky en Project Syndicate).

Lo que realmente nos debe importar como mexicanos es darnos cuenta de que el presidente Trump representa, además de riesgos y dificultades, oportunidades no desestimables en absoluto. Esto es crucial no sólo en la reunión Trump-Peña del 31 de enero. La pregunta queda en el aire, acerca de si quienes acompañen a Peña estén a la altura del momento político y sepan obtener beneficios para México. El grado de dificultad para los negociadores mexicanos, seguramente, se incrementa en la presidencia de Trump.  

Claudio Jones Claudio Jones Politólogo del ITAM, maestro y candidato al doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de Columbia. Experto en procesos electorales y en el sindicalismo moderno. Co-autor de diversos libros en el CIDAC.