Anemia de crecimiento

El debilitamiento económico latinoamericano de los últimos años encuentra explicación mayormente en la falta de inversión productiva. El coeficiente de inversión a producto no se ha incrementado y en algunos países incluso ha disminuido como en Brasil y Chile, mientras que en México continúa estancado ante la ausencia de reformas en los últimos quince años.
28 Septiembre, 2015

El debilitamiento económico latinoamericano de los últimos años encuentra explicación mayormente en la falta de inversión productiva. El coeficiente de inversión a producto no se ha incrementado y en algunos países incluso ha disminuido como en Brasil y Chile, mientras que en México continúa estancado ante la ausencia de reformas en los últimos quince años. La disminución en la acumulación de capital no solo ha debilitado la capacidad productiva sino también ha limitado el avance tecnólogico y la productividad.


Algunos gobiernos elaboran sus estrategias económicas alrededor de la productividad, sin darse cuenta que esta es un resultado más que una fuente del crecimiento. De hecho, la productividad es solo un residual que explica aquel crecimiento que no es explicado por los factores productivos: capital y trabajo. Por lo que la verdadera fuente del crecimiento es la acumulación de capital tanto físico como humano, lo cual da como resultado progreso tecnologico y aumento en la productividad.


Si un país no logra transfusiones importantes de inversión tanto física como humana, no puede salir de su anemia de crecimiento. Desafortunadamente esta es la enfermedad general que agobia a la economía latinoamericana y cuya medicina toma tiempo en dar resultados, porque ello depende de la implementación de reformas que realmente produzcan cambios estructurales suficientes para levantar la capacidad productiva.


El regreso a la disciplina macroeconómica es otra necesidad a considerar, la cual desafortunadamente se abandonó durante la era del dinero barato y abundante de los últimos años. Los países latinoamericanos tienen que reducir sus desequilibrios fiscal y externo, básicamente agravados durante los últimos cinco años de políticas expansivas y que han probado ser inefectivas, precisamente porque la debilidad económica es estructural y no coyuntural. De hecho, el rebote de la inflación estructural en muchos paises es consecuencia de la expansión monetaria de los últimos años.


Con el inicio del ciclo de alza de tasas en los Estados Unidos, las tasas en América Latina tienen necesariamente que regresar a la normalidad. Las tasas significativamente bajas que se lograron en la región son inconsistentes con la realidad económica. No hay que olvidar que las tasas lograron reducirse a mínimos históricos precisamente como consecuencia del exceso de liquidez global, no necesariamente como resultado de unapolítica monetaria exitosa. De hecho, México es ilustrativo de un caso “anormal” y que a simple vista podría contradecir a la teoría, aunque no por mucho tiempo, ya que no se puede sostener que para reducir la inflación el país tuvo que implementar una política monetaria expansiva.


El alza de las tasas en América Latina es necesaria para regresar a la normalidad porque ya es tiempo de que la economía funcione sin muletas. La normalización monetaria no se ha entendido bien, puesto que todavía existen voces que la señalan como negativa para el crecimiento. No se debe olvidar que la región ha estado viviendo en condiciones monetarias ficticias que no corresponden a la normalidad. En consecuencia, la normalización debe entenderse como el regreso de las tasas de interés hacia niveles de neutralidad: aquellas tasas que ni estimulan ni restringen el crecimiento económico.

 

Twitter: @AlfredoCoutino

Alfredo Coutiño Alfredo Coutiño Economista por la UNAM, maestro en Economía por el ITAM y doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Madrid. Es director para América Latina de Moody's Analytics, subsidiaria de la calificadora Moody's Corporation, desde 2005 en donde lidera el análisis, modelos y pronósticos para América Latina. Fue director de Ciemex-Wharton Econometrics.